domingo, 3 de julio de 2016

julio 03, 2016
MÉRIDA, Yucatán, 3 de julio.- Fue hace casi exactamente un año, a principios de julio de 2015, que la automotriz Automaya taló dos frondosos makulís, presuntamente debido a que éstos tapaban su nueva fachada en Prolongación Paseo de Montejo.

Los dos árboles, antes y después de la construcción de la nueva sucursal de Aytomaya (fotos: Google Street View / Archivo)


El Ayuntamiento de Mérida anunció que habría sanciones. Los árboles, cabe remarcar, estaban en la vía pública y no en los terrenos del negocio.

Las acciones de la empresa, propiedad del acaudalado Mario Cervera Ortiz, generaron indignación en la sociedad, que exigía un castigo ejemplar para este acto, que muchos describieron como un crimen contra el medio ambiente, contra Mérida y contra las próximas generaciones.

Automaya dijo a las autoridades municipales -según declaró el entonces director de Servicios Públicos, Roger Echeverría Calero- que no sabían respecto a la tala, sin embargo la Comuna contaba con clara evidencia, tal como las placas de los vehículos, la cual permitió responsabilizar a esta compañía.

La automotriz jamás dio la cara a la sociedad, jamás ofreció una disculpa pública por sus acciones ni anunció medidas para compensarlas, tales como programas de reforestación o acto alguno en pro del medio ambiente.

El mismo mes, la Comuna impuso a Automaya una multa de 10 mil salarios mínimos (más de $600 mil). 

En noviembre de 2015, el Ayuntamiento reforestó el tramo sur de Prolongación Montejo, que incluye la fachada de la automotriz, donde se plantaron 8 árboles adicionales, de los cuales uno, a la fecha de esta publicación, ya no tiene hojas.

Finalmente, en enero del año en curso, la empresa acabó pagando apenas $180,000 en Tesorería Municipal.

Los dos troncos han retoñado y poco a poco recuperan sus ramas, pero a un año de la tala clandestina e ilegal es evidente que todavía les falta mucho tiempo para recobrar su majestuosidad original. (José Repetto)

Así se veían los árboles en días pasados, a casi un año del ecocido (foto: José Repetto)