lunes, 16 de mayo de 2016

mayo 16, 2016
WASHINGTON D.C., 16 de mayo.- Se llama Thomas Manning, tiene 64 años, es empleado de banca y ha sobrevivido a un cáncer extraordinariamente atípico. Pero lo verdaderamente especial de su historia es que es el primer estadounidense en recibir un trasplante de pene. Tras 15 horas de operación, realizada por un equipo de 50 médicos y enfermeras en el Hospital General de Massachusetts, Manning tiene un nuevo órgano sexual y, si su sistema inmunitario no se lo impide, en las próximas semanas podría volver a orinar con normalidad y a tener relaciones sexuales. Hasta ahora solo dos pacientes en todo el mundo habían recibido un trasplante de pene: uno en China y otro en Sudáfrica.

Thomas Manning. (Kayana Szymczak para The New York Times)

"Hoy empiezo un nuevo capítulo lleno de esperanza para mí y para otros que han sufrido lesiones genitales, particularmente para nuestros militares que lucharon en el frente y sufrieron graves lesiones como resultado”, ha afirmado Manning en un comunicado. El pronóstico tras la intervención es “moderadamente optimista”. Los médicos que lo operaron no ha detectado hasta el momento rechazo, infecciones o indicios de que el paciente sangre, según informaron en una rueda prensa con los medios, en la que celebraron el trasplante definiéndolo como “un hito quirúrgico”, fruto de más de tres años de trabajo.

Durante el resto de su vida, Manning tendrá que tomar la medicación propia de los pacientes inmunodeprimidos para regenerar los nervios del pene e impedir que se produzca un rechazo. Pero está contento (“quiero volver a ser la misma persona que era”) y ha decidido hacer públicas sus sensaciones para ayudar a combatir el estigma de las personas con lesiones genitales. "No hay que esconderse debajo de una roca", aseguró.

Esperanza para veteranos

Como dijo en su comunicado, este hito abre una puerta esperanzadora para cientos de pacientes en Estados Unidos, especialmente veteranos de guerra que sufrieron graves traumas en sus genitales y en el aparato urinario. Según cifras del Departamento de Defensa, más de 1.300 militares experimentaron lesiones de esta índole entre 2001 y 2013 en Irak y Afganistán, la gran mayoría como consecuencia de la explosión de una bomba. Y el índice de suicidios entre ellos es muy elevado. “Son chavales de entre 18 y 20 años que no tienen ninguna esperanza de tener una vida sexual”, afirmó el doctor Curtis Cetrulo, responsable junto a Dicken Ko del equipo de galenos que operó a Manning. “No siquiera pueden ir al baño de pie”. El Pentágono ha señalado, sin embargo, que esperará a que la técnica se perfeccione antes de recomendar la operación a su personal.

Manning tiene suerte de estar vivo. Hace unos años sufrió un accidente casero y, al ir al hospital, los médicos se dieron cuenta de que tenía el pene inusualmente hinchado, algo que él no había notado. Le hicieron pruebas y concluyeron que tenía un cáncer de pene, una enfermedad poco común, de la que este año se espera que se diagnostiquen unos 2.000 casos en EE UU. Para extirpárselo le amputaron el pene, dejándole un muñón de 2.5 centímetros, que le obligaba a sentarse para orinar. Su suerte dio un vuelco cuando el Hospital General de Massachusetts recibió el órgano de un paciente fallecido y decidió acometer el trasplante, una cirugía todavía experimental.

De los dos trasplantes de esta misma naturaleza realizados hasta ahora en el mismo, solo uno ha funcionado. El paciente de Sudáfrica llegó incluso a tener un hijo tras completarse con éxito la operación. Al de China, en cambio, le volvieron a extirpar el miembro trasplantado después de que desarrollara graves problemas psicológicos. (Ricardo Mir de Francia / El Periódico / The New York Times)