viernes, 15 de enero de 2016

enero 15, 2016
Pedro Echeverría V.

1. En México se suspendieron los informes de gobierno desde los años noventa, en los tiempos de la Presidencia de Ernesto Zedillo (1994-2000) Primero fue por protestas al interior de la Cámara por unos cuantos legisladores; luego ante el sitio policiaco, por gigantescas manifestaciones, bloqueos y confrontaciones de los trabajadores contra las fuerzas gubernamentales. Desde entonces se estableció que sólo se entregara a la Cámara el informe escrito y se realizara a los dos o tres días un acto del presidente y sus invitados especiales bajo una vigilancia militar y policiaca de unos 10 mil milicos. En algunos estados se hace lo mismo: el gobernador entrega su informe por escrito y hace un acto-mitin particular cerrado en auditorio o abierto en la plaza principal.

2. Yucatán, desde hace siglos el estado más pacífico de México por toda su formación ideológica y clerical, nunca se ha interesado por los informes de gobierno porque dicen: “no me da ni me quita”. Durante décadas –dicen los que saben- los informes en la Cámara fueron sólo para una minoría de políticos y hoy –cuando cada año se organizan mítines frente a Palacio- acuden en su mayoría “acarreados”. Los informes sólo son frases para aplaudir y números para aburrirse. Pero otras voces señalan que no deben servir para que los políticos se exhiban frente a la TV, sino para examinar en serio lo que se ha hecho para transformar el estado en beneficio de la mayoría de sus habitantes y no de sólo un sector de ricos.

3. Yucatán, el estado mexicano de poco más de dos millones de habitantes hoy, desde el asesinato del gobernador Felipe Carrillo Puerto en 1924 fue dominado por el “Partido Socialista del Sureste (PSS)” creado por los herederos de Carrillo, hasta fines de los años treinta; aunque en 1929 se fundó el Partido Nacional Revolucionario (abuelo del PRI) Yucatán se integró a él unos 10 años después al convertir al PSS en simple “liga de resistencia”. Lo mismo sucedió con el PAN creado en 1939, solo comienza a aparecer en Yucatán hasta 1946. Esto quiere decir que Yucatán ha tenido siempre dificultades para integrarse a la política (creo que también a la economía) y eso que llaman cultura nacional.

4. Yucatán es Mérida (un millón de habitantes) y demás poblaciones (Kanasín, Valladolid, Umán) en que las mayores apenas alcanzan de 50 mil a 80 mil habitantes. La concentración poblacional en Mérida –resultado fundamental del desplome de la producción henequenera- es resultado de la centralización económica, de fuentes de trabajo y de esperanzas de “prosperidad”. La ciudad de Mérida en 1940 tenía 96,852 habs; diez años después llegó a 142,838; en 1960 alcanzó tener 170,834 y diez años después llegó a 212,097; en 1980 la cifra fue de 400,172 y el censo de 1990 fue cuestionado al informarse que sólo tenía 557,340 habitantes. Hoy 2016 se habla de que tiene poco más de un millón.

5. La economía henequenera que mantuvo a casi todo Yucatán durante un siglo (1870-1970) se derrumbó y fue sustituida por la economía turistera. Los gobiernos de Yucatán, en vez de crear ideas para que la población tenga un trabajo y un ingreso buscando que permanezca en sus poblaciones con sus grandes familias integradas y unidas, sigue promoviendo el “gran turismo” de la muy poblada ciudad de Mérida tapando baches, adornando avenidas y ofreciendo la mayor cantidad de atracciones para sus visitantes. Mientras se desarrolla con grandes hoteles, centros comerciales y lujosos restaurantes el norte rico de la ciudad, la parte sur de Mérida continúa abandonada porque es donde habitan los trabajadores, los miserables y desempleados.

6. Yucatán –como se dice- requiere una “cirugía política mayor” porque sigue estando entre los cuatro estados más pobres y miserables del país. Sus altas autoridades sólo se preocupan por realizar algunas obras turisteras que deslumbren, que se vean, cuidándose de no tocar los problemas principales de los dos millones de yucatecos; esto es así porque la población no protesta, no sale a la calle y parece que prefieren morir de hambre, desnutrición e inanición que impugnar a gobierno y empresarios. Penetró bien en su cerebro aquello de que “Para qué luchar o pelear si la felicidad está en el cielo, no en la tierra”; aunque mientras tanto gobierno, empresarios y clero sigan acumulando riquezas que debería estar en manos de los trabajadores.

7. Está bien que se informe cada año, pero que los análisis de la situación sean honestos y vayan al fondo de los problemas. ¿Por qué los gobiernos –que se han dividido el pastel en Yucatán desde 1992: el estado de Yucatán para el PRI y la ciudad de Mérida para el PAN- no van al fondo creando fuentes de trabajo en el estado para que no se abandone más el campo y se frene el crecer de Mérida? Pienso que Yucatán puede perder en muy poco tiempo “su paz aconsejada por la religión, parecida a una paz de los sepulcros”. Espero que en este estado nazca pronto el espíritu de las justas luchas de los oaxaqueños, guerrerenses, michoacanos, chiapanecos y veracruzanos, porque cada día hay más desempleo, miseria y hambre. (15/I/16)