jueves, 28 de abril de 2016

abril 28, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Emiliano Zapata, líder histórico de los campesinos durante la Revolución 1910/17, planteó lo que veía sin necesidad de consultar estadísticas: “la educación en vez de igualar reafirma los privilegios de la clase dominante”. Hoy después de consultar datos llegamos a la misma conclusión: el 50 por ciento de la población no concluye la primaria y menos del 10 por ciento pisa la Universidad fundamentalmente por motivos económicos y falta de oportunidades. Los altos y mediados cargos de gobiernos, empresas públicas y privadas, están en manos de quienes poseen escolaridad. El 90 por ciento de los hijos de campesinos, artesanos, empleados, siguen en el oficio o trabajo de sus padres.

2. No es un problema de ignorancia, de flojera, tradición o “mala suerte”. En un asunto de estructura social impuesta por el capitalismo: “los hijos de los explotados deben seguir siendo explotados y los hijos de los ricos seguir gozando de la herencia de sus padres, porque Dios así los hizo; pero a cambio ningún rico atravesará por el ojo de una aguja, o sea, por las puertas de cielo”. Esas frases difundidas mundialmente por la iglesia han sido un puntal del sistema de dominación capitalista que ha calado profundamente en el pensamiento de los seres humanos. ¿Para qué protestar, para qué preocuparse, luchar por la justicia o la igualdad si las cosas están hechas inteligentemente por Dios?

3. Desde siempre el porcentaje del presupuesto público dedicado al ramo de Educación ha sido de los más grandes del país por la enorme cantidad de maestros y empleados de la SEP (quizá un millón 800) además de los muchos millones de pesos que cobran sus altos funcionarios. Pero esa cantidad nunca ha sobrepasado el 4.1 del Producto Interno Bruto (PIB) ¿Se olvida que la UNESCO (dependiente de la ONU) recomendó desde 1946 que se invierta en educación el 8 o 12 por ciento del PIB y que en México cuando más se ha invertido el 4.1 por ciento? Así que no hay pretexto: la educación ha ido de mal a peor porque han preferido invertir la autoridades en armas y ejército.

Un buen educador necesita conciencia, conocimientos y pedagogía

1. El maestro es también un escolarizado con objetivos y programas elaborados por la clase dominante. Sin embargo, al escoger ese trabajo, demuestra un principio de sensibilidad humana. Me pregunto: ¿Será que los maestros, las enfermeras, los médicos, las y los servidores sociales, incluso los curas, por ese trabajo de trato directo muy específico, con niños, jóvenes, seres humanos, se hagan más sensibles que los demás trabajadores? En las escuelas Normales se enseña pedagogía, didáctica, historia, filosofía, sociología, deportes y demás materias donde el centro de la enseñanza es provocar el cambio sustancial o accidental en un ser humano, sacar “una fórmula de la potencia de la materia”.

2. Equivocadamente se ha orientado a los maestros como dadores de conocimientos, sobre todo como “correas de transmisión” de las ideas y programas elaborados por la clase dominante para seguir controlando a los de abajo. El maestro no es un transmisor de conocimientos sino un facilitador de métodos para cuestionarse, buscar, investigar y llegar a los conocimientos. En las escuelas no se imparten los “conocimiento verdaderos” (porque en última instancia la verdad no existe) sino que mediante la pedagogía, la sicología, la didáctica, se busca abrir la mente, la inteligencia de los participantes para que en conjunto se busquen las ideas que pueden acercarse a eso que llaman “verdad”.

3. Se puede estudiar otra carrera: abogado, ingeniero, médico, pero para enseñar se necesita conciencia y voluntad para abrir el pensamiento de los demás. Lo que sucede en México es que para aprender también se requieren condiciones: la alimentación necesaria, un ambiente de aprendizaje en el hogar, saber para qué se estudia y sentir la necesidad de ello. Ya lo decía Paolo Freire: “no se trata de depositar conocimientos en la cabecita de los estudiantes como depósitos bancarios, sino de construir juntos (“maestros” y “alumnos”) los conocimientos que se necesitan”. El maestros el más “sabio” cuando provoca el deseo permanente de aprender y de ser críticos ante el mundo que nos rodea.

La escuela no trasforma a la sociedad; es la sociedad la que transforma a la escuela

1. No olvido que el liberal burgués Valentín Gómez Farías, allí por 1833 estando con Santa Ana en el gobierno de México, señaló algo así: “no permitamos que el clero y los conservadores se adueñen de la mente de los niños dominando con su ideología la escuela”; después de él muchos liberales han repetido esas ideas. ¿Por qué entonces se repite como loro que el pueblo mexicano y los pueblos del mundo son pobres porque no fueron a la escuela? ¿Por qué los ricos sin haber estudiado mucho (o nada) son multimillonarios que gobiernan y dominan en todos los países? Parece que el monopolio político, económico, la dominación social, no es un problema de escuela, de educación, de títulos o grados, sino de clase social y estructura económica.

2. Con Marx, luego con Althusser, aprendí como dogma que “la ideología dominante en una sociedad siempre es la ideología de la clase dominante”. De cada cien personas que escucho 99 piensan “normalmente” como capitalistas y sólo una “raramente” busca escapar (con dificultad) de ese pensamiento. En la escuela, la iglesia, la sociedad, se enseña a partir de la moral cristiana a ser individualista; a estudiar sólo y obtener una calificación; a conseguir un trabajo, tener una familia en privacidad y a defenderla. Las instituciones sirven para promover la productividad, el consumismo, la propiedad privada y la acumulación de riquezas. ¿Quién ha creado los objetivos, los programas, los métodos de enseñanza sino no es la clase dominante?

3. La escuela debe cambiarse de raíz, pero ello sólo es posible después de una revolución; mientras tanto la escuela seguirá siendo –junto a los medios de información- el instrumente ideológico más importantes de la burguesía. ¿Cómo dejar de cantar el himno, los honores a la bandera y a los héroes de la burguesía, el autoritarismo de maestros y gobernantes, buscando que los estudiantes y futuros ciudadanos se tornen críticos, reflexivos y analíticos? Sólo lo lograremos cuando como sociedad liberada logremos construir escuelas igual de libres y críticas. En tanto sigamos dominados por la burguesía la escuela seguirá siendo un instrumento de dominación no solo de gobierno, los sindicatos espurios y los empresarios, sino de la ideología capitalista. (28/IV/16)