sábado, 16 de abril de 2016

abril 16, 2016
María Laura Avignolo / Clarín

Bhutan es el reino de la felicidad y la armonía. Así miden su Producto Bruto Interno. Los duques de Cambridge, herederos al trono británico, llegaron allí  desde la India, en otra escala de un viaje de ocho días y con 22 actos oficiales, dispuestos a respetar el alma del país. También pensaban  cumplir un desafío que el príncipe Carlos no había podido conquistar en su visita oficial porque sufre de vértigo. Un trekking de 3 horas, montaña arriba, hasta llegar al más espectacular monasterio budista conocido como el Nido del Tigre.

Esta empinada cuesta, en las paradisíacas y verdes montañas del Himalaya, dejó al príncipe William exhausto y transpirado al igual que sus ayudantes, la peluquera y la asistente de vestuario de la princesa. La gran sorpresa fue Kate, la duquesa de Cambridge, en un estado físico que hasta un atleta envidiaria. Impecable, perfecta, fotogénica, sin sofocón y con gran sonrisa.

Catalina y Guillermo en el Nido del Tigre. Enlace a Bután: El país que no contamina.

Ni una gota de transpiración a lo largo del camino y sin botas de hiking. Con una camisa blanca, un chaleco de cuero, con una pashmina que se sacó a medida que la temperatura subía, pantalones de jean, y unas botas largas de media cana de cuero de Penélope Chilver, que cuestan 475 libras y que ella usa desde el 2004, la duquesa sorprendió a todos, hasta con su humor.

Cuando llegó a la piedra acordada para posar ante la prensa, Kate se mostró espontánea, natural, ante el grupo que la acompañaba con sus caras enrojecidas por el esfuerzo. “Es fantástico para quemar el curry”,dijo. Es  el plato nacional en el sudeste asiático y a lo largo del viaje, lo probaron en todas sus versiones en las comidas oficiales en India y Bhutan.

“¡Qué experiencia extraordinaria!”, dijo la duquesa.”Yo tengo mucha suerte y soy una afortunada de ver este bellísimo paisaje. Como dice William, es conocer el país”.

Los fotógrafos que acompañan a los Royal  trabajaron en un clima de armonía esta vez, sin tensiones entre ellos y el duque, que después de la muerte de su mamá, se tensa ante los paparazzis. La pareja real posó con el fondo del monasterio. Pero los fotógrafos utilizaron con lentes largos, desde arriba,cuando Kate y William caminaban abrazados montaña arriba, entre los pinos, como una pareja enamorada de vacaciones.

El monasterio del siglo XVII es el corazón de budismo en Bhutan, en pleno valle de Paro, a 90 minutos de su capital, Thimpu. La leyenda sostiene que en el siglo VIII, Guru Padmasambhava, que introdujo el budismo en Bhutan, llegó al monasterio en un tigre y de allí le viene el nombre de Nido del Tigre.

En sus últimos 1000 metros antes de llegar al monasterio, los monjes comenzaron a cantar, las campanas repiqueteaban junto con los timbales y las trompetas. Un escena idílica para la recepción de la pareja, que la televisión británica transmitía. El rey había enviado sus propios caballos para acompañar a la pareja, en caso de que no pudieran llegar, pero no los necesitaron.

“Mi padre no llego a la cima. Es algo que voy a recordarle cuando lo vea”, bromeó William con los periodistas, relajado.

Era el primer día de “vacaciones” de los príncipes en un gira muy dura, cargada de recepciones y visitas, donde el heredero debió hablar con el primer ministro indio de la venta de Tata, la mayor productora de acero británica en manos de los empresarios, y el riesgo de dejar a miles de obreros sin trabajo, por pedido del gobierno británico.

La intensa agenda de William y Kate en India y Bhutan tiene también otros objetivos. Una campaña de los diarios tabloides británicos los muestran reticentes a cumplir con actos oficiales reales, confinados en su casa de campo con sus hijos George y Charlotte y con el príncipe haciendo un trabajo part time de conductor de aviones de rescate sanitario en Norfolk, cuyo salario dona. Les remarcan que la reina y el príncipe Felipe cumplen hasta con 300 actos oficiales por año y ellos menos de 20. Ambos han comenzado a sufrir esas intrigas palaciegas que lastimaron a Diana, la princesa de Gales, hasta su divorcio del príncipe Carlos. La diferencia es que están felices y cuentan con el apoyo de la reina Isabel, que deriva en ellos, el príncipe Harry y el príncipe Carlos y Camilla sus viajes al exterior por su edad. Cumplirá 90 años la semana que viene.

George y Charlotte, sus dos pequeños hijos, quedaron en Anne Hall, la casa de campo en Norfolk, al cuidado de su niñera española. Cuando los chicos indios preguntaron por ellos, Kate explicó que George es una tromba incontrolable y debería crecer un poco para poder acompañar a sus padres.

“Los extrañamos. Masivamente”, admitió el duque.”Esperamos verlos pero están en buenas manos”. Los han llamado “muchas veces” a lo largo de esta semana y volverán con ellos cuando “sean un poquito mas móviles”.

En el camino del trekking, los duques fueron al mercado de artesanías. Él compró un tigre de bronce y ella unos aros azules de cinco libras esterlinas.

El rey y la reina de Buthan son jóvenes como los de Cambridge, se educaron en Gran Bretaña y acaban de tener un hijo en febrero. La visita de Kate y William al pequeño reino busca consolidar una “nueva democracia y el Foreign Office británico pidió esta visita en esta estratégica parte del mundo” dijo un vocero del palacio de Kensington.

Hoy es el último día del tour real a Bhutan, antes que partan nuevamente a India a visitar románticamente el Taj Mahal. Será una gran diferencia con la famosa foto de la princesa Diana sola, sin el príncipe Carlos,  frente al icónico edificio de los enamorados, para demostrar que su matrimonio estaba en ruinas.