miércoles, 30 de diciembre de 2015

diciembre 30, 2015
“El Señor te bendiga y te proteja, 
haga resplandecer su rostro sobre ti 
y te conceda su favor.  
Que el Señor te mire
con benevolencia 
y te conceda la paz. (Num 6, 24-26)

Muy queridos hermanos y hermanas, estas palabras del libro de los Números se escuchan, como primera lectura, en la Eucaristía del día primero de enero, y es el modo en que Dios mandó a Moisés, que los sacerdotes, descendientes de Aarón, bendijeran a los hijos de Israel. Con esto nos queda claro que la iniciativa para bendecir a su pueblo es de Dios nuestro Señor. El Papa, los obispos, los presbíteros y los diáconos en la Iglesia, tenemos el ministerio de bendecir a todos los creyentes en el nombre de Dios. Pero todo el Pueblo Santo de Dios, en el Nuevo Testamento, es pueblo sacerdotal (Cf. 1 Pe 2, 4-10); y con todo derecho, los padres bendicen a sus hijos; y todos los que se aman desde la fe, reconociéndose como hermanos, pueden expresar su deseo de bendición a los demás.

Estos días de fin de año y primeros del año nuevo, escucharemos y expresaremos muchos deseos de felicidad y prosperidad para el año 2016; recibiremos y daremos muchos abrazos y manifestaciones de afecto. Todo esto da calor humano y embellece estos días que celebramos en el marco de la Navidad, como fiesta prolongada. ¿Qué le quieres pedir al Señor para el año 2016?, ¿qué bendición necesitas? Los hombres y mujeres de fe sabrán reconocer en cada acontecimiento una bendición, y estarán siempre diciendo  “hágase, Señor, tu voluntad”, y podrán conservar la paz y el gozo de que esa voluntad se cumpla.

Y tú, ¿como vas a festejar la llegada del año nuevo? Los cristianos católicos lo celebramos como la fiesta de la octava de Navidad; es el cierre de los días más solemnes de la Navidad. Y lo celebramos como el día de Santa María, Madre de Dios. Sí, el Hijo de Dios hecho hombre, nació de María Virgen, por obra del Espíritu Santo. Él es una sola Persona, con dos naturalezas: la divina en la eternidad, con el Padre y el Espíritu Santo; y la humana tomada de María en el tiempo. Negar la maternidad divina de María es negarse a aceptar el gran misterio de la encarnación del Hijo de Dios.

Desde tiempos del Papa Paulo VI, en los años sesentas, el Pontífice dedica el día primero de enero como la Jornada Mundial por la Paz. El Papa Francisco ha enviado ya el texto de su mensaje para la Jornada de este año. Atendamos lo que él nos dice.

Pero además, los cristianos católicos recibimos el año nuevo como el Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, para vivir intensamente el sentido del arrepentimiento de los pecados y disfrutar del amor misericordioso de nuestro Dios, y para aceptar ser misioneros que reflejen a los demás el rostro misericordioso de Dios, mediante la práctica de las obras de misericordia.

Por otra parte, los cristianos católicos nos alegramos de que en el primer mes del año, podremos disfrutar de la Semana del Ecumenismo, en la cual, junto con hermanos cristianos de distintas Iglesias, nos reuniremos para orar por la unidad de todos los cristianos. Esto será del 18 al 25 de enero, concluyendo con la fiesta de la Conversión del Apóstol San Pablo. Que no falte en el corazón de cada católico esta hermosa intención de orar por la unidad, que es indispensable para que el mundo crea (Cf. Jn 17,21).

Mis mejores deseos para todos ustedes miembros de la Iglesia Católica; lo mismo que para ustedes, hermanos y hermanas cristianas de las distintas Iglesias; y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Que para todos el Señor Dios, fuente y origen de toda bendición, les conceda su gracia, los bendiga copiosamente y los guarde, sanos y salvos, durante todo el 2016;  disponga en su paz sus días y ocupaciones, escuche sus oraciones y los lleve felizmente a la vida eterna (Cf. M.R. Bendición Solemne del Primer día del Año).

+ Gustavo Rodríguez Vega

Arzobispo de Yucatán