lunes, 9 de mayo de 2016

mayo 09, 2016
HONG KONG, 9 de mayo.- Durante dos décadas, el dictador Ferdinand Marcos despilfarró millones de pesos de las arcas públicas mientras su gobierno era acusado de torturar a sus oponentes políticos y de reprimir a todos aquellos en desacuerdo con sus decisiones.

Su legado fue tan tóxico que, después de su expulsión del país en 1986, el entonces presidente Corazon Aquino tuvo que fundar la Comisión Presidencial para el Buen Gobierno (PCGG) con el fin de "restaurar la integridad y credibilidad de las instituciones" y trabajar muy duro por recuperar la confianza de la población.

Sin embargo, tan solo 20 años después de aquella revolución del Poder del Pueblo que depuso al autócrata, un creciente número de filipinos parecen sufrir de lo que algunos llaman "fatiga democrática", hartos de ver cómo el espectacular crecimiento de la economía del país no se traduce en mejoras en su vida diaria.

Rodrigo Duterte, candidato que defiende las ejecuciones extrajudiciales. (AP)

Esa situación, sumada a la sempiterna corrupción y la preeminencia de unas pocas dinastías familiares que desde hace generaciones se reparten el poder y los negocios del Estado, han provocado que valores como los derechos humanos o las libertades civiles pierdan atractivo entre la población frente a líderes sin miramientos que abogan por acabar con la pobreza, las corruptelas y el crimen empleando mano dura si hace falta o que ensalzan las bondades de los días de gloria del pasado dictatorial.

Para los comicios que hoy se celebran en el país, el candidato que parte como favorito para ocupar la presidencia es Rodrigo Duterte, el controvertido y agresivo alcalde de la ciudad de Davao, la tercera más grande del país. Con su estilo directo y socarrón, este hombre de 71 años ya ha amenazado en campaña con disolver el Congreso e imponer un "gobierno revolucionario" si sus reformas encuentran resistencia. "¿Si soy un dictador? Si, es cierto" dijo respondiendo a las acusaciones de la oposición en uno de sus actos. Además de sus salidas de tono, ha prometido acabar con el crimen en seis meses, aunque para ello tenga que ejecutar a miles de personas y llenar las costas de cadáveres. "Si no lo consigo, matadme", sentenció.

Otro de los nombres propios de estas elecciones es el de Ferdinand "Bongbong" Marcos Jr., el hijo del antiguo dictador y su esposa Imelda Marcos, que parte en los puestos de cabeza en las encuestas para hacerse con la vicepresidencia. De hecho, los analistas auguran que si lo logra, este podría ser su trampolin para intentar hacerse con la presidencia del estado en 2022.

Ronald Chua, delegado de la PCGG, cree que la popularidad de Marcos Jr. y sus posiblidades de alcanzar un puesto tan relevante se deben al desconocimiento por parte de los jóvenes de lo que fue vivir bajo el mandato de su padre. "Para ser honestos, no tienen ni idea de lo que pasó en los 60 y los 70", declaró al diario 'South China Morning Post'. "Solo saben lo que han leído en los libros, y lo que ahí aparece no es información suficiente".

Según Amnistía Internacional, durante el gobierno de Marcos padre, 70,000 personas fueron encarceladas, 34,000 torturadas y 3,240 asesinadas. Además, la deuda nacional creció de los 2,000 a los 30,000 millones de dólares, mientras que su familia y allegados se hacían con una ingente fortuna.

Pese a que su hijo se ha distanciado de la brutalidad de su padre, sus adversarios aseguran que se niega a criticarlo y que lo defiende.

El hasta hoy presidente Benigno Aquino, hijo de Corazón Aquino, es uno de sus más fervientes detractores. "Los parientes del dictador podían haber dicho, 'mi padre estaba equivocado, quiero una oportunidad para corregir esto'", declaró en un acto celebrado en febrero. "Pero si él no puede ver el mal que hizo su familia, ¿cómo sabemos que no volverá a pasar otra vez?".

Aquino también se ha mostrado muy crítico con el que se perfila como su sucesor en el cargo, un Duterte al que considera "un dictador en ciernes". Este fin de semana, incluso sugirió que alguno de los candidatos que va por detrás en los sondeos se retirara de la carrera presidencial y pidiera el voto para sus rivales con el fin de batir a Duterte, pero su idea no encontró respuesta entre los interpelados.

No obstante, sus alegatos no parecen calar entre una población que ha caido rendida a los discursos directos y espontáneos de estos dos políticos.

"La gente que apoya a "Bongbong" Marcos es la misma que se inclina favorablemente hacia Duterte", apuntó Gerard Finin, investigador del Centro Este-Oeste de Honolulu, al diario hongkonés. "Es gente que piensa que un liderazgo fuerte es necesario, independientemente del estado de derecho. No creo que sea una mayoría, pero hay personas que han olvidado la posición en la que dejó la ley marcial a Filipinas en términos económicos y de derechos humanos, así como de todas las cosas que nos ha costado décadas reconstruir" añadió.

Además de la presidencia y la vicepresidencia, que se eligen por separado, los 55 millones de electores acuden a las urnas para decidir otros 18,000 cargos, incluídos 12 senadores, 291 parlamentarios y 80 gobernadores provinciales. (Ismael Arana / El Mundo)