PARÍS, Francia, 14 de noviembre.- Bares vacíos, aceras desiertas, persianas bajadas. A pesar de algunos fiesteros irreductibles que quieren "seguir viviendo", el silencio reinaba el sábado por la noche en unas calles de París marcadas por el luto, un día después de los atentados más mortíferos de la historia de Francia.
"Saldremos de fiesta hasta el amanecer", asegura Jean Manuel Miquel de Flores, un trompetista y cantante de 26 años que para nada se plantea anular su concierto de música cubana.
"Vamos a tocar esta noche, hacemos simplemente nuestro trabajo y no tenemos ganas de dejar de hacerlo. Seguro que habrá gente", subraya a la entrada de un bar de la calle Oberkampf, una zona de fiesta de la capital.
Majide Kerzazi, el propietario del bar, lo confirma. "No vamos a darles la razón, vamos a demostrarles que, nosotros estamos vivos. Hemos encendido una pequeña vela para aquéllos que se fueron", explica señalando un candelabro.
"La mejor manera de apoyar a los que murieron, es seguir viviendo. No vamos a permanecer en la política del miedo", añade.
La imagen es de Reuters del viernes por la noche. |
Su objetivo de hacer frente a la tristeza, no encuentra sin embargo mucho eco entre los fiesteros. Las sillas de las terrazas de los restaurantes permanecen casi vacías.