ROMA, Italia, 30 de octubre.- La renuncia de la mayoría del concejo de Roma (N. de la R. sería nuestro cabildo) provocó el viernes la caída del alcalde Ignazio Marino, último acto de una saga marcada por acusaciones de corrupción e incompetencia (N. de la R.
y ridiculeces).
Marino, enfrentado con su propia formación, el Partido Democrático (PD, centro izquierda) del jefe de gobierno Matteo Renzi, había renunciado el 12 de octubre, pero el jueves reconsideró su decisión.
En respuesta, una mayoría de 26 de los 48 miembros del concejo de Roma presentaron su dimisión, lo cual acarreó la disolución del organismo y la caída del alcalde.
El prefecto de Milán, Francesco Paulo Tronca, dirigirá la ciudad hasta la convocación de elecciones anticipadas a mediados del 2016.
Marino, de 60 años, fue acusado de haber usado fondos municipales para cenas privadas (N. de la R. o
inventadas), aunque sus simpatizantes lo consideran una persona honesta y víctima de un conspiración.
“Dejo una ciudad con las cuentas en orden. Acabé con el reparto de cargos a los amigos de los amigos”, afirmó el alcalde de la Ciudad Eterna, en rueda de prensa.
Marino defendió su gestión y quiso rehabilitar su imagen, después de las denuncias por incompetencia en la administración de la capital.
En los últimos días recibió el apoyo de manifestantes y más de 30,000 personas firmaron un pedido on-line para que permanezca en el cargo.
Según sus defensores, fue alguien que se atrevió a desafiar a los llamados “poderes fuertes”: política, mafia y curia.
La voluntad del alcalde de hacer una “limpieza” en la administración, de combatir la ilegalidad y la corrupción, le valió muchos enemigos: desde los ausentistas y burócratas hasta los grandes constructores, pasando por los dueños de restaurantes y taxistas.
“Veintiséis personas me acuchillaron, pero el autor intelectual tiene nombre y apellido”, dijo al referirse a Renzi, a quien acusó de haber conspirado en su contra.
“Veintiséis personas me acuchillaron, pero el autor intelectual tiene nombre y apellido”
Entre sus últimos gestos como alcalde fue el de bautizar un parque de la ciudad “Salvador Allende”, en honor del presidente chileno derrocado por un golpe militar en 1973.
“No me siento un mártir, soy un luchador social que cumple la tarea que el pueblo le confió”, dijo citando palabras del mandatario socialista chileno.
“Roma ha vuelto a ser virtuosa”, aseguró Marino, quien tuvo que hacer frente a las revelaciones sobre la llamada “mafia capital”, una vasta red de empresarios, funcionarios y políticos de todos los partidos que se hacían con las licitaciones públicas para la gestión de los refugiados y de las basuras.
Marino, electo en 2013 por un periodo de cinco años, se vio acosado por una campaña de desprestigio y fue abandonado por su partido. Fue acusado de peculado e irregularidades en sus gastos de representación, pero asegura que no ha robado un solo centavo.