miércoles, 3 de febrero de 2016

febrero 03, 2016
Pedro Echeverría V.

1. El presidente, el secretario de Hacienda y el del Banco de México, cobran un montonal de dinero: más de medio millón mensual cada uno; pero México se hunde: no crece su economía, su producción no alcanza y su moneda se desploma. ¿Qué igual están otros países  gobernados por la misma clase social y política? En el capitalismo unos pierden (la enorme mayoría de la población) y otros ganan quedándose con las utilidades. Esas son las empresas y empresarios que cada año nos anuncian que obtuvieron ingresos de miles de millones de pesos por buena administración. ¿Por qué unos pocos ganan y la inmensa mayoría pierde si se dice que quien trabaja vive bien y los flojos mueren de hambre?

2. El desarrollo industrial en el período 1940 -1970 mantuvo un ritmo de crecimiento sostenido, aunque basado en un mercado cautivo que le proporcionaba la política proteccionista diseñada por el Estado. El país creció a un ritmo de seis por ciento como consecuencia el desarrollo de empresas sin competitividad con el exterior. A ese periodo se le llamó “el milagro mexicano” o “desarrollo estabilizador”, pero como siempre sólo benefició a un sector minoritario. Por ello a partir de 1970 se anunció el inicio del “desarrollo compartido” para que la población reciba lo que le corresponda.  Otra vez  ello fue un engaño al pueblo que nunca ha dejado de vivir la miseria y el  abandono.  Hoy se informa de lo mismo.

3. Los expertos y asesores del BM reducen de 2.74 a 2.69 por ciento su proyección sobre el crecimiento económico mexicano en el presente año, en el entendido de que aún tienen 11 oportunidades para seguir utilizando las tijeras, como hicieron de forma permanente entre 2013 y 2015. Por si fuera poco, hicieron lo propio para la expectativa de 2017, que bajaron de 3.29 a 3.18 por ciento. Para 2016 se da un margen de error entre 2.6 y 3.6 por ciento con un diferencial cercano a 40 por ciento. Entonces, de entrada los especialistas consultados permanentemente por el Banco de México apuestan al cálculo más bajo del gobierno federal para el presente año. Pero parece que a la población sigue valiéndole un carajo su miseria.

¿Habrá que esperar que el Papa llegue y se vaya de México para saber?

1. Según programación el Papa Francisco arribará a México en 12 de febrero y regresará a Roma el 17, cinco días después. Estará en Palacio Nacional, en la Catedral, en la Basílica, en Ecatepec, en el Auditorio Nacional, en Chiapas, en Michoacán, Chihuahua y algún lugar más. En cada espacio le han venido preparando recibimientos tumultuarios por dos motivos esenciales: a) profundizar la fe católica en México y la región, así como b) reafirmar el poder de la iglesia como institución mundial. Sin embargo a su alrededor se registrarán otras cosas: balancear las relaciones política/económicas en la región conciliando intereses en pugna y arreglar pendientes dentro de la misma iglesia. Los negocios que se harán o surgirán con la visita podrían ser otra cosa.

2. Ningún Papa, ni gobernante alguno –mucho menos si son de altísima jerarquía- puede actuar con libertad de acuerdo a sus deseos. No debe jamás olvidarse el poder que representan porque siempre él (no el personaje) es el que determina los programas. El Papa se hizo llamar Francisco por aquello de la iglesia de los pobres que recuperaría la presencia del Vaticano (hoy muy desprestigiado por sus eternas alianzas con el imperio, por sucesos como “la pederastia” que no ha combatido, por la persecución a homosexuales, por castigar el aborto, así como otras muchas acusaciones que ha recibido dentro y fuera de la iglesia. ¿O es que los Papas seguirán escuchando solamente a los poderosos y negando que no son instrumentos de ellos?

3. Se espera que este Papa latinoamericano obtenga la fuerza para cumplir lo que dice en su discurso a favor a de las grandes mayoría del continente. Sin embargo lo más seguro es que sea más de lo mismo: que cumpla –como lo hicieron otras papas, en especial Juan Pablo II- con la obligación de estar subordinado al Estado Vaticano que es una potencia mundial y demás poderes imperialistas. Por lo menos el 50 por ciento de la población mexicana nació bajo esta religión y les tengo un enorme respeto; no soy religioso, pero como ser humano estoy obligado a decir que si los católicos y sus representantes quieren contribuir a que en el mundo no haya explotación, opresión y pobreza hay que batallar aquí y ahora en la tierra. (3/II/16)