sábado, 2 de enero de 2016

enero 02, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Nuestra izquierda –la de México- está llena de historias de organizaciones y personajes que han batallado por un país libre e igualitario; sólo los recuerdos permanecen por ahora, mientras el pueblo sigue pagando con su trabajo los grandes banquetes y agasajos que se dan los políticos y empresarios del PRI y del PAN. También en estos partidos hay oprobiosas historias de asesinatos, desfalcos y personajazos de la política y el dinero como Carlos Salinas, Carlos Hank, Carlos Slim, Carlos Ahumada, Carlos Felipe Calderón, Fernández de Cevallos; sin embargo no es necesario contar con ellos, ya la historia se ha encargado de enviarlos juntos al basurero.

2. Pero en la izquierda no es malo recordar, lo negativo es quedarse sólo con las añoranzas y no hacer nada para superarlas. ¿Puede acaso enterrarse la heroica historia de Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano que publicó su periódico Regeneración, dirigió decenas de huelgas obreras y preparó la Revolución con ideales libertarios anarquistas? ¿Puede olvidarse las batallas por las tierras del campesino Emiliano Zapata o del marginado Francisco Villa que hicieron triunfar la Revolución Mexicana, pero luego fueron asesinados por los dirigentes burgueses de ésta en 1919 y 1923 por luchar contra “la revolución traicionada”?

3. Ni modo; en México urge una nueva revolución para acabar con la pobreza y la miseria de 100 millones de mexicanos de los 120 millones de población; pero si aún no podemos hacerla tenemos que contar historias. Terminada la etapa armada, en 1917 se proclamó la Constitución hecha por la burguesía para su beneficio pero agregándole algunos artículos como el 3, 27 y 123 como “camuflage” -copiado de las luchas revolucionarias en el mundo- para darle popularidad. ¿Por qué silencian que el artículo 27 es determinante en la defensa plena, definitiva, a ultranza de la propiedad de los grandes ricos y multimillonarios? No es propiedad colectiva, sino privada.

4. Con esa Constitución burguesa se ha engañado al pueblo diciéndole que sus derechos están en esa Constitución sin entender que con ella le han dado de palos. Por ello la primera consigna en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, fue aprobar una nueva constitución que elimine todos los beneficios a la burguesía e instale y –como se piensa hoy- la obligatoriedad de la propiedad colectiva en todos los campos de la vida. Para elaborar esa Constitución del 17 participaron jóvenes revolucionarios que buscaron derrotar a los viejos, pero el pensamiento de ellos aún se ubicaba en los límites del pensamiento de la burguesía; no podía ser de otra manera.

5. Después de esa etapa la revolución tuvo su último empuje: el gobierno de Cárdenas (1934-40) que se vio obligado –por la crisis económica de 1929 y por la profunda corrupción del callismo- a realizar las tareas aún pendientes de la Revolución. Se habló de “socialismo” y colectivismo en un Estado plenamente burgués con el fin de atraer el apoyo de masas. Se realizaron importantes reformas: petrolera, educativa, agraria, obrera, apoyo a refugiados, pero el país sólo fue bien aceitado para que su maquinaria capitalista continúe dominando. El corporativismo de los trabajadores acabó con las esperanzas de un doble poder o poder dual en las calles.

6. Recuerdo que una de las tesis de la filósofa alumna del marxista George Lukács, Ágnes Heller, sobre el “poder dual”, señala que la revolución de febrero de 1917 en Rusia dio oportunidad del “Poder Dual” de los trabajadores frente a la burguesía, pero el triunfo bolchevique de Octubre lo eliminó implantado un solo poder. ¿Por esa dualidad de fuerzas deben luchar los trabajadores mientras no logren expulsar a la burguesía? Recuerdo que Demetrio Vallejo con sus paros y huelgas ferrocarrileras sincronizadas en 1958 y 1959, logró imponer en algunos momentos el poder obrero a los presidentes Ruiz Cortines y a López Mateos, pero muchas cosas fallaron.

7. Los ferrocarrileros Vallejo y Valentín Campa, así como el pintor Alfaro Siqueiros y muchos más, estuvieron en la cárcel de Lecumberry, en la Ciudad de México muchos años en los sesenta y parte de los setenta, acusados de comunistas. Han sido cientos, por no decir miles, los que han estado en las garras de los gobiernos luchando por una sociedad justa e igualitaria. Podría demostrarse que las cárceles surgieron para castigar las luchas contra la propiedad privada, es decir hace miles de años. Las cárceles, los panteones y los crematorios de la burguesía, así como las “desapariciones”, se han multiplicado al mismo ritmo en que se desarrolla la lucha social. Es la historia. (2/I/16)