miércoles, 6 de enero de 2016

enero 06, 2016
WASHINGTON D.C., 6 de enero.- Barack Obama en estado puro: una selecta audiencia y una oratoria brillante. Pese a retornar de sus vacaciones navideñas hace sólo tres días, el presidente había preparado a conciencia la presentación de sus medidas para un mayor control de las armas de fuego, uno de los grandes retos de su mandato. Y eligió una puesta en escena imbatible. La necesitaba para apurar la legalidad con medidas ejecutivas que desafían al mismo Congreso que las rechazó hace algo más de dos años. Rodeado de familiares de las víctimas de los numerosos tiroteos mortales que ha sufrido el país los últimos años, Obama se empleó a fondo para convencer a los norteamericanos de la necesidad de tomar medidas para reducir los asesinatos masivos con armas de fuego. Tanto, que llegó a llorar cuando recordaba a «los niños muertos» entre tanta violencia sin sentido. Y desgranó el contenido de su orden ejecutiva, que se centrará en la obligatoriedad de licencias federales para todos los vendedores y en la revisión de su historial, para lo cual reforzará el número y la dedicación de los agentes federales, así como los recursos tecnológicos.

Obama derrama una lágrima mientras habla, en la Casa Blanca, de las medidas para reducir la violencia por armas de fuego.  (Carlos Barria / Reuters)

Al presidente de Estados Unidos le precedió, y le presentó, Mark Barden, padre de Daniel, uno de los veinte niños que fueron tiroteados hasta la muerte en la escuela infantil de Sandy Hook, en Newton (Connecticut), en diciembre de 2012. Desde entonces, Barden se ha convertido en un decidido activista en favor del control de las armas de fuego. En su introducción, respaldada por decenas de padres y madres que no dejan de pensar cada día en sus hijos fallecidos, Mark Barden agradeció a Obama «que cumpla con la promesa que nos hizo» de limitar el uso y el acceso a las armas, que cada año cuestan la vida a otros 30.000 estadounidenses.

El presidente compareció en el estrado poco después, acompañado del vicepresidente Joe Biden. Entre las sentidas ovaciones de un público emocionado y entregado, consciente del día histórico en que se tomaban medidas tantas veces anunciadas pero nunca aprobadas, Obama allanó el camino del importante momento citando los pueblos y ciudades que hoy recuerdan a las víctimas de la violencia con armas de fuego dentro de su mandato, desde Tucson (Arizona), en 2010, al más reciente de San Bernardino, para concluir con un «demasiados», que arrancó la primera de las sentidas ovaciones. Aseguró ser consciente de que con su orden ejecutiva «no se va a poner fin a los tiroteos», pero se conformó con «intentar evitar que se produzca el próximo».

Obama continuó desgranando argumentos, que remachaba con frases de determinación, siempre replicadas por el sonoro aplauso de una audiencia igual de convencida: «La gente de esta habitación no puede aceptar que el Congreso no haga nada y que todo siga igual». Frente a las que llamó «excusas que cuestionan permanentemente cualquier iniciativa», el presidente aclaró que «se va a respetar la Constitución», y se preguntó «¿por qué exigir más responsabilidad a los vendedores de armas es vulnerar la Segunda Enmienda? (que protege el derecho a poseer y portar armas)». Y «¿por qué revisar mejor el historial delictivo de los compradores es vulnerar la Segunda Enmienda?». En referencia a la continua apelación de los candidatos republicanos a la libertad que protege la Carta Magna estadounidense.



Reagan y Bush

En su justificación, el presidente también se apoyó en afirmaciones de sus antecesores republicanos más importantes y recientes, los presidentes Ronald Reagan y George W. Bush, quienes, según citó, se mostraron siempre partidarios de que el acceso de los delincuentes a las armas de fuego fuera lo más difícil posible. A ello añadió Obama «el respaldo del 90% de los americanos a que se tomen estas medidas, incluida la mayoría también de los votantes republicanos». Tras referirse a este último dato, el inquilino de la Casa Blanca aseguró no comprender por qué «todos los aspirantes electorales» están abiertamente en contra.

Y a continuación precisó una a una las medidas que aplicará, cada una de las cuales fue acompañada por una ovación. Todos los vendedores, y recalcó «todos», estarán obligados a contar con una licencia federal previa, incluidos aquellos que llevan a cabo sus ventas por internet. También se propuso hacer «más eficaz» el sistema de revisión y actualización del historial de todos los vendedores, para lo que reforzará el número de agentes federales. En especial, los de la Oficina para el Alcohol, el Tabaco, las Armas de Fuego y los Explosivos. Obama recurrirá también a la tecnología digital, para lo que convocará también al sector privado, de forma que el «control mediante huella digital» se extienda a todas las operaciones de compraventa de armas.

No se olvidó el presidente de las medidas relacionadas con un mayor control de la salud mental, para lo que destinará un presupuesto de 500 millones de dólares. Esta es una de las iniciativas tradicionalmente reclamadas por los republicanos, para quienes la solución no pasa tanto por la restricción del acceso a las armas de fuego como la salud mental de quienes las poseen.

Aunque Obama no precisó cuándo entrarán en vigor las órdenes ejecutivas, su aplicación será inmediata desde el momento en que las firme. La duda está en saber si lo hará antes o después del próximo Discurso de la Unión, previsto para el 12 de enero. (Manuel Erice / abc.es)

Y escribe Idoya Noain desde Nueva York (elperiodico.com)No estará en las papeletas en las elecciones de noviembre y en su octavo y último año de mandato seguirá limitado por un Congreso controlado por los republicanos. Pero al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le quedan aún muchas herramientas para hacer política. Y campaña.

Este martes, al anunciar nuevas medidas destinadas a limitar la violencia con armas de fuego adoptadas haciendo uso de su poder Ejecutivo ante la parálisis del Congreso, Obama ha tirado de sentido común y de emoción, de lágrimas y de racionalidad, de mensaje moral y de mensaje electoral. De hecho, ha instado a castigar en las urnas a los congresistas que en los últimos años han frenado los empeños por una auténtica y profunda remodelación de las leyes que regulan el acceso a las armas de fuego, en la práctica totalidad de adscripción republicana.

“El lobi de las armas puede tener secuestrado al Congreso pero no puede secuestrar a América. No tenemos que aceptar esta carnicería como precio de la libertad”, ha dicho.

Lágrimas y sentido común

Obama hablaba en la sala este de la Casa Blanca, rodeado de víctimas y familiares de víctimas de armas de fuego en todo tipo de incidentes, incluyendo matanzas como la de Newtown (Connecticut). El recordatorio de ese tiroteo le ha llevado a emocionarse y llorar abiertamente pero también a expresar su rabia. “Me enfado cada vez que pienso en esos niños”, ha dicho en referencia a los 20 alumnos de la escuela Sandy Hook de entre seis y siete años que murieron en una masacre con 27 víctimas.

Su discurso, pese a las emociones abiertas, ha apelado también con fuerza a la racionalidad y la legalidad. “Entendemos que hay ciertas limitaciones en nuestra libertad para proteger gente inocente”, ha asegurado el mandatario, recordando que cree y respeta la segunda enmienda, que garantiza el derecho a portar armas, pero apuntando también a que la ciudadanía acepta hacer excepciones en derechos reconocidos en otras enmiendas de la Constitución, ya sea a la libertad de expresión o la privacidad.

Medidas modestas

Obama ha tirado también de lógica aplastante. Al anunciar medidas como un refuerzo de la tecnología de seguridad en las armas de fuego, por ejemplo, ha señalado que si se colocan tapas en los botes de aspirinas para que un niño no pueda abrirlos “tenemos que asegurarnos de un niño no puede apretar un gatillo”.

Esa es solo una de las diez iniciativas que se incluyen en esta ronda de medidas, que incluyen desde ampliar el número de vendedores de armas que deberán obtener licencia y estudiar los historiales de sus compradores hasta fichar a nuevos empleados en el FBI para agilizar la tramitación de esos historiales o incrementar la ayuda para el tratamiento de enfermedades mentales. Y aunque Obama es consciente, como los analistas, del modesto alcance y limitado efecto que tendrá el nuevo paquete normativo, su decreto es una manera de volver a colocar el debate sobre las armas en el primer plano político.

Lo ha conseguido. Antes incluso de que el presidente terminara de hablar, Paul Ryan, portavoz de la Cámara baja y el más alto cargo electo republicano, emitió un comunicado denunciando que las “palabras y acciones (de Obama) equivalen a una forma de intimidación que mina la libertad” y anunció que las medidas “serán sin duda retadas en los tribunales y pueden ser anuladas por un presidente republicano”.

Y mientras Hillary Clinton defendía a Obama, candidatos conservadores como Ted Cruz y Jeb Bush prometían combatir las acciones ejecutivas del presidente. (Idoya Noain / elperiodico.com)