domingo, 3 de julio de 2016

julio 03, 2016
Jesús Solís Alpuche

John Ackerman publicó un artículo en La Jornada titulado “Irrupción histórica” para defender con nuevos argumentos, una tesis que viene sosteniendo desde el 2014: los llamados movimientos sociales sólo podrán convertirse en “agentes transformadores” si cuentan con una representación política o, para ser exactos, electoral.


Jimena Vergara en un artículo denominado “Tropezar con la misma piedra” en la Izquierda Diario, también a fines de junio, dice que “El problema no es esta definición, sino que el autor opina que esto lleva indefectiblemente a que el magisterio - en la defensiva situación actual y acorralado por la represión de los partidos del “Pacto por México”-, debe depositar sus expectativas en Morena y renunciar así a buscar su independencia respecto a la “casta política” al servicio de los empresarios, como de hecho ya ocurrió en Oaxaca en las elecciones del 5 de junio.

Y se remite históricamente, a los movimientos electorales y descontento que desde 1988 no lograron democratizar la institución autoritaria. Se remite a los parecidos en la construcción del PRD y Morena; y propone que morena, con su apoyo no trate de subordinar el movimiento magisterial ni a otros movimientos, así como que éstos resignen sus luchas a la independencia de clase: “Se trata de organizarnos de manera independiente y abonar a una tarea pendiente para el movimiento obrero y popular: poner en pie una herramienta política que en todo terreno (el electoral, en las calles, la lucha, los centros de trabajo y de estudio) sea una alternativa para los trabajadores, los jóvenes y las mujeres que están hartos de esta casta política y pongan en pie su propio partido, con sus propios tribunos y representantes y abracen una perspectiva anticapitalista”.

La afiliación o afinidad de los sindicatos y, movimientos en defensa de los derechos y garantías de los trabajadores en México a un partido político, históricamente ha sido factor de inconciencia, de la fuerza y el poder, de la clase trabajadora como tal.

Mediatizado y corporativizado en 1936-37, el movimiento obrero, sin historia, fue parte del "Estado de Bienestar" pactado entre el capitalismo de Estado (URSS-Pacto de Varzobia) y el capitalismo privado occidental, en un proyecto mixto del Estado Nación mexicano. En el régimen del Gral. Lázaro Cárdenas, obreros, campesinos y empleados públicos fueron corporativizados en la CTM-CNC-FSTSE y usados oficialmente para equilibrio del Pacto Social, en manos de una clase política mixta, que ya no existe, al venirse desdibujando en los partidos políticos de izquierda como el Psum, Pms, Prd, Pt, Convergencia, etc. Los viejos líderes de la izquierda, no logramos competir con el impacto ideológico populista-neoliberal. Pero hoy las condiciones objetivas y subjetivas, con el violento fracaso capitalista en su etapa neoliberal, han cambiado. Y no obstante en Morena, como partido, seguimos siendo acotados, no podemos cejar las teorías del proyecto movimientista y lucha de masas tanto en materia social como electoral. 

Hoy Morena no es un partido de izquierda, pero amplios sectores populares creen que es un partido alternativo y esperanza de México dado el nivel político popular, impactado por la propaganda en el país.

Ackerman no está herrado en el manejo de que "Los llamados movimientos sociales sólo podrán convertirse en “agentes transformadores” si cuentan con una representación política o, para ser exactos, electoral. Pero los movimientos sociales tienen que definir sus perfiles, tejer relaciones de identidad y compromisos, como en el caso de la CNTE que mantiene en su proyecto compromisos de Clase. Todo líder movimientista tienen que saber a qué tipo de intereses y poder le sirven políticamente; si al de las oligarquías o al de los trabajadores y clases medias hoy en profundas desventajas frente al Estado neoliberal.

En 1988, el Ing. Cárdenas palomeó la nominación docenas de candidatos a diputados y senadores, que con FDN adquirió la mayoría relativa en el Congreso. Pero más tardaron en aceptar la imposición de Salinas como presidente, electo por el Colegio Electoral integrado por la mayoría de Pianistas, que en pasarse nuevamente al PRI. De hecho la clase política mexicana hasta entonces sólo entendía la lucha del poder por el poder y el pueblo se iba a la cargada, como sucedió con el triunfo popular que Cárdenas, no supo defender en 1988.

Pero en 2018 habrán pasado 30 años. Nuevas generaciones. Nuevos empoderamientos. Y nuevas condiciones objetivas y subjetivas, mucho más violentas se han sembrado en el país por la falta de una identidad política alternativa al neoliberalismo. El sujeto político ha muerto, sólo queda el objeto al servicio de las corporaciones del sistema neoliberal.

De ahí la urgente importancia de que los movimientos sociales se muevan y posicionen también en el terrenos electoral. Que si somos conscientes y responsables, los cargos no tienen por qué ser frutos de discordia, si en realidad son encargos del poder de la ciudadanía para servirle a una sociedad activa que exige desarrollo justo y democrático. Pero este hecho se tiene que inscribir en la dignidad de la participación en política, tanto electoral, como social de una ciudadanía consciente, que quiere escribir su historia de empoderamiento, mediante la nominación de una nueva clase política a su servicio. Y elegir, para legitimar políticos de servicio a las oligarquías, mismos que como clase política creen estarse sirviendo. Considero que en este tenor las condiciones sociales y políticas empiezan a cuajar.

Se ha empezado a articular trabajo entre la lucha social y la lucha electoral por un nuevo modelo de país, y un nuevo modelo político. Pero si movimiento social y movimiento electoral no coinciden ni se vinculan para 2018, López Obrador seguirá buscando una transición pactada, y los movimientos sociales, por su lado, no logran articularse con identidad de clase, ni de ciudadano, el Estado neoliberal, usará todos sus recursos populistas de control y prostitución electoral para seguirse legitimando y recetarnos más de lo mismo. Entonces si habremos tropezado con la misma piedra, porque la población no habrá podido articular su identidad política, ni podrá ser sujeto de su historia, cuando menos seis años más. chantzacan@hotmail.com