martes, 12 de abril de 2016

abril 12, 2016
Fernando Novelo, Vocero del Observatorio de la Facultad de Derecho de la UADY

Carlos Macedonio
Interdicto Director de la Facultad de Derecho de la Uady

CÓMO HACER QUE PAREZCA QUE LOS PROFESORES Y ALUMNOS DE LA UADY ELIGIERON A SU DIRECTOR EN TRES ACTOS (3/3)

Carlitos Macedonio me recuerda a Sísifo quien fue condenado por Zeus a un castigo cruel por toda la eternidad: debía subir a fuerza de brazos una gran piedra hasta una cumbre del inframundo. Pero cada vez que el desdichado llegaba a la cima, la roca se le escapaba de las manos y rodaba por la ladera hasta abajo. No le quedaba otro remedio que descender y recomenzar su esfuerzo, sabiendo que nunca sería coronado por el éxito.


La personalidad de los que encabezan una Institución termina por imponerse en la misma. Cuando a un equipo le hace falta personalidad lo primero en lo que se piensa es en el cambio de quien lo encabeza. Lo anterior lo traemos a colación por el constante lamento de los Profesores de la Facultad de Derecho de la Uady, quienes añoran la grandeza de una Facultad que ha nutrido con sus egresados a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial; amén de Investigadores, Abogados Postulantes, e insignes ciudadanos.

Hoy, lo único que hace falta a la entrada de facultad de Derecho de la Uady, es un arco metálico con la leyenda “Arbeit Macht frei” emulando la reja de entrada a Auscwith. Los Abogados que antaño enseñaban eran referencia para los alumnos por sus éxitos profesionales. El alumno “alucinaba” pensando un día ser como ellas y ellos. Ya no. Ahora el Profesor va por comida para su familia, bálsamo para su desempleo, para inflar un poquito su currículo vitae en blanco, porque le suplicaron los “enganchadores” (autoridades de la facultad) una horita o dos para ayudar al pobrecito Carlitos Macedonio en su encargo que lo aplasta. Y que pone en evidencia su orfandad social, profesional y académica.

Al Profesor de la Facultad de Derecho de la Uady se le obliga a checar tarjeta de entrada y salida como si fuera empleado de un costurero maquilador; se le cronometra el tiempo que le toma trasladarse de aula a aula; el tiempo que usa para tomar un refrigerio; no se le permite descanso entre módulo y módulo de clases; no cuenta con un área para sentarse unos minutos a tomar aire; se les monitorea para evitar se reúnan (se les aplica el más de dos maestros reunidos es complot); se les da cita para hablar con el Director “para la próxima semana”, o una secretaria te pregunta “¿que para qué?”. El Profesor elabora y organiza su clase; realiza la labor administrativa que antaño recaía en los auxiliares administrativos; alimenta las bases de datos que son caóticas y sin apoyo técnico; retroalimenta al alumno, le sirve de tutor y tiene que buscar la forma “de que todos pasen” (la instrucción de Carlitos Macedonio es: “todos pasan”). En la Facultad de Derecho de la Uady se maneja la política de que el alumno reprueba por que el Profesor es malo. –“Cosas Veredes amigo Sancho que farán fablar las piedras”.

Abundando sobre lo anterior, el alumno sabe perfectamente de esta política y deja la responsabilidad de pasar la asignatura y el semestre en manos de los Profesores. Escandalizan las preguntas y aseveraciones de los jóvenes en el siguiente sentido: “¿y qué vamos a hacer Profe?” “¡usted sabe profe que el curso de verano e invierno es base por bolas!” “¿qué se le ocurre Abogado para solucionar mi problema?” “¡no puedo tronar ya, a ver que hacemos Profe!” “¡si no me puede ayudar hablo con el Director y listo!”

Lo anterior no es culpa de los jóvenes estudiantes de Derecho, es culpa de las autoridades que con la única finalidad de mejorar el número de egresados, la estadística, y eficientar el presupuesto recibido por alumno, se olvidan de la calidad educativa, de los jóvenes y de su futuro. Los están mandando al matadero cuando egresen de la Facultad de Derecho de la Uady, y ellos lo saben: egresan sin saber: expresarse con propiedad, escribir, hablar en público, investigar, sin práctica profesional alguna… todo es un simulacro… y ellos lo saben. La facultad de Derecho de la Uady se ha convertido en un estacionamiento social para sacar de las calles y del desempleo a 1500 jóvenes, por 5, 7 ó 9 años. Es un crimen lo que está haciendo el Veterinario Rector y su accesorio Carlitos Macedonio. ¿Pero que se puede esperar de ellos? Por eso empezamos mencionando la personalidad que termina siendo asimilada por la Institución. Y esto da pie a una nueva investigación e información que por su puesto compartiremos.

¿Quién es José de Jesús Williams? ¿Dónde nació? ¿Dónde creció? ¿Quiénes son sus amigos de juventud? ¿Cuáles eran sus aficiones y divertimentos? ¿Cuál su personalidad? ¿Cuál es la opinión sobre él de quienes en verdad lo conocen? ¿Cuál es su historia? ¿Lo ha cambiado el puesto “el poder”? y repliquemos lo mismo para el Abogado General, Renán Solís (rector de closet y designador de Directores); y por supuesto al Interdicto Director Carlitos Macedonio. Lo anterior no es una ocurrencia; en sobradas ocasiones las fuentes internas y externas nos explican los porqués de estas actitudes destructivas y nos hacen referencia a las respuestas de estas preguntas; pero siendo justos debemos investigarlas y agotarlas antes de compartirlas con ustedes. Parecen preguntas agresivas pero no lo son; son sólo preguntas, ¿Qué no?

De alguna manera en esas respuestas quizá encontremos trazas de una personalidad que nos ayude a comprender las razones por las que la Facultad de Derecho de la Uady está hecha hoy un “Cementerio”: una facultad vacía de alumnos bajo un sistema que ya no privilegia ni la asistencia del alumno ni la cátedra del Profesor ni las evaluaciones; una facultad donde profesores deambulan y se comparten medios saludos y matan el tiempo “metidos” en sus autos porque les cerraron las Sala de Maestros; una facultad donde los manuales y administrativos ya no sienten “la camiseta” ni se sienten parte del equipo pues son tratados como objetos y con desprecio.

La personalidad de quien no comparte el orgullo de ser abogado más la personalidad de quien como decimos en Yucatán “es como el huix de la tortolita que ni huele ni apesta” ponen en peligro el futuro de los jóvenes egresados, que en vez de vitorearles y desearles éxito al finalizar sus estudios, bien se les podría gritar en un contexto laboral futuro, dead man walking.

Pero no sólo tenemos palabras; también tenemos acciones. Docentes, administrativos y manuales (comprometidos con esta causa) estamos trabajando para que la Facultad de Derecho vuelva a ser un lugar maravilloso para aprender, enseñar y trabajar. Pasado este trago amargo retomaremos el rumbo, y sólo recordaremos con triste añoranza este craso error que hoy aflige a nuestra Alma Mater y a la insigne Facultad de Derecho.