CIUDAD DEL VATICANO, 5 de abril.- "Queridos hermanos y hermanas, deseo dirigir mis augurios de Feliz Pascua a todos ustedes que han venido a esta plaza de diversos países, como también a cuantos están conectados a través de los medios de comunicación social.
Lleven en a sus casas y a quienes encuentran el alegre anuncio que ha resucitado el Señor de la vida, llevando consigo amor, justicia, respeto y perdón.
Gracias por su presencia, por su oración y por el entusiasmo de su fe. Un pensamiento especial y agradecido por el don de las flores, que también este años provienen de los Países Bajos.
¡Feliz Pascua a todos! Ése fue el saludo de Pascua del Santo Padre, quien presidió esta mañana la Misa de la Pascua de Resurrección en la Plaza de San Pedro. El Pontífice no tuvo homilía puesto que después leyó su Mensaje Pascual e impartió la tradicional bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).
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En medio de una intensa lluvia el Papa Francisco celebró la misa de Pascua y en su bendición posterior invocó paz para las zonas de conflicto en el mundo. |
En él, el Santo Padre, reconoció que “con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación”.
Siria e Irak. Libia, Ucrania, Nigeria, Congo, Yemen y Sudán del Sur. En su bendición pascual “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) el Papa clamó por el fin de la violencia en las zonas de conflicto del mundo. Urgió que “cese el fragor de las armas”. Recordó a los estudiantes asesinados por terroristas en Kenia y pidió libertad para todos los seres humanos, especialmente para las víctimas de la droga y de las organizaciones criminales.
“El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad. Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz”, anunció Francisco tras asomarse al balcón central de la Basílica de San Pedro.
Desde muy temprano, este domingo, miles de personas se congregaron en la plaza vaticana. Para ellos no importó el frío y la lluvia, que a lo largo de prácticamente toda la mañana se abatió sobre la plancha asfáltica. El pontífice premió esa paciencia e inmediatamente después de la misa pascual se concedió a la multitud en un recorrido a bordo del papamóvil.
Pasado el mediodía, en su mensaje pascual, aseguró que la muerte y resurrección de Jesús muestran a todos el camino de la felicidad, un sendero que incluye humildad. Advirtió que sólo quien se humilla puede ir hacia los “bienes de allá arriba”, a Dios. “El orgulloso mira desde arriba hacia abajo, el humilde desde abajo hacia arriba”, aseguró.
Estableció que el mundo propone constantemente la competencia, el hacerse valer, el imponerse, mientras los cristianos tratan de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos. “Esto no es debilidad, sino autentica fuerza”, advirtió.
“Imploremos al señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta la violencia y las guerras, sino que tengamos el valor humilde del perdón y de la paz. Pedimos a Jesús victorioso que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo y que son tantos”, sostuvo.
Entonces citó algunos conflictos en particular. Pidió rogar por Siria e Irak, para que cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países. Instó a la comunidad internacional a no permanecer inerte ante la “inmensa tragedia humanitaria” dentro de esos países y “el drama de tantos refugiados”.