miércoles, 10 de febrero de 2016

febrero 10, 2016
MÉRIDA, Yucatán, 10 de febrero.- Al iniciar la administración municipal, se puso en marcha un programa de reordenamiento para los tianguis en toda la ciudad, creándose un censo completo de los mismos al igual que de sus locatarios.

Vista interior del mercado Lucas de Gálvez (foto: José Repetto)

Los comerciantes, como hemos informado, pagan $2.50 por metro cuadrado, siendo el tamaño promedio de los puestos de 4 a 6 m2.

El sistema, pudimos indagar en las áreas pertinentes, tiene numerosos candados y está blindado contra la corrupción y los malos manejos ya que los inspectores tienen estrictamente prohibido realizar cobros, lo cual se indica explícitamente en sus uniformes. Éstos están a cargo de personal de Tesorería, mismo que los realiza con recibo puesto por puesto.

De manera similar, los inspectores a cargo de la periferia y de supervisar a los ambulantes también tienen estrictamente prohibido realizar cualquier cobro.

También se mencionaron los beneficios de los cuales gozan los tianguistas al pagar su derecho de piso, tales como recolección de basura, servicio de sanitarios, seguridad y consultas médicas en los módulos de la Comuna, entre otros.

Respecto al ambulantaje en el Centro Histórico, se pudo averiguar que existe un censo de los comerciantes que asciende a 300 o 400. Las primeras 9 cuadras, Plaza Grande y alrededores, están actualmente libres de ambulantes.

Los entrevistados indicaron que el actual subdirector de Mercados, Jorge Antonio Jorge, tiene una política de puertas abiertas, reconociendo que se está haciendo todo lo posible para poner candados y evitar malos manejos en todas las instancias relacionadas con los mercados, tianguis y puestos ambulantes.

Entre las mejoras a los mercados municipales Lucas de Gálvez y San Benito se destacó la puesta en funcionamiento de tres plantas de tratamiento de agua y actualizaciones continuas en su infraestructura.

En días pasados, señalaron, acudieron chefs internacionales para grabar en los mercados, que siguen siendo un atractivo para el turismo nacional y extranjero.

Sin embargo persisten dos problemas en el primer cuadro; el de las vendedoras chiapanecas, mismas que presuntamente son víctimas de explotación, al igual que los menores de edad que venden dulces. Ambas situaciones, indagamos, son totalmente irregulares. (José Repetto)