lunes, 15 de febrero de 2016

febrero 15, 2016
ECATEPEC / CIUDAD DE MÉXICO, 15 de enero.- "Hermanos y hermanas, ¡metámonoslo bien en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre! Solamente la fuerza de la palabra de Dios puede derrotarlo". La riqueza, la vanidad y el orgullo. Son las tres tentaciones con las que "el cristiano se enfrenta diariamente", tres tentaciones que "buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio". Francisco celebró ayer la Misa en Ecatepec, que en lengua náhuatl significa "cerro del viento", una ciudad que se encuentra en la periferia de la Ciudad de México, en la que viven principalmente personas que trabajan en la capital del país. En la zona campestre del Centro de Estudios Superiores se reunieron alrededor de 500 mil personas.

La gente pasó toda la noche en el lugar en el que se llevó a cabo la celebración, con un frío tremendo. Para acceder al espacio recibieron un boleto gratuito que distribuyó la Conferencia Episcopal de México. Pero imprimieron muchos menos de los que habrían sido suficientes.

"En mi parroquia de Toluca, a tres horas de camión de aquí —cuenta Angélica, una señora anciana que todavía estaba temblando de frío, envuelta en su jorongo de lana marrón— solo distribuyeron 100 boletos. ¡Pero ahora estamos aquí felices!".

El palco es enorme, con una enorme cruz metálica montada sobre una estructura de madera. En la parte interior hay un enorme tapete decorativo con el fondo negro que representa elementos florales y animales, típicos de la tradición indígena. Una obra que realizó un grupo de artesanos.


El Evangelio del día habla de las tentaciones de Jesús en el desierto. El Papa, después de haber recordado que la Cuaresma «es un buen momento para recuperar la alegría y la esperanza que hace sentirnos hijos amados del Padre», explicó: "Nuestro Padre, es el Padre de una gran familia, es nuestro Padre. Sabe tener un amor único pero no sabe generar y criar “hijos únicos”. Es un Dios que sabe de hogar, de hermandad, de pan partido y compartido. Es el Dios del Padre nuestro no del “padre mío” y “padrastro de ustedes”".

Pero este sueño siempre está «amenazado por el padre de la mentira, por aquel que busca separarnos, generado una sociedad dividida y enfrentada. Una sociedad de pocos y para pocos». Cuántas veces, recordó Francisco, "experimentamos en nuestra propia carne, o en la de nuestra familia, en la de nuestros amigos o vecinos el dolor que nace de no sentir reconocida esa dignidad que todos llevamos dentro. Cuántas veces hemos tenido que llorar y arrepentirnos por darnos cuenta que no hemos reconocido esa dignidad en otros. Cuántas veces (y con dolor lo digo) somos ciegos e inmunes ante la falta del reconocimiento de la dignidad propia y ajena".

La Cuaresma es un tiempo "para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar. tentaciones de Cristo… Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos".

La primera de ellas, indicó el Papa, es la riqueza, es decir adueñarnos "de bienes que han sido dados para todos utilizándolos tan solo para mi o “para los míos”. Es tener el “pan” a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos".


La segunda es la tentación de la vanidad, es decir "esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que “no son como uno”. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la “fama” de los demás".

La tercera es el orgullo, o sea "ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la “común vida de los mortales” y que reza todos los días: “gracias Señor porque no me has hecho como ellos”». Son estas las tres tentaciones « a las que el cristiano se enfrenta diariamente. Tres tentaciones que buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio. Que nos encierran en un círculo de destrucción y de pecado".

Y el Pontífice después se preguntó: "¿hasta que punto somos conscientes de estas tentaciones en nuestra persona, en nosotros mismos?". "¿ Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida? ¿Hasta dónde creemos que el cuidado del otro, nuestra preocupación y ocupación por el pan, el nombre y la dignidad de los demás son fuentes de alegría y esperanza?".

"Si nos acordamos lo que escuchamos en el Evangelio —añadió Papa Francisco dejando a un lado el texto preparado de la homilía—, Jesús no le contesta al demonio con ninguna palabra propia, sino que le contesta con las palabras de Dios, las palabras de la Escritura. Hermanos y hermanas, ¡metámonoslo bien en la cabeza, con el demonio no se dialoga, no se puede dialogar, porque nos va a ganar siempre! Solamente la fuerza de la palabra de Dios puede derrotarlo".

"Hemos optado por Jesús y no por el demonio —explicó Francisco—, queremos seguir sus huellas pero sabemos que no es fácil. Sabemos lo que significa ser seducidos por el dinero, la fama y el poder. Por eso la Iglesia, nos regala este tiempo, nos invita a la conversión con una sola certeza: Él nos está esperando y quiere sanar nuestros corazones de todo lo que lo degrada, degradándose o degradando. Es el Dios que tiene un nombre: misericordia. Su nombre es nuestra riqueza, Su nombre es nuestra fama, Su nombre es nuestro poder y en Su nombre una vez más volvemos a decir con el salmo “Tú eres mi Dios y en ti confío”. Podemos repetirlos juntos: “Tú eres mi Dios y en ti confío”".

Durante el Ángelus, al final de la ceremonia, Francisco añadió: "Quiero invitarlos nuevamente hoy a estar en primera línea, a primerar en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos en esta tierra que tiene sabor a Guadalupana, la que siempre se nos adelantó en el amor. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte".

El Papa almorzará en el seminario diocesano de Ecatepec y después por la tarde se trasladará en helicóptero a la Ciudad de México, en donde visitará el hospital pediátrico "Federico Gómez".

En el Hospital Infantil

Recibió abrazos, cartas, dibujos, billetes con flores de papel. Regaló autógrafos y sobre todo caricias y bendiciones a los pequeños huéspedes del hospital. El encuentro con los niños enfermos en el hospital pediátrico «Federico Gómez» de la Ciudad de México es el momento más conmovedor de estos primeros dos días del viaje mexicano. Es un hospital público con 212 camas que se ocupa de los niños más pobres: se ocupa solamente de enfermedades graves, curando a los niños que provienen de todo el país. Fue visitado por Juan Pablo II en su primera visita a México en enero de 1979.

En compañía de la primera dama, Angélica Rivera, la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, Papa Francisco saludó uno por uno a decenas de niños enfermos y a sus padres. «Sepa que seguiremos rezando por usted», dijo la primera dama.

«Agradezco a Dios —dijo Francisco— la oportunidad que me regala de poder venir a visitarlos, de reunirme con ustedes y sus familias en este Hospital. Poder compartir un ratito de sus vidas, la de todas las personas que trabajan como médicos, enfermeras, miembros del personal y voluntarios que los atienden. Gracias».

Francisco recordó que «hay un pedacito en el Evangelio que nos cuenta la vida de Jesús cuando era niño. Era bien pequeñito, como algunos de ustedes. Un día los papás, José y María, lo llevaron al Templo para presentárselo a Dios. Así se encuentran con un anciano llamado Simeón que, cuando lo ve, muy decidido y con mucha alegría y gratitud, lo toma en brazos y comienza a bendecir a Dios. Ver al niño Jesús provocó en él dos cosas: un sentimiento de agradecimiento y las ganas de bendecir».

«Simeón —dijo el Papa— es el ‘abuelo’ que nos enseña esas dos actitudes fundamentales: la de agradecer y a su vez bendecir. Yo acá (y no sólo por la edad) me siento muy cercano a estas dos enseñanzas de Simeón. Por un lado, al cruzar esa puerta y ver sus ojos, sus sonrisas, sus rostros generó ganas de dar gracias. Gracias por el cariño que tienen en recibirme; gracias por ver el cariño con que se los cuida y acompaña. Gracias por el esfuerzo de tantos que están haciendo lo mejor para que puedan recuperarse rápido».

Francisco repitió varias veces «gracias», y añadió: «Es tan importante sentirse cuidados y acompañados, sentirse queridos y saber que están buscando la mejor manera de cuidarnos, por todas esas personas digo: ‘¡Gracias!’».

Al mismo tiempo, continuó el Pontífice, «quiero bendecirlos». «Quiero pedirle a Dios que los bendiga, los acompañe a ustedes y a sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas sigan creciendo cada día. A todas las personas que no sólo con medicamentos sino que con ‘la cariñoterapia’ ayudan a que este tiempo sea vivido con mayor alegría. Es muy importante la ‘cariñoterapia’, ¡ayuda tanto!».

Bergoglio después les preguntó a los pequeños enfermos si conocían al indio Juan Diego: « Cuando el tío de Juanito estaba enfermo, él estaba muy preocupado y angustiado. En ese momento, se aparece la Virgencita de Guadalupe y le dice: ‘No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?’».

«Tenemos a nuestra Madre —prosiguió Bergoglio— , pidámosle para que ella nos regale a su Hijo Jesús. Cerremos los ojos y pidámosle lo que nuestro corazón hoy quiera, y digamos después juntos: Dios te salve Maria… Que el Señor y la Virgen de Guadalupe los acompañe siempre. Muchas gracias. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí».

Al final del saludo, mientras los niños y los padres le decían «¡Te queremos!», el Papa regaló al hospital un cuadro que representa la maternidad de María, con el Niño abrazándola. Después, en forma privada y sin reflectores, fue al segundo piso del hospital, en donde se encuentran los pacientes de hemato-oncología. Antes de llegar al segundo piso, una chica sin cabello, debido a la quimioterapia, abrazó al Papa y después cantó el Ave María de Schubert (en el video aquí adjunto).

Recibe a los jesuitas

Después de su visita al hospital infantil “Federico Gómez” esta tarde, el Papa Francisco sostuvo un “pequeño” encuentro privado con seis jesuitas en la sede de la Nunciatura apostólica, informó Federico Lombardi, vocero del Vaticano, quien se negó a proporcionar detalles de la plática y la identidad de los religiosos.

En las últimas semanas se especuló mucho sobre un posible encuentro de Francisco con los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, ya que organizaciones jesuitas –congregación a la que pertenece Francisco– como el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro (Centro ProDH), entre otros, acompañan a los familiares.

Lombardi subrayó que en todas sus giras internacionales, el Papa suele sostener un “pequeño encuentro informal con sus hermanos jesuitas”, y reiteró que “hasta ahora no tengo información sobre un encuentro particular” del pontífice con un grupo de víctimas específico.

Ante la insistencia de los periodistas, quienes preguntaban si durante la reunión se abordó la posibilidad de que el Papa reciba a los padres de los normalistas, el sacerdote italiano respondió molesto: “He dicho que era un encuentro informal, no público, y no tengo que decir nada al respecto”.

El vocero del Vaticano también eludió las preguntas sobre la identidad de los jesuitas, y solamente informó que los integrantes de la Compañía de Jesús en México entregaron al Papa una reliquia del Padre Pro.

Lombardi planteó que hasta la fecha, los discursos del Papa en las misas y en sus apariciones públicas fueron generales, y no se dirigió directamente hacia un gobernante o políticos específicos. “Cada uno puede entender su parte del mensaje”; dijo, al añadir: “el Papa no tiene poder de constricción”.

Se le dijo al sacerdote que organizaciones de Ecatepec lamentaron que el Papa no se haya pronunciado sobre la epidemia incontrolable de feminicidios que azota el municipio.

“Hoy fue un discurso más general (…) no había una referencia específica a este tema pero hacia la violencia en general”, respondió.

Lombardi también aseveró que la visita de Francisco “no es un espectáculo, es una realidad”, pues destacó la muchedumbre que saludó al jerarca e insistió: “hay personas en las calles que desean verlo”. (Andrea Tornielli / La Stampa / Mathieu Tourliere / Proceso / aciprensa)