jueves, 11 de febrero de 2016

febrero 11, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Las imágenes de Jerónimo Prigioni, representante del Vaticano en México; de Carlos Salinas, presidente de México y de Agustín Téllez efectivo negociador, deberían estar fijas en la iglesias del país porque gracias a ellos, a sus enormes esfuerzos, y al Papa Juan Pablo II, México ha gozado de más de cinco visitas papales y una enorme libertad al clero católico, para intervenir en todos los campos. Desde 1861, cuando el presidente liberal Benito Juárez decretó la separación de la Iglesia y el Estado en medio de una gran guerra de tres años entre liberales y conservadores, hasta el 21 de septiembre de 1992 cuando el gobierno neoliberal de Salinas abrió todas las puertas para reanudar las relaciones con el Vaticano, éstas habían estado un poco cerradas.

2. Los gobernantes –todos católicos- públicamente no entraban a la iglesia por respeto al “Estado laico”, pero negociaban bajo el agua con todos los ministras del clero para pedir apoyos en contiendas electorales. A partir de 1992, presidentes, gobernadores, legisladores, andan muy de la mano con la jerarquía eclesial por obra de Prigione y Salinas. Por ello el presidente panista Fox le besó públicamente el anillo al Papa. ¿Puede olvidarse que en México la Constitución de 1917, fruto de una revolución que costó más de un millón de vidas, prohibió a la iglesia tener propiedades? A finales de los años veinte, el Gobierno aplastó la rebelión de los Cristeros, inspirados por la iglesia, con una sangrienta campaña en la que ardieron cientos de iglesias y varios sacerdotes fueron ahorcados en público.

3. El laicismo en México lo ha interpretado la iglesia como anticlericalismo o anticatolicismo; sin embargo para los liberales ha sido una posición que aconseja ser científico, ser libre para adoptar una posición que aconseje la racionalidad o la libertad para creer o no. La escuela mexicana que surgió a mediados del siglo XIX y se masificó a partir de los años 30 del siglo pasado fue decretada como laica, en la que está prohibido hacer propaganda por un culto; sin embargo –dado que más del 80 por ciento de los profesores son católicos y respetan a su religión- no dejan de influir entre sus alumnos acerca de las ideas que profesan. Por ello cuando concluyen la primaria, la secundaria, incluso la preparatoria, no dejan de realizar una misa o acto religioso de “agradecimiento”.

4. La escuela privada, particular o de paga es esencialmente religiosa. En los años 67 y 68, por dificultades económicas, impartí clases de historia en una secundaria muy grande de la colonia Moctezuma de la ciudad de México. A determinadas horas tenían que salir todos los muchachos a “confesarse” porque había llegado el cura y creo que también a una misa. Yo suspendía la clase y tenía que bajar a la dirección. Dado que jamás volví a una escuela privada supongo que sigue esta dinámica. El laicismo y la separación Iglesia y Estado del juarismo fue muy relativo hasta los años 90; con el establecimiento de relaciones entre México y el Vaticano, con la entrega total de los altos gobiernos a los intereses eclesiásticos, supongo que la educación pública y privada posee altos grados de religiosidad.

5. ¿Puede olvidarse acaso que el Papa o la Santa Sede ordenó que para reanudar relaciones México-Vaticano lo primero era que se reformara la Constitución? ¿No se recuerda acaso que antes el claro mexicano apoyó a Carlos Salinas legitimándolo primero en su toma de posesión de la Presidencia, luego apuntalándolo en las negociaciones de la deuda externa y en la firma del TLC con EEUU y Canadá? Así que estas visitas papales, que concentran a decenas de millones de fieles de México y países vecinos, son producto de intensos trabajos de gobiernos, empresarios y la jerarquía de la iglesia que comprendieron la importancia de estas giras para ayudar a una mayor consolidación y fortaleza del sistema. México, aunque cada año registra menos católicos, es un país clave en América Latina. (11/II/16)