miércoles, 13 de enero de 2016

enero 13, 2016
Pedro Echeverría V.

1. Mujeres universitarias y de clases medias de Yucatán han estado muy contentas hoy festejando los “Cien años del Primer Congreso Feminista” celebrado en 1916 en Yucatán con el total apoyo del gobierno de Salvador Alvarado. Éste, general sinaloense que un año antes –por mandato de Venustiano Carranza -jefe de la ejército constitucionalista- impuso la revolución mexicana en el estado contra los ejército de los hacendados terratenientes henequeneros. El Congreso Feminista fue sin duda obra del gobernador Alvarado en aquellos momentos que su gobierno necesitaba apoyo y, estas mujeres congresistas, se lo dieron con gran entusiasmo.

2. En tanto en aquellos años tanto de 1915-17 los pocos artesanos y obreros de la ciudad, así como los campesinos y sectores progresistas (entre ellos las mujeres) buscaban sumarse al alvaradismo revolucionario de avanzada, hoy 2016, no hubo discursos contra el gobierno, contra los partidos, contra la pobreza y la miseria que se vive en México; no hubo anticapitalismo como sucede en otras reuniones de mujeres en la ciudad de México y algunos estados. De acuerdo al programa y conociendo, creo que bien, el subdesarrollo político de la universidad y del estado, me atrevo a asegurar que es un evento académico donde no tendrá cabida el “antigobiernismo”.

3. Espero que alguna ponencia supere el muy trillado estudio de género y feminismo y se atreva a ubicar a la mujer junto al hombre como víctimas de la explotación y la opresión capitalista; que se atreva a plantear que las mujeres y los hombres son iguales, que son simples seres humanos que absolutamente nada lograrán si no luchan juntos por enterrar el sistema que ha dominado en los últimos 500 años. La liberación política e ideológica femenina va junto a la liberación masculina y tiene que ser profunda. No es problema de si gobiernan hombres o mujeres en un 50 por ciento porque es lo mismo mientras los dos posean la misma ideología de dominación.

4. Fox y Marta Sahagún son igual de corruptos que Margarita Zavala y Calderón; Rosario Robles, Vázquez Mota y Beatriz Paredes son lo mismo que Beltrones, los Chuchos o el panista Anaya. ¿Existe acaso un hombre o una mujer, un buen ejemplo, de los cientos que ocupan altos cargos que haya demostrado algún poquito de honestidad? Pienso que las Elvias Carrillo, Rita Cetina, Consuelos Zavalas, formaban el bloque de políticas de su tiempo que se movían dentro del aparato de poder político y medios de información que les dieron un escenario para figurar porque no se sabe de luchas de ellas con los pobres, en manifestaciones y calles.

5. Si analizamos quienes son las figuras que aparecen en la historia encontraremos siempre que no son el “pueblo de a pie” sino sus autoproclamados representantes en los que dominan las clases medias ávidas de poder. ¿En dónde están las mujeres indígenas, campesinas, obreras, empleadas de comercios privados, burócratas de gobierno que son los sectores que más necesitan una posición crítica y politizada? Pienso que las batallas de las mujeres como las de los hombres tienen que ser contra el capitalismo representado por hombres pero también por mujeres. Hubo un tiempo que pensé que era de féminas contra machos, pero entendí que no.

6. Pensé que aunque si hiciera una revolución llamada “socialista”, tal como la Rusa, la cubana o la nicaragüense de todas maneras los hombres continuarían oprimiendo a la mujer, seguirían casándose, dominando a los hijos y consolidando a la familia autoritaria y por ello la mujer tendría que luchar por adelantado para que no suceda lo mismo. Pero cuando me dí cuenta de que no hubo tal socialismo y que la conciencia no se transformó, pensé entonces en que hombre y mujer tendrían que luchar juntos para destruir –arrancando de raíz- el capitalismo. Si juntos no destruimos la familia, el matrimonio, la idea de propiedad privada de los hijos, el capitalismo seguirá vivo.

7. Si se sigue pensando en la pareja feliz, en el cuidado exclusivo de “mis” hijos, en “mi esposo”, en “mi casa”, en “mi dinero”, “mi propiedad”, “mis familiares” y no se alcanza pensar en el trabajo y la vida comunitaria donde todos se aman y respetan, pues seguiremos en el capitalismo aunque tengamos floridos discursos “socialistas”. Cuando recuerdo grandes etapas de mi vida –a pesar de que nunca he tenido poder- encuentro enormes cambios de mi concepción respecto a la mujer. Estudié a las teóricas de mi tiempo; edité un folleto de artículos, organicé junto a mis alumnas y con anarquistas españolas en el CCH-UNAM un congreso de por lo menos cien mujeres y creamos una revista. Pienso que sigue siendo una lucha de clases anticapitalista entre opresores y oprimidos. (13/I/16)