lunes, 12 de diciembre de 2016

diciembre 12, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Los medios de comunicación han informado que se trasladaron rumbo a la Basílica de Guadalupe en la CDMX, el 12 de diciembre, entre de tres a cuatro millones de fieles –esencialmente pobres y miserables- provenientes en “excursiones” de todo el país.  Además en las iglesias de cada uno de los estados de la República también se registraron romerías de fieles. ¿Cuántos van a los estadios por el futbol y cuantos lo ven en sus televisiones o, cuántos son los fanáticos de artistas de cine como Pedro Infante y Cantinflas, como los más populares? La realidad es que en concreto es la iglesia católica la que más fuerza numérica registra en sus actos en México. Las grandes concentraciones políticas en la CDMX: las de López Obrador, las de la CNTE, las del EZLN, cuando más han llegado a los 800 mil o un millón de apoyadores.


2. Por eso cuando el clero dijo que los matrimonios libres, igualitarios o del mismo sexo, que el presidente Peña y el PRI estaban listos para imponer serían rechazados por los católicos, en una semana el clero echó el acuerdo a la basura después de unas cuantas marchas. Nosotros en la Coordinadora de maestros (la CNTE) hicimos tres mil marchas, mítines, plantones y bloqueos durante tres años  y la clase dominantes (gobierno, empresarios, medios de información) nos reprimieron, encarcelaron, cesaron y asesinaron y aún continúan contra nosotros.  Lo que sucedió es que las batallas de los maestros contra la privatización de la educación va en serio y contra una parte de la estructura capitalista; por el contrario, el asunto de los matrimonios libres pueden esperar y arreglarse entre la misma clase social.

3. ¡Qué papel tan grande juega la iglesia del alto clero dentro de la estructura social capitalista! Sin chistar dejan actuar a los grandes empresarios y políticos haciendo lo que les dé la gana; pero cuando ellos necesitan les basta sólo levantar un dedo para que les hagan caso. Por el contrario, los sacerdotes, curas o clérigos, de esos bautizados hace 50 años como “Teología de la liberación” en México, América y otros continentes, por estar junto al pueblo y criticar a su misma iglesia como instrumento de los ricos y poderosos, son obligados a someterse o renunciar. Pareciera que estas cosas de la iglesia y la sociedad totalmente desigualitaria no la transformaremos en los próximos 50 años, sobre todo después de observar cómo millones y millones de fieles siguen en sus festejos a los más poderosos. Ya veremos, con nuevas esperanzas, un nuevo despertar que arranque las cadenas y las barras de la prisión. (12/XII/16)

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