sábado, 3 de diciembre de 2016

diciembre 03, 2016
SANTIAGO DE CUBA, 3 de diciembre de 2016.- El presidente Raúl Castro juró este sábado que defenderá la revolución socialista en Cuba, ante decenas de miles de personas que rindieron homenaje a Fidel Castro antes de que sus cenizas sean enterradas, y anticipó que prohibirá monumentos del líder. "Juramos defender la patria y el socialismo", dijo emocionado Castro, de 85 años, en un discurso en la ciudad de Santiago.

Es el último adiós multitudinario a Fidel Castro y no podía ser en otro lugar que en Santiago de Cuba, la llamada “cuna de la Revolución”, donde cientos de miles acudieron a la Plaza Antonio Maceo en la noche del sábado.

“Ante los restos de Fidel...juramos defender la Patria y el socialismo”, dijo su hermano menor y gobernante actual Raúl Castro. “Juntos reafirmemos todos la sentencia del Titán de Bronce [el general independentista Antonio Maceo]: quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su tierra anegado en sangre, si no perece en la contienda”, dijo Raúl quien se despidió de su hermano con un “hasta la victoria siempre”.

Fidel, dijo Raúl, demostró que “sí se pudo, sí se puede y sí se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba o lo que es lo mismo, garantizar la independencia y soberanía de la patria”.

En el homenaje, Raúl Castro acompañado de los presidentes de Venezuela y Bolivia, Nicolás Maduro y Evo Morales, los líderes Luis Inácio "Lula" da Silva y Dilma Rousseff, para el entierro de las cenizas de Fidel. (AP)

Rememorando varios hitos en la narrativa revolucionaria—el ataque al Moncada, la lucha guerrillera, la crisis de los misiles, las guerras en África y los avances en la salud y la educación, entre otros— Castro, quien habló por media hora, destacó las habilidades políticas de su hermano para sobrevivir al Periodo Especial y salir victorioso en circunstancias hostiles una y otra vez.
El gobernante dijo que siguiendo la voluntad de su hermano—quien “rechazaba cualquier cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta el final”—presentará una propuesta legislativa para prohibir que se utilice su nombre en calles e instituciones públicas y que se le erijan monumentos o estatuas.

Agitando banderitas cubanas, los cientos de miles de personas en la Plaza corearon “Raúl”, “Raúl” a su llegada. Luego abrazó a sus aliados cercanos, los expresidentes brasileños Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva ante las cámaras, que también mostraron al presidente venezolano Nicolás Maduro, el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega y el dominicano Leonel Fernández. El futbolista Diego Armando Maradona y los cinco espías cubanos condenados en EEUU y liberados más tarde—tres de ellos en un intercambio de espías—, también estuvieron entre los invitados.

La multitud de fidelistas en el acto en Santiago.

La Habana, donde se realizó el primer homenaje masivo en la Plaza de la Revolución el lunes, fue el escenario de cara al mundo, para que los presidentes y dignatarios destacaran el papel de Castro en la esfera internacional. Santiago, más cercana a Castro, fue escogida para que representantes de las organizaciones políticas y “de masas” compitieran por proferir las alabanzas más emotivas y jurar más alto su lealtad eterna.

“Su obra estará siempre viva en el corazon de los trabajadores”, gritó un dirigente sindical mientras un representante de la Asociación de Combatientes aseguraba que Castro fue el hombre “que más hizo por la Patria”. Varios prometieron que no le fallarían “jamás” a la revolución mientras un escritor lo catalogaba de “genio político”, “incansable luchador por la paz” y diseñador de una política cultural “democrática e inclusiva”. No faltaron tampoco los tintes de fanatismo en declaraciones como las del dirigente de los CDR, una organización de micro-vigilancia creada por Castro: “No nos pertenecemos a nosotros mismos, pertenecemos a la Patria”.

Desde la medianoche comenzaron a reunirse personas en la Plaza Antonio Maceo, el punto de homenaje oficialmente asignado a los santiagueros y los residentes de otras provincias orientales.

Testimonios de afecto.

Una joven que cargaba a su hija en los hombros, dijo que venía de otra provincia por donde no pasó la caravana. “A él le debo todo lo que soy, ¿cómo no voy a venir?”, dijo. “La gente me decía ‘tú estás loca’, irte a Santiago para eso, pero mira aquí hay gente de otros países que vinieron, deseando estar para este momento, y ¿yo que estoy aquí no voy a venir?”.

En Santiago, Castro dirigió a los jóvenes que atacaron el cuartel Moncada en 1953 y se erigió en el líder de un movimiento que luego organizó una guerrilla en la Sierra Maestra y terminó derrotando a Fulgencio Batista. Dentro del cuidadoso plan de sus funerales, tenía sentido que la peregrinación de sus cenizas terminara en esa ciudad. El domingo cuatro de diciembre—que celebran católicos y santeros cubanos como el día de Santa Barbara y el orisha Changó—sus cenizas serán depositadas en el cementerio Santa Ifigenia, el mismo en el que se encuentran los restos de José Martí y Carlos Manuel de Céspedes, otros líderes independentistas. El simbolismo no podía ser más claro.

Desde el martes, comenzaron a repetirse las imágenes de cientos de personas a ambos lados de las principales avenidas del recorrido de sus cenizas—en sentido contrario al de la original Caravana de la Libertad en 1959. Cubanos de todas las edades se aglomeraron para ver la caja de cedro con las cenizas de Castro, portando carteles y banderas cubanas, que gritaban a coro “#Yo soy Fidel”, el último slogan que astutamente ha creado el gobierno para indicar que el legado del líder no será fácilmente borrado del país.

Como en el entierro de un padre.

Como pocos acontecimientos recientes, la muerte de Castro ha suscitado emociones encontradas entre los cubanos.

La televisión no ha parado de trasmitir información relativa a la muerte de Castro, Granma y el resto de los periódicos oficiales se han volcado enteramente a homenajear al líder comunista hasta llegar al hastío.

“Solo hay cuatro canales y eso es transmisión silmultánea, todos dan lo mismo”, se quejaban meseros de una paladar en Santigo. “Y el único otro canal es Telesur que también es lo mismo con lo mismo”, comentó uno. Todos discutían que su única esperanza para ver el “clásico” entre el Real Madrid y el Barcelona era el llamado “paquete”, un compendio de películas y programas de televisión extranjeros que circula informalmente por toda la isla.

El domingo finalmente todo volverá a la normalidad. Y entonces los cubanos tendrán que pensar qué dirección le dan a su país, esta vez sin Fidel Castro. (AFP / Nora Gámez Torres / El Nuevo Herald)