miércoles, 15 de junio de 2016

junio 15, 2016
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

Cuando Emilio Chuayffet era secretario de Educación Pública a inicios de este sexenio y le preguntaban sobre la reforma educativa se refería a ella como “la reforma de Peña”. Quienes le escucharon, hasta varias veces, concluyen que siempre quiso marcar distancia con la confección y alcances de un cambio constitucional que fue manufactura y diseño de Aurelio Nuño.

¿Qué no le gustaba a Chuayffet? Formado en el priísmo de no mover las aguas para no generar problemas, la reforma educativa era el clásico ejemplo de lo que para él no se debe hacer en política.


Nuño, que apostó por agitar el estanque, lo logró pronto. Tan pronto se supo el contenido de esta reforma, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación entró al ataque frontal al gobierno, y éste respondió quitándoles el control de la educación y su presupuesto en su bastión, Oaxaca. Contraatacó con marchas multitudinarias, bloqueos y paros de labores. Y le reviraron despidiendo a los maestros que acumularan cuatro faltas. Debilitados, adelgazados en Oaxaca, la CNTE conquistó Chiapas ante la debilidad del gobierno local y cada vez menos en número, los afiliados a la CNTE empezaron a ser cada vez más radicales en sus acciones. En Chiapas, un gobernador débil, un gabinete en rebeldía, les facilitaron el tránsito.

En medio de esta línea de tiempo, el gobierno federal entró en estado de alerta. A los altos funcionarios de la administración de Peña Nieto les preocupó que estuvieran entregando a Andrés Manuel López Obrador una reserva de votos: la de los maestros inconformes con la reforma educativa. Lo explicamos en estas Historias de Reportero en la entrega ¿A qué le teme Aurelio Nuño? del pasado 11 de febrero.

Previo a las elecciones del domingo 5 de junio, López Obrador selló la alianza con la CNTE. La Coordinadora llamó a votar por Morena en Oaxaca… pero no le alcanzó. Ganó el PRI.

Sin embargo, Morena tuvo un buen resultado en la jornada de este 5 de junio. La lógica indicaría que le quedaba a López Obrador caer en cuenta de que él es más popular que la CNTE. Que la CNTE no le suma preferencias en su búsqueda de la Presidencia. Que la CNTE encabeza la lista de figuras políticas desprestigiadas, y que tomar distancia le podría servir para contrarrestar el argumento de que “se alían porque son iguales”, igual de violentos. El tabasqueño, ya se vio, va por la vía contraria y ahora se embarca y monta a su partido a la defensa política y jurídica de los líderes de la Sección 22 oaxaqueña, acusados de diversos delitos del fuero común y federales, entre ellos, lavado de dinero de 24 millones de pesos.

El asunto remite a la relación de Enrique Peña Nieto con otra figura educativa controversial. Quizá en su campaña evaluó que él era más popular que Elba Esther Gordillo. Que La Maestra no le sumaba preferencias en la búsqueda de la Presidencia, ya que él lideraba las encuestas. Que Elba Esther encabezaba la lista de figuras políticas desprestigiadas y que tomar distancia le serviría para contrarrestar el argumento de que “se alían porque son iguales”, igual de corruptos.

Peña Nieto se zafó del partido Nueva Alianza de Gordillo y luego la metió a la cárcel. Ambas acciones fueron aplaudidas. Luego mucho se descompuso, pero esa es otra historia.

Veremos hasta dónde quiere llegar López Obrador con la CNTE.