lunes, 28 de marzo de 2016

marzo 28, 2016
MÉRIDA, Yucatán, 28 de marzo.- “Chico” es uno de los siete papiones que en junio pasado la Profepa rescató del abandono en una comisaría meridana y que a consecuencia de las precarias condiciones de salud en que se encontraban fueron canalizados al Parque del Bicentenario, Animaya, para que recibieran la de vida atención.

“Quien haya visto a “Chico” ese día hoy difícilmente lo reconocería”, comenta la bióloga Claudia Ham, quien ha estado a cargo de esos animales desde que llegaron a Animaya el 25 de junio de 2015.

La recuperación de “Chico” es notoria, ya que incluso dos días después de su ingreso al zoológico municipal tuvo que ser sometido a un tratamiento intensivo luego de sufrir un “shock” a causa de su mal estado. En ese momento, los huesos de la cadera de “Chico” era muy sobresalientes por la falta de tejido muscular.

Mono que la Profepa llevó maltrecho ahora goza de excelente salud.

Ocho meses después, este ejemplar de papión sagrado es uno de que se observan más desarrollados.

“Chico” llegó junto con otros seis papiones, pero uno de ellos murió el mismo día en que fue rescatado por la extrema desnutrición que tenía. Los animales pertenecían a un circo que los dejó abandonados dentro de sus jaulas en la comisaría de Xmatkuil. Al principio fueron trasladados al parque de El Centenario, que cuenta con registro de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales como Predio o Instalación que Maneja Vida Silvestre.

Luego fueron trasladados a Animaya, donde tendrían mejores condiciones para su recuperación. Legalmente este zoológico está constituido como Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre.

El jefe de zoológicos de Servicios Públicos Municipales, Manuel Campos Ancona, informó que los papiones que permanecen en Animaya son un macho adulto, dos machos jóvenes, y dos hembras y un macho infantiles.

Todos llegaron desnutridos, con un deterioro orgánico muy avanzado y un gran debilitamiento físico. Estas condiciones fueron la causa de que “Chico” tuviera que permanecer bajo cuidados intensivos a unos días de su llegada.

Poco a poco, con la dedicación y el cariño que recibieron de sus cuidadores, los seis primates fueron saliendo adelante.

A fuerza de dietas balanceadas, medidas de higiene adecuadas, desparasitación y vitaminas, los animales recuperaron la salud. Incluso, los profesionales que los cuidan establecen “terapias ocupacionales” que les permiten recuperar el comportamiento normal y dejar atrás el estrés y nerviosismo a que estuvieron sometidos.

Estas “terapias ocupacionales”, dice la bióloga Ham, incluyen darles recipientes rellenos con algún alimento para que ellos se entretengan buscando la manera de abrirlos, hojas de de gran tamaño, como las de plátano, untadas con mermelada, columpios que paulatinamente aprenden a usar o paletas de leche con cereales que logran comer sosteniéndolas de la base de madera.

“Chico” muestra una sorprendente recuperación en estos ocho meses. En cuanto al ejemplar macho adulto, al que sus cuidadores llaman “El grande”, en la actualidad también se ha recuperado por completo, pero mantiene cuidados especiales ya que, por ejemplo, llegaron sin varias piezas dentarias y por eso sus alimentos se pican o fraccionan en partes muy pequeñas para que las mastique fácilmente.

Los animales reciben una dieta balanceada que incluye alimentos comerciales especialmente diseñados para primates, complementada con frutas y vegetales, probióticos y vitamínicos. Incluso se cuida su ingesta de azúcar para evitar problemas en la dentición, especialmente de los pequeños.

“Chico” y los otros papiones rescatados junto con él forman parte de los aproximadamente 230 animales procedentes de resguardos de la Profepa que reciben albergue en los zoológicos municipales. El Ayuntamiento eroga al mes unos $350 mil en la alimentación y en medicamentos de estos ejemplares. Esa cantidad, representa el 43% del presupuesto destinado a esos rubros en los zoológicos Centenario, Animaya y Mulsay.

El Ayuntamiento de Mérida se hace cargo de los animales que decomisa Profepa como un acto de buena voluntad y cooperación con la autoridad federal que no aporta recurso alguno para su mantenimiento, alimentación y cuidado.