lunes, 8 de agosto de 2016

agosto 08, 2016
Mari Tere Menéndez Monforte

Regresando de la casa en la playa tuvimos que hacer varias diligencias por Reforma. Nos dimos cuenta, cerca de Itzaes, que se nos ponchó una llanta, lo cual es un desastre porque hoy en la noche tenemos un compromiso impostergable.


Ante el imprevisto, yo, María Teresa, me senté en la acera.

Acudí desesperada a un buen hombre que pasó por la calle. Perdí mi celular, estaba yo sola y encontré ayuda. Esta persona llamó a Auxilio Vial y me preguntaron si tenía yo refacción.

Abrí la cajuela de mi bochito y sí, sí había. Luego, como a los 20 minutos, llegó Auxilio Vial, no anoté el número. Se bajó el oficial, preguntó qué pasaba, se asomó a la cajuela y vio y me dijo "oiga, eso no es una refacción".

Entonces yo le pregunté "¿Y qué es eso?". Resultó que no lo era. Me volteé a ver al agente y le dije que se me perdió el celular, tengo que hacer, me siento muy mal, estoy muy cansada y si podría de alguna forma ayudarme.

Entonces me miró y me dijo. "No se preocupe, señora, deme por favor $250 y ahorita vuelvo". Me senté a esperar, veía yo pasar los autos.

Regresó como a una media hora, puso la llanta. Me dijo que fueron algo así como $120 y se me abrió el cielo.

Caballerosidad, gentileza, Auxilio Vial es grande. El oficial que me atendió es el caballero Víctor Chan Chan. Felicidades, comandante Luis Felipe Saidén Ojeda.