LA HABANA, Cuba, 20 de septiembre.- «Nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas». Papa Francisco celebra su primera Misa en tierra cubana, en la plaza símbolo de la Revolución, teatro de los interminables comicios de Fidel Castro. Para tener un boleto era necesario indicar nombre, apellido y dirección a las autoridades. Esta vez, el palco papal está de lado y no frente a la gran efigie del «Che» Guevara, iluminada hasta las primeras luces del alba. Hoy, del otro lado de la plaza, frente al altar, campea la imagen del Jesús de la Divina Misericordia.
La homilía estuvo dedicada al comentario del Evangelio de Marco, que narra las discusiones de los discípulos de Jesús sobre quién debía ser el primero entre ellos, sobre «quién sería seleccionado como el privilegiado, quién estaría exceptuado de la ley común, de la norma general, para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas». Su respuesta fue simple: «‘Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos’». Por ello, quien quiera ser grande debe servir «a los demás -apuntó Francisco-, ¡no que se sirva de los demás!». Jesús explica, recordó el Papa argentino, que «la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo». «Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo», exhortó el Papa.
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Se estima que medio millón de cubanos asistieron a la Misa hoy en la mañana. |
«Lejos de todo tipo de elitismo -indicó el Papa-, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al ‘conocimiento deseado’ o a distintos niveles de espiritualidad. El horizonte de Jesús, siempre es una oferta para la vida cotidiana también aquí en ‘nuestra isla’». Y la propuesta que Francisco sacó del Evangelio es muy clara, sencilla y concreta: «el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción». Por esta razón, el servicio no es nunca ideológico, puesto que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas». La atención por los últimos no puede convertirse solo en una consigna, ni transformarse en ideología o retórica.