domingo, 8 de mayo de 2016

mayo 08, 2016
SAO PAULO, Brasil, 8 de mayo.- Sin esperanza de continuar en la presidencia a partir del próximo día 11, el miércoles, cuando se realizará la votación en el Senado, la prensa local informa de que Rousseff saldrá del Palacio de forma simbólica: bajará la misma rampa por la que subió al llegar al poder en 2011, con los aplausos de los movimientos sociales. Según los mismos medios, Dilma Rousseff ser dirigirá al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, que se transformará en una especie de búnker de resistencia frente al Gobierno interino de Temer.

En medio de esta fiebre de actos públicos, la presidenta brasileña inauguró esta semana la que será su mayor obra y la más criticada: Belo Monte, una de las mayores hidroeléctricas del mundo, construida en medio de la Amazonia y considerada por muchos especialistas como un desastre ambiental. «Estoy muy orgullosa de las decisiones que tomé», declaró Rousseff durante la inauguración de la polémica obra. Precisamente, la hidroeléctrica fue uno de los focos de la corrupción entre políticos y constructoras durante los 13 años de Gobierno del Partido de los Trabajadores.

Según el periódico O Globo, los auxiliares de Dilma consideran de mala suerte que baje por la rampa del Palacio Presidencial, Planalto, porque por ahí subió al asumir el cargo.

Nadie duda del desenlace, a pocos días de la votación en el Senado que debe comenzar oficialmente el juicio político contra Dilma Rousseff y su salida del Palacio del Planalto durante los seis meses que dura el proceso. Pero mientras llega ese momento, la presidenta de Brasil se dedica a inaugurar obras, aumentar los recursos para programas sociales y los sueldos públicos, así como otras medidas económicas que caerán en la cuenta de su sucesor.

«Tengo la disposición de resistir. Resistiré hasta el último día», dijo la mandataria este viernes sobre su probable vida en la retaguardia, aunque reiteró que es víctima de «un golpe» y de «un proceso violento». Hasta el último minuto, su defensa buscará la anulación del proceso. Para ello debe cuestionar el papel del hasta ahora presidente del Congreso, Eduardo Cunha, enemigo declarado de Rousseff e investigado por la Justicia. Esta semana, Cunha fue destituido de su cargo por la Corte Suprema, por varias acusaciones de corrupción. Sin embargo, las posibilidades de la defensa de Rousseff parecen nulas, así como que regrese al poder después de seis meses, después de ser acusada de maquillar las cuentas públicas.

Con apariencia cansada y resignada, Dilma Rousseff quema sus últimos cartuchos. Este sábado viajó a Tocantins, en la frontera amazónica, para inaugurar obras y entregar proyectos agropecuarios, pesca y educación. Junto a la ministra de Agricultura y Pecuaria, Katia Abreu -una de las pocas que se mantuvieron leales, pese a pertenecer al partido del vicepresidente Michel Temer-, Rousseff inauguró un centro de investigación sostenible de producción agropecuaria de Embrapa, centro estatal de referencia internacional en esos estudios.

La presidenta también inauguró el sábado la Universidad Federal de Araguaína, una escuela de medicina y una agencia interestatal presentada como un nuevo modelo agrícola del país. La Agencia Matopiba unirá parte de los estados Tocantins, Maranhão, Piauí y Bahia, cubrirá 337 municipios con 6 millones de personas y 73 millones de hectáreas. (Verónica Goyzueta / ABC España)