miércoles, 23 de diciembre de 2015

diciembre 23, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

Una de las joyas que tiene en la mira Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador, es la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. El problema es que se trata de una posición tan estratégica y valiosa para este partido que varios de sus integrantes la disputan.


Las tres figuras más visibles de Morena que quieren gobernar el DF a partir del 2018 están enfrentadas entre sí. Los más activos son Ricardo Monreal, jefe delegacional en Cuahutémoc, y Martí Batres, dirigente del partido en la Ciudad de México. Más callada, desde la jefatura delegacional en Tlalpan, Claudia Sheinbaum.

Monreal está desatado: ha aparecido en los medios de comunicación tantas veces como ha podido (aunque tras su derrota en el Corredor Chapultepec ha bajado el perfil), denuncia corrupción, causa polémica, se victimiza frente a la opinión pública y ya está haciendo sus amarres: desde su privilegiada posición como jefe de la delegación donde se ubica el corazón del Distrito Federal ha permitido la instalación de vendedores ambulantes en la avenida Eje Central y según me han revelado fuentes de primera fila, impulsa las aspiraciones de negocios de la empresa M2, que desea quedarse con los anuncios espectaculares del Paseo de la Reforma y que estaría vinculada al grupo del ex jefe de gobierno Marcelo Ebrard (algunas posiciones de alto nivel en el gobierno de Monreal están ocupadas por marcelistas).

Sin embargo, en los círculos cercanos a López Obrador, Monreal genera desconfianza. Dicen que dejó heridas aquella grabación –captada ilegalmente y luego difundida– en la que Monreal tacha de loco al tabasqueño y presume sus amistades con priistas y panistas que resultan detestables para el ya anunciado candidato presidencial.

Sheinbaum es de ese círculo íntimo de Andrés Manuel, de las personas a quienes más confianza les tiene, y desde Tlalpan nutre sus propios anhelos: establece acuerdos con líderes territoriales, trata de conquistar a los de Morena y se acerca a perredistas y priistas para sumarlos. No es muy visible aún. Deberá serlo si quiere llegar más lejos.

A diferencia de Monreal y Sheinbaum, que deben hasta por conveniencia de sus gestiones delegacionales mantener una buena relación con Miguel Mancera, Batres es el opositor más vociferante contra el actual jefe de Gobierno. Aunque no todas las puede cumplir (prometió masivas movilizaciones con López Obrador contra el Corredor Chapultepec y mega marchas para el fin de semana guadalupano, y no sucedieron), todas las amenaza. Echa mano de los contactos de su señor padre para llevar a sus mítines a adultos mayores, uno de los grupos sociales que más se pelean entre los llamados izquierdistas.

Sabemos que en Morena las candidaturas de alto nivel son decisión unipersonal del dueño del partido. La Jefatura de Gobierno del DF es una de ellas. Las disputas y golpes bajos han iniciado. Dirían en el futbol: apenas son los primeros minutos del primer tiempo.