jueves, 24 de diciembre de 2015

diciembre 24, 2015
José Repetto

El pasado mes de agosto, decenas de comunicadores meridanos entre reporteros, fotógrafos, camarógrafos y editorialistas, además de activistas sociales, se sumaron al clamor nacional para exigir un alto a los crímenes contra periodistas, que han sido una constante a nivel nacional en los últimos años.


La manifestación fue una reacción al asesinato del fotógrafo Rubén Espinosa, quien abandonó Veracruz, donde se desempeñaba, por temor al gobierno de Javier Duarte.

Sin embargo es preciso comentar que más que una muestra real de unidad entre los trabajadores de la prensa yucateca, la protesta, motivada por las mejores y más nobles intenciones del mundo, solamente aparentó una inexistente solidaridad entre los comunicadores de la localidad. Una caminata vespertina y un altar con veladoras, flores y cartulinas para la foto del recuerdo.

Hace algunos días un amigo me comentaba que el caso de la agresión contra mi persona por parte de un fotógrafo de Milenio Novedades no fue reproducido por ningún otro medio (salvo Encuentro Digital), a pesar de que ésta constaba en evidencia fotográfica, se registró en horas de trabajo y hubo múltiples testigos, y que de ello se puede deducir que si algún día algo más grave me llegara a suceder, no contaría con el gremio, al menos no públicamente, ya que la mayoría de las manifestaciones solidarias -que reconozco y agradezco, fueron muchas, aunque los silencios fueron más- han sido hechas en privado. Los motivos en este caso particular son simples, muchos saben que podrían ir el día de mañana a pedir empleo a Novedades y por ello sirve a su interés individual callar e inclusive convencerse de que "algo habrá hecho para merecerlo" o "está exagerando", aparte de la falta de objetividad y parcialidad -inexcusable en este oficio- por conocer a una de las partes más que a la otra.

Sin embargo, sabiendo que no es la primera vez que esto sucede ni soy el único reportero que ha vivido esta situación, generalizaría la observación que me hicieron y diría que ningún comunicador yucateco que haya sido agredido física o verbalmente en los últimos años ha contado con la solidaridad y el apoyo conjunto del gremio, salvo manifestaciones aisladas de respaldo, y que todo indica que este patrón muy probablemente se repetirá en cualquier circunstancia, en especial cuando sean agresiones más graves, más si éstas llegasen a ser perpetradas por agentes del estado. Por fortuna éstas no han sido, hasta la fecha, tan severas como las que se registran en el resto del país, pero esto podría cambiar en cualquier momento y claramente no estamos preparados para ello.

Tampoco hubo muestras de solidaridad conjuntas y que derivaran en acciones concretas y contundentes con Óscar Rodríguez, ni con Armando Pacheco. Ni siquiera con Hernán Casares, empleado del rotativo más importante de la entidad, cuando éstos fueron agredidos físicamente. Hasta los mismos jefes de los agredidos callan y si acaso dan un periodicazo, pero dejan que el acto quede impune con tal de no perder una pauta publicitaria, o inclusive lo usan como moneda de cambio. Estos tres son sólo los casos más recientes, para no irnos más atrás.

Me sugieren también listar a quienes no me hayan invitado a conferencias de prensa o eventos, sin embargo yo sé que esto puede deberse muchas veces a cuestiones técnicas u olvidos y sólo en contados casos es por mala fe.

Aunque no llega al nivel de agresión, la manera en la cual el hoy ex Jefe de Comunicación del Palacio de Gobierno interactuaba con los medios no baja de grosería y maltrato. Muchos podrían confirmar, y muy pocos lo harían por no estar en libertad de hacerlo al ser empleados y representar a una empresa, que el individuo en cuestión decía las cosas de mala manera, empujaba a los fotógrafos para hacerlos a un lado y en general atendía pésimamente a quienes cubrían las actividades del Gobernador Rolando Zapata Bello.

Muchos se inconformaron, pero sólo en el momento, con el mal trato que el referido les dio durante la visita de Raúl Castro y Peña Nieto a la sede del Ejecutivo Estatal. Sus amigos lo excusaron, culpando al Estado Mayor Presidencial por las medidas, las cuales no explican la mala organización por parte de los anfitriones, quienes convocaron a toda la prensa local el día anterior sólo para decirles, a sus invitados, que no podían pasar. O, peor aún, mentirles diciendo que pasarían "en un momento" y dejándolos esperando en la puerta.

Sin embargo, cuando los malos tratos del hoy ex Jefe trascendieron y se le reemplazó con una persona conocida por sus buenas maneras y competencia, exiliando al mencionado a la Fiscalía General del Estado y ascendiéndolo a director para que la medida no parezca castigo, no faltaron quienes se solidarizaran con la misma persona que por meses, entre febrero y noviembre de este año, maltrató verbalmente a sus colegas.

Es preciso mencionar que existen múltiples agrupaciones de periodistas y algunas de éstas promueven acciones en pro del gremio. La Asociación de Comunicadores 7 de Junio Yucatán realiza anualmente un taller de preparación al examen de titulación (Acuerdo 286) para aquellos reporteros que no cuentan con un título universitario y desean ser licenciados en Periodismo. Es preciso señalar que aunque muchos medios piden como prerrequisito para la contratación que sus empleados sean licenciados en Comunicación o carreras afines, éste no es un requerimiento legal para desempeñarse, formal o informalmente, en el medio.


"Las personas físicas, así como medios de comunicación y difusión públicos, comunitarios, privados, independientes, universitarios, experimentales o de cualquier otra índole cuyo trabajo consiste en recabar, generar, procesar, editar, comentar, opinar, difundir, publicar o proveer información, a través de cualquier medio de difusión y comunicación que puede ser impreso, radioeléctrico, digital o imagen".

Esto significa que el reportero con 30 años de trayectoria que asiste a una conferencia de prensa de Enrique Peña Nieto para publicar una nota en un medio nacional, el cronista de espectáculos con 10 años que da cobertura a un concierto u obra de teatro, el blogger o vlogger con 6 meses que entrevista a un funcionario municipal e inclusive aquél que simplemente toma fotos de eventos y las comparte en las redes sociales son, ante la ley, periodistas y todos tienen el mismo derecho a ejercer su labor y las facilidades para realizarla, al igual que la misma protección ante la ley en caso de ser blanco de abusos de autoridad, amenazas y agresiones.

La calidad de la información la juzgarán los lectores y los clientes del medio en cuestión y no es competencia de las autoridades ni del mismo gremio decidir, en base a criterios arbitrarios, quién merece la protección de la ley y quién no, quién puede ejercer el periodismo y quién no, ya que éste va de la mano con el derecho universal a la libertad de expresión.