domingo, 1 de mayo de 2016

mayo 01, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Durante la celebración oficial del Día del Trabajo en la residencia oficial de Los Pinos, el presidente, Enrique Peña Nieto destacó “una recuperación del poder adquisitivo salarial del 5 por ciento y reducción de la informalidad laboral”. Acompañado de las cúpulas sindicales y empresariales, Peña Nieto durante su intervención, no escatimó cifras para presentar un escenario oficial muy favorable en materia laboral y destacó los 31 meses consecutivos sin la realización de una sola huelga de jurisdicción federal. Son tan cínicos estos gobernantes al hablar de “recuperación del poder adquisitivo” que nadie les cree y para decir triunfalmente que hace 31 meses (casi tres años) que no hay huelgas que ni se dan cuenta de la contradicción.

2. A principios de 1960, cuando el joven investigador Pablo González Casanova escribió su libro ya clásico publicado en 1964, La democracia en México, señaló que los sexenios más libres, más democráticos en México son aquellos donde más huelgas estallaron porque los obreros tenían confianza en que esos movimientos de huelga les proporcionarían mejores salarios y buenas condiciones de trabajo y, por el contrario, donde los obreros no ponían en práctica sus derechos como trabajadores es porque ese derecho era nulo, que no podía ejercerse, porque ponía en juego la cabeza de los obreros. Y el joven investigador, que no había sido rector de la UNAM ni una personalidad como hoy, dio datos duros:

3. Durante el gobierno de Álvaro Obregón estallaron 197 huelgas con 69,061 huelguistas; durante Calles y el Maximato 41 huelgas con 4,110 huelguistas; en el sexenio de Cárdenas hubo 478 huelgas y 61,422 huelguistas; con Ávila Camacho 387 huelgas y 55,314 huelguistas; Con Alemán 108 huelgas y 19,250 huelguistas; con Ruiz Cortines 248 huelgas y 25,057 huelguistas y con López Mateos 472 huelgas y 53,309 huelguistas. A partir de la cantidad de huelgas y huelguistas se pudo estudiar que en el régimen de Cárdenas (1934/40) hubo mucho más libertades obreras, así como en el sexenio de López Mateos; por el contrario durante el callismo y el Maximato la situación de los trabajadores empeoró.

4. ¿Para qué carajos existe un artículo 123 Constitucional (1917) y una Ley Federal del Trabajo (1931) sino para que los obreros se defiendan contra la explotación, la miseria y el sistema capitalista que los oprime? ¿Para qué chingados sirve hablar de democracia, justicia, libertad, si el pueblo no puede ejercer sus derechos por tener miedo, terror, a perder su empleo? Por ello el discurso del presidente Peña, del secretario del Trabajo y de los líderes espurios y criminales diciendo que en casi tres años ninguna huelga ha estallado no debe ser un buen chiste y mucho menos un orgullo sino un reconocimiento que ante la feroz explotación de los trabajadores el camino de la huelga ha dejado de ser vigente. Que el gobierno y los empresarios ejercen una poderosa dictadura y que hay que buscar o inventar otras estrategias de lucha para liberarnos.

5. Probablemente ante la cerrazón y la opresión burguesa por leyes más severas contra los trabajadores y la multiplicación en fuerza de los aparatos de seguridad o fuerzas represivas, las viejas huelgas ya no funcionen y haya que renovar a huelgas de acción directa, tal como ha estado sucediendo en algunos países europeos. Pienso que en vez de propagar con orgullo Peña Nieto que ninguna huelga ha estallado, debe estar preocupado de que la clase obrera, a pesar de ser cada día más miserable, ha dejado de hacer huelgas. El 15 de mayo debe de estallar entonces la primera: el gran paro magisterial que debe convertirse en un despertar de los trabajadores mexicanos. Otra vez los maestros de la CNTE –tan reprimidos, encarcelados, cesados y asesinados, actuaremos como chispa que debe incendiar la pradera. (1/V/16)