domingo, 4 de diciembre de 2016

diciembre 04, 2016
José Repetto

Hace poco más de 4 meses publiqué aquí en Libertad de Expresión Yucatán la lista "7 personajes nefastos de la prensa en Mérida", la cual generó gran polémica en el medio y me ganó el refrendo del repudio de gente que ya me repudiaba por mi franqueza, que algunos consideran brutal.

No deja de causarme gracia cómo en un gremio donde la crítica sin censura debe ser la norma hay quienes creen estar por encima de ésta, que a ellos nunca se les debe tocar o, peor aún, que si se quejan lo suficiente pueden cancelar el derecho de otros -en este caso, de un servidor- a opinar públicamente y con libertad.

Ya varias personas me han preguntado cuándo saldrá la segunda parte, pero no todo es negativo. Se señaló a los nefastos, pero hay otra categoría que requiere un tono diferente: los notables.

Uso este término para referirme a grandes lumbreras que nos iluminan. Esos faros que cuando dudamos cómo actuar nos guían a puerto seguro, nos dan ejemplo a seguir. Auténticos ejemplos vivientes.

Carlos Ascencio. Este joven ha revolucionado el periodismo de espectáculos con un novedoso esquema de negocios que consiste en vender su labor (no digan ¿cuál labor?, no sean descreídos) a cambio de pases de cortesía y tomarse fotos con los artistas. También le encanta tomarse selfies "con la banduchi". Cuando se le contrata para un trabajo no pierde el tiempo escuchando lo que requiere su cliente y le pide que le mande las instrucciones por email, no porque sea flojo o descortés sino porque es diligente en exceso. Sin duda un pionero de nuestro tiempo.

Rossana Góngora. Muchos no ven lo adelantada que "Shasthi" está a nuestra época. Cuando perdió a sus gatos fue a denunciar el hecho ante la Fiscalía como secuestro, pues es tan animalista que considera la vida de un animal equivale a la de un ser humano. "No pudo denunciar robo porque esos gatos malixes y feos no valían ni cinco pesos", pensarán todos los cínicos que no entienden lo importante de su causa ni la tragedia que es pasar de tener 100 gatos a sólo 95 o 96. Sin embargo las retrógradas autoridades dejaron que pequeñeces como las leyes vigentes y el sentido común pesaran más que las fantasías contundentes pruebas presentadas y no le aceptaron su denuncia. Investigadora de vanguardia, dio a conocer hace unos meses el nombre de los verdaderos asesinos de una fotógrafa y, oh casualidad de casualidades, son las mismas personas a las que acusa de "secuestrar" a sus mininos. Qué pequeño es el mundo. Su técnica de investigación es tan avanzada que no requiere elementos obsoletos como pruebas o testimonios pues se sustenta con sus meras sospechas su consolidada credibilidad. 

Javier Gracidas. Perteneciente al club de los Enguayaberados, pues el solo hecho de usar esta prenda les da estatus automático de burócratas y los hace sentirse como parte del presídium, no importa que estén despintadas, feas y les queden cortas. Su desbordante generosidad es tan grande que incluye el dinero ajeno, pues mesa de prensa donde se sienta dice "vamos a dar a $20 de propina" y es por sus poderes, por no decir por sus h..., y quien no le obedezca queda exhibido como tacaño y miserable.

Mike Pereyra. Hace un año denuncié públicamente el intento de agresión por parte de un fotógrafo de otro medio. Éstas fueron las sabias palabras de Pereyra en un foro público al respecto: "... si no sabes afrontar este tipo de situaciones entonces no presumas que eres reportero, Fotografo o periodista. Estas situaciones no se ventilan como lo está haciendo esta persona... pinto mi raya con este tipo...". Se respetan sus faltas de ortografía.

Le agradezco pintara su raya, aunque en su caso particular creo sería más fácil un círculo.

Jorge Ruiz. Otro joven talento, pues logra dar cobertura a eventos como las ruedas de prensa de la Sinfónica sin llevar libreta de apuntes, grabar audio, tomar notas ni fotos. Diría que tiene memoria fotográfica, pero nunca he visto un solo artículo firmado por él en ningún lado. Eso sí, hubo una época en la que nunca se perdía un brindis.

Winston Tamayo. Pocas veces en mi vida he conocido a una persona tan polifacética como Tamayo, pues en una denuncia inventada promovida contra mi medio es 1) el abogado de los denunciantes 2) uno más de ellos 3) el director del "medio" que dio a conocer la denuncia 4) el narrador del "reportaje" 5) el autor de la ficción presentada ante la autoridad. Hay quien dijo que su denuncia en mi contra era "bullying" y tenía por objetivo desactivarme, que deje de opinar, pero por desgracia para ellos aunque entre las múltiples habilidades del mencionado se encontrara la de litigante efectivo no basta con ir a la Fiscalía y decir "fue grosero", "me critica", "me miró feo", "me pone en jaque con preguntas", "discutimos y me sentí triste después" para que alguien vaya tan siquiera un día a prisión.

El servil. Por respeto al compañero no lo nombraré... es broma, no lo nombraré simplemente porque no sé su nombre. Exclamó en un evento hace algún tiempo "¡Ahí viene el arzobispo!" y sostuvo la puerta abierta por varios segundos. No malpiensen, no es falta de dignidad ni zalamería, estamos ante un auténtico devoto.