miércoles, 6 de julio de 2016

julio 06, 2016
Jesús Solís Alpuche

El sábado 2 de julio, en su homilía, el Arzobispo  Gustavo Gutiérrez Vega pidió que trabajemos por la paz que a México le hace falta. Instó al dialogo entre maestros y gobierno en el contexto de “estos últimos tiempos en que se han suscitado varios conflictos magisteriales, que han derivado en violencia, incluso en muertos”.

Enunció que en varios rumbos del país abundaba la falta de paz, la violencia y la inseguridad, pero ahora tristemente muchos hermanos y hermanas nuestros están en riesgo, porque han querido manifestarse en contra de una iniciativa de ley como lo es la Reforma Educativa.


Su mensaje eminentemente subjetivo de la lectura del profeta Isaías exalto: “YO haré correr la paz sobre ella (Isaias 66,12) es decir sobre Jerusalén como un río y como la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Es acción de Dios traer la paz, pero a los hombres nos toca poner las condiciones para que Dios pueda enviarnos su paz, para que Dios venga con su presencia.”

Lo más significativo del mensaje del pastor responsable de la Arquidiócesis de Yucatán, se puede centrar en que  subrayó la importancia de un diálogo abierto y sincero en el que las autoridades y los maestros puedan llegar a acuerdos sustanciales, “que puedan finalmente dejar a todos contentos y en paz”. Se abstuvo de opinar sobre las causas o razones del conflicto, remitiéndose a “las características del Reino de Dios que es precisamente la paz… “Ya que la paz es una promesa mesiánica anunciada desde el Antiguo Testamento por los profetas”.

En más de 1200 palabras, en que aludió 23 veces la palabra paz, no hubo una sola en alusión a la JUSTICIA. Y menos hacia la dignidad cristiana. Habló de la cruz, del sufrimiento: “Él nos quiere enviar en la pobreza, sin dinero, ni morral, ni sandalias; no hacen falta para pregonar el Reino de Dios”. Un reino que no es de este mundo (seguramente) imposible de regenerar. Y por lo mismo debemos esperar una sola forma de paz, la de los sepulcros.

Dicen que el poder oscurece el pensamiento. Pero no creo que sea el caso del Arzobispo de Yucatán, Gustavo Gutiérrez Vega. Sucede que el impacto de la desinformación entre la mayoría de los católicos en nuestra sociedad yucateca, es casi total. La Diócesis está sola bajo el control de las fuerzas económicas dominantes por la pasividad histórica; y la distancia, que existe entre los incipientes movimientos de agrupaciones sociales, entre ellos el magisterio, que no están vinculados con las Iglesias más que para formas sacramentales.

No como en el caso de Chiapas y otros Estados donde hay Comunidades Eclesiales de Base Cristiana, que evangelizan a sus sacerdotes en la práctica del cristianismo social, lo mismo que a los padres de familias en el magisterio popular comprometido en la construcción del Reino de Dios aquí en la Tierra (Una comunidad solidaria de Vida con justicia y dignidad).

En estas comunidades, como mucha gente que empezado a abrir los ojos, consideramos que ninguna forma de paz puede mantenerse por la fuerza. Sabemos que no hay paz, sin justicia y dignidad. Entonces si queremos paz, tenemos que empezar a trabajar por la justicia.

chantzacan@hotmail.com