miércoles, 14 de diciembre de 2016

diciembre 14, 2016
EL CAIRO, 14 de diciembre de 2014.- El dinero escasea en la tierra de los faraones. En mitad de una severa crisis económica y una moneda en apuros, el Gobierno egipcio ha hallado en el cocodrilo del Nilo, confinado en el sur del país, un filón a explotar. El Ministerio de Medio Ambiente acaba de plantear su exportación como controvertida solución a las estrecheces financieras que atraviesa el país más poblado del mundo árabe.

"Estoy convencido de que la cría de cocodrilos tiene retorno económico. En estos momentos un cocodrilo se vende a 400 dólares (370 euros)", declaró la semana pasada el titular de Medio Ambiente Jaled Fahmi en una comisión del Parlamento egipcio. Durante su comparecencia el funcionario alabó la calidad de la piel del reptil y desgranó los detalles de un plan impulsado por una empresa egipcia con expertos llegados de Zambia y Sudáfrica.


El cocodrilo del Nilo -una de las tres especies de cocodrilos que habitan África y la segunda en tamaño del planeta, de hasta seis metros y 730 kilos- sobrevive a duras penas en suelo egipcio. La construcción de la Gran Presa de Asuán en la década de 1960 recluyó a sus últimos ejemplares en el lago Nasser, que a lo largo de 550 kilómetros se extiende por las tierras de Nubia, el sur de Egipto y el norte de Sudán. Ahora, la cría en cautividad de su menguada comunidad ha levantado suspicacias entre los conservacionistas.

"Cualquier inversión en granjas de cocodrilos debe ir acompañada de suficiente investigación y supervisión para asegurar el bienestar de las poblaciones salvajes", señala a EL MUNDO Nur Nur, coordinador de Nature Conservation Egypt, una ONG centrada en proteger el amenazado patrimonio natural del país árabe. "Seguimos esperando que se ponga a disposición del público la información sobre el estado de los cocodrilos del Nilo en el lago Nasser, que es un paso necesario antes de tomar cualquier decisión sobre su uso comercial", agrega el activista.

Y es que incluso el número de este depredador en las aguas egipcias resulta un enigma. "Se estima que hay entre 3.000 y 15.000 cocodrilos, una horquilla muy amplia debido a la ausencia de inversión en investigación", lamenta Nur. "Ha habido -detalla- intentos de estudiar su población por los esforzados funcionarios de la unidad de cocodrilos en Asuán, pero les falta financiación y recursos".

Las autoridades egipcias basan su repentino interés comercial en los cambios de protección que ha sufrido la especie, que flirteó con la extinción a mediados del siglo pasado y cuyo renacimiento logró la alarma internacional. En 2010 la Convención sobre el Comercio Internacional de Fauna y Flora en peligro (CITES, por sus siglas en inglés) aprobó el traslado del cocodrilo del Nilo desde el apéndice 1, que prohíbe toda actividad comercial con las especies incluidas en este listado, al 2, que autoriza su comercio con restricciones.

"CITES no prohíbe a Egipto exportar cocodrilo del Nilo pero hasta ahora, a diferencia de otros países africanos, carecíamos de cuota de exportación porque no tenemos experiencia en la cría de esta especie", apuntó el ministro. Según sus cálculos, El Cairo podría inaugurar la venta de cocodrilos en 2020. "Hay una demanda global de este cocodrilo por la alta calidad de su piel", insistió.

Protagonista de la mitología egipcia, donde Sobek fue el dios cocodrilo que creó el fértil Nilo, sus últimos herederos en aguas egipcias se enfrentan a otras amenazas. "La caza ilegal promovida por los operadores turísticos se sigue realizando con una gran cantidad de incidentes registrados extraoficialmente cada año", denuncia Nur. "Esta demanda ha llevado incluso a difundir falsas creencias como la de que los cocodrilos están afectando negativamente a la pesca en el lago Nasser", agrega.

"En lugar de dedicarse a la venta de cocodrilos, Egipto debería invertir más en la conservación y la investigación creando oportunidades para la población local", sugiere el activista, preocupado por el futuro de una especie tan venerada por los antiguos egipcios que terminó acompañándoles en su vida de ultratumba. "Por desgracia, no se aplica la ley de un modo adecuado para abordar la caza ilegal ni tampoco se ha invertido en el potencial del ecoturismo vinculado a estos cocodrilos salvajes", concluye. (El Mundo)