lunes, 21 de noviembre de 2016

noviembre 21, 2016
BUENOS AIRES, Argentina, 21 de noviembre de 2016.- Cambio climático, sequías interminables, contaminación de los ríos, dejadez administrativa, falta de cultura medioambiental... Bolivia sufre su peor crisis hídrica de los últimos 25 años por la conjunción de todos esos factores. La falta de agua potable afecta a cinco de las nueve regiones del país andino y desde hace días se nota con intensidad en grandes centros urbanos como La Paz y El Alto, donde el suministro se ha restringido a tres horas cada tres días. Ante la magnitud de la crisis, el Gobierno de Evo Morales ha declarado la "emergencia nacional" por la sequía y ha pedido a la población que esté "preparada para lo peor".

Pero la crisis hídrica no se ha generado de la noche a la mañana. Y en Bolivia hacía tiempo que se habían encendido varias alarmas sobre la insuficiencia de agua potable. El ministro de Desarrollo Rural, César Cocarico, ya había advertido en agosto que el país atravesaba su peor crisis por falta de agua en los últimos 25 años, "un fenómeno extraordinario que no está presente en el territorio hace dos meses, sino desde enero".

La represa de Hampaturi se encuentra casi seca. (La Razón)

Entre los factores que han llevado al país a una situación de "emergencia nacional", el cambio climático ha sido determinante. Naciones Unidas advirtió hace tiempo que Bolivia era uno de los países más expuestos al fenómeno del calentamiento global. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó en junio de 2013 un informe en el que se alertaba ya de los problemas que sufriría Bolivia por el cambio climático, pese a que el país es uno de los que menos incide en ese fenómeno, dada su baja emisión de gases de efecto invernadero.

La vulnerabilidad medioambiental de Bolivia, según la ONU, se debe entre otras razones a la existencia en el país de ecosistemas variables, una creciente deforestación y una falta de información científica para afrontar el problema del cambio climático. El informe del PNUD concluía que la temperatura media de Bolivia está experimentando aumentos que podrían ser de hasta dos grados centígrados en 2030 y de 5 a 6 grados hasta 2100. La ONU también constató cambios significativos en los patrones de lluvia, con un descenso en zonas secas y un incremento en el área húmeda de la selva amazónica. Entre las recomendaciones del PNUD a Bolivia figuraban el freno a la deforestación y el diseño de un nuevo marco regulatorio para hacer frente al cambio climático. Dos años después de la publicación de ese informe, en 2015, el fenómeno de El Niño asolaba el país e intensificaba los periodos de sequía. Como trágico ejemplo, el lago Poopó, ubicado en la zona del altiplano de Oruro, se secaba y quedaba reducido a un pequeño humedal.

A esos problemas se añade también una falta de control de la contaminación de los ríos por parte de las compañías del sector minero, clave para la economía del país. El negocio de la minería absorbe además el agua que necesitan muchas áreas rurales y urbanas del país y su expansión afecta al medio ambiente por la creciente deforestación de bosques próximos a las cuencas mineras. El crecimiento económico experimentado por Bolivia bajo el Gobierno de Morales ha tenido efectos perversos sobre los recursos hídricos del país. Además del impacto en el medio ambiente por la expansión de los proyectos mineros y energéticos, aumentó el consumo interno en los núcleos urbanos y no hubo políticas de concienciación ciudadana sobre el ahorro del agua.

Ahora, un problema medioambiental se ha transformado para Morales en una crisis política de envergadura. Desde hace días, medio país sufre severas restricciones de agua. Pero al Gobierno le preocupa sobre todo la reacción de los núcleos urbanos, donde los cortes de suministro han generado ya la reacción popular en las calles. En el conflictivo enclave de El Alto, que rodea La Paz, fueron retenidos durante unas horas dos funcionarios gubernamentales y se teme que las protestas se intensifiquen si no se resuelve el problema. La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) aumentó ayer el racionamiento y se pasó de un suministro en camiones cisterna de 12 horas a tan sólo tres horas cada tres días en algunos barrios de la capital y El Alto.

Tras reunir de urgencia a su Gabinete en el Palacio de Gobierno, Morales decretó hoy el "estado de emergencia nacional" por la falta de agua y pidió a los bolivianos que mejoren sus prácticas de ahorro y que "estén preparados para lo peor". "Movilizaremos recursos económicos para atender un derecho humano, que es el agua", dijo el mandatario en una alocución televisada. Morales anunció que se dedicará exclusivamente a la crisis del agua en las próximas horas. La primera medida será comprobar sobre el terreno el estado de las represas (muchas de ellas bajo mínimos) para verificar el nivel de reservas de agua con que cuenta Bolivia. (César G. Calero / El Mundo)