jueves, 24 de marzo de 2016

marzo 24, 2016
BRUSELAS, Bélgica, 24 de marzo.- Los terroristas estaban listos para atentar en Bruselas en cualquier momento, pero todo se precipitó por la detención el viernes de Salah Abdeslam. Así lo confiesa en su testamento Ibrahim el Bakraoui, uno de uno de los dos kamikazes del aeropuerto de Zaventem. «Existe precipitación. Me siento perseguido por los cuatro costados. Si espero más, terminaré con él [Abdeslam] en una celda», relata. Así lo desveló el fiscal federal de Bélgica, Frédéric Van Leeuw, quien informó de que Ibrahim tiró su ordenador a una papelera de la calle Max-Roos, muy cerca del piso del barrio de Schaerbeek desde donde tomó el taxi para ir a la terminal internacional en compañía de otros dos terroristas. Uno se inmoló y el otro sigue huido.

Éste, el segundo atacante suicida del aeropuerto, quien todavía no ha sido identificado oficialmente, pero fuentes judiciales lo confirman, se trataría de Najim Lachraoui, el artificiero del grupo, ya buscado junto con Mohammed Abrini por las matanzas de París.

La polémica ya está servida con el envenenado anuncio del presidente turco, Recep Tayip Erdogan: «Detuvimos y expulsamos el 14 de julio hacia Bélgica a uno de los atacantes. Advertimos a las autoridades belgas, pero estas lo dejaron en libertad por no disponer de pruebas contra él». Con estas dos frases lapidarias Erdogan, puso la valía de las autoridades belgas en tela de juicio. Se refería a Ibrahim el Bakraoui. Fue detenido en junio del 2015 en Ganziatep, y fue deportado. El ministro de Justicia, Koen Geens, salió al paso y aseguró que el deportado fue trasladado a Holanda, lo que evidencia la falta de coordinación que censuró la Comisión y que este jueves abordarán los ministros de Interior de los 28 en Bruselas.

Tres kamikazes

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Según la foto de las cámaras de seguridad del aeropuerto, Ibrahim El Bakraoui es el del centro (y el único identificado oficialmente) y el otro kamikaze, el artificiero, es el de la izquierda (son los que llevan un guante en su mano izquierda para ocultar los dispositivos de activación). Estaba sin identificar, pero saltó la sorpresa y varios medios confirmaron que se trata de Najim Laachraoui, el supuesto fabricante de los explosivos y cerebro del 22M. Hasta entonces se pensaba que era la persona del sombrero. Un hombre clave considerado por la Policía como el nuevo enemigo número uno y que demostraría la conexión cada vez más clara entre París y Bruselas. Y entonces, ¿quién es el huido? Es la nueva gran preocupación de los servicios de inteligencia del país.

Su arresto será clave para poder seguir completando el puzle del 13N parisino porque es el nexo más evidente de que ambas masacres estaban relacionadas. Respecto a la masacre del metro, el fiscal confirmó que también fue provocada por un kamikaze que responde a la identidad de Khalid el Bakraoui.

El fiscal Van Leeuw reveló que la masacre pudo ser mucho peor ya que la maleta que llevaba el yihadista huido no estalló como estaba previsto. «Dejó un gran bolso y se fue antes de las explosiones. Contenía la carga explosiva más importante. Poco después de que llegaran los artificieros, el bolso explotó debido a su gran inestabilidad, pero nadie resultó herido».

Pero si hay una persona clave en la investigación es el taxista que les llevó hasta el aeropuerto. Él fue quien dio la voz de alerta a la Policía tras ver su foto en la televisión. Los terroristas habían pedido una furgoneta pero al final fue un turismo, lo que impidió que llevasen todas las maletas que querían. Fue el taxista el que llevó a la Policía hasta el piso de Schaerbeek, donde encontraron 15 kilogramos de explosivos, 150 litros de acetona, 30 litros de agua oxigenada y una maleta con clavos.
Cómo desenmarañar la complicada red de conexiones yihadistas

¿Quién es quién en el puzle yihadista? ¿Cómo se configuran las conexiones entre los miembros de las células terroristas del Daesh que actúan en Europa? Son las incógnitas que trata de resolver la inteligencia belga. Los atentados de París y de Bruselas han dejado claro que la amenaza no proviene únicamente de los lobos solitarios. Los yihadistas disponen de una amplia red de apoyo logístico para acometer sus planes sangrientos. 

Algunos nombres se repiten una y otra vez. Najim Laachroui, «el artificiero» responsable del operativo de Bruselas, ya estuvo vinculado a los atentados de París. Allí se encontraron cinturones explosivos con sus huellas y ADN. Las autoridades húngaras lo sitúan en Hungría el pasado septiembre con Mohamed Belkaid, el yihadista que fue abatido en la operación de hace una semana en Forest. Hasta allí viajó Salah Abdeslam para recoger a varios de los autores de los atentados que estremecieron París el 13 de noviembre.

Colaboración estrecha

Ambos colaboraron con un tercer yihadista, Abdelhamid Abaud, considerado el cerebro de los atentados de París. El terrorista fue abatido a tiros por la policía gala mientras se atrincheraba en su apartamento de Saint-Danis. Las investigaciones alrededor de su historial ponen los pelos de punta.

El belga de origen marroquí había logrado escapar de la redada que la policía de su país llevó a cabo en Verviers el 15 de enero del 2015, tras el atentado contra la sede del satírico Charlie Hebdo. La célula yihadista estaba ultimando los planes para replicar el ataque en Bruselas. Quedó parcialmente desarticulada, pero algunos, como Abaud, lograron escapar y siguieron desarrollando otros planes.

Según el diario Le Monde, la policía griega habría encontrado en el apartamento de un cómplice de Abaud, una foto en la que el yihadista aparecía escribiendo en un ordenador hallado posteriormente en un registro. En él encontraron notas manuscritas sobre los planes que albergaba para atacar un aeropuerto. El diseño de esos esquemas se ajustaría al plan de ataque que sufrió Zaventem el pasado martes.

«Modus operandi»

La policía no descarta la posibilidad de que el Estado Islámico actúe siguiendo la lógica de una secuencia de proyectos. Cuando la cabeza del comando cae, se sustituye por otra. Esto explicaría que la detención de Salah Abdeslam haya precipitado los atentados. El asedio al que estaba sometida la célula solo dejaba dos vías posibles: la caída del comando entero o la ejecución prematura del plan.

A pesar de ello, no se descarta tampoco la venganza. Salah Abdeslam será una pieza clave, no solo para poder desenmarañar la red de conexiones sino para entender cómo se articula Daesh en Europa.
Lazos de sangre para garantizar la lealtad

Una de las principales coincidencias en los últimos atentados vinculados al terrorismo islamista tiene que ver con los lazos de sangre que unen a varios de sus protagonistas. Si Mohammed Atta reclutó voluntarios para el 11S y el 11M español corrió a cargo de un grupo de pequeños traficantes arrepentidos, en los últimos años el Estado Islámico ha reunido a núcleos familiares como una manera de comprometer la lealtad de sus miembros y garantizar el cumplimiento de los objetivos marcados. En Bruselas se inmolaron los hermanos El Bakraoui, Khalid e Ibrahim, uno en el aeropuerto y otro en el metro, dos figuras conocidas del crimen organizado en Bélgica. La policía belga conocía bien a Ibrahim, que en octubre del 2010 fue condenado a prisión por haber disparado con un Kalashnikov en un atraco a una agencia de cambio, según La Dernière Heure. Khalid fue condenado en febrero del 2011 a cinco años de prisión por robo de coches con violencia.

Es probable que en las últimas semanas los hermanos El Bakraoui hayan compartido tiempo, conversaciones y preparación con Salah Abdeslam, el único superviviente del 13N que ha sido capturado y que confesó que no se atrevió a detonar su cinturón explosivo para convertirse en suicida, como sí hizo su hermano Brahim en el restaurante Comptoir Voltaire parisino.

Apenas diez meses antes, en el ataque contra la revista Charlie Hebdo participaron otros dos hermanos, Cherif y Said Kouachie, huérfanos de origen argelino y con largos expedientes delictivos a sus espaldas, que murieron durante el asalto policial al escondite del noreste de París en el que se refugiaron tras el atentado contra los caricaturistas galos. Años antes, el 19 de marzo del 2012, la Policía francesa también tuvo que hacer frente a otra acción terrorista con lazos familiares en Toulouse, cuando el pequeño de los Merah, adiestrado por su hermano mayor, mató a tres niños y un rabino. (lavozdegalicia.es)