sábado, 31 de diciembre de 2016

diciembre 31, 2016
José Repetto

El fin de un año y el inicio de otro no es más que una cuestión calendárica, para medir el paso del tiempo. 2017 será lo mismo que 2016, 2015, etc. porque el año es un concepto inventado por el hombre que no tiene correlación alguna con los eventos que sucedan, más allá de marcar ciertos plazos, también inventados.

Celebración del año nuevo en Tokyo, Japón (foto: Morenatti)

Aparte de la fecha, del 31 de diciembre al primero de enero nada cambia realmente, y esto es algo que al parecer muchos olvidan por toda la superstición y costumbres "de buena suerte" asociadas con las festividades decembrinas, las cuales pareciera empiezan más temprano cada año. Desde septiembre ya vemos decoración navideña en los supermercados y por más de un mes tenemos que soportar los villancicos.

Son comunes los buenos y bien intencionados deseos para que el año que inicia sea feliz, próspero y lleno de salud, como si el año en sí tuviera el poder de cambiar nuestra realidad. Le damos excesivo significado a un fragmento arbitrario de tiempo, a una vuelta más de nuestro planeta alrededor del sol.

Tradiciones como correr con maletas en mano, "barrer" la negatividad, usar lencería de cierto color, subirse a una silla o escalera, etc. son meros juegos a los que muchos les dan demasiada importancia, olvidando que son solamente eso, juegos, y que nuestra vida será la misma mañana.

Respecto a los propósitos de año nuevo, no hay motivo por el cual una persona no pueda empezar a ir al gimnasio, hacer ejercicio, comer sanamente, leer más, etc. cualquier día, y a todos nos consta que dichos objetivos usualmente no sobreviven más allá de la primera quincena de enero.