jueves, 17 de diciembre de 2015

diciembre 17, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

El pasado 3 de diciembre Pemex abrió una gasolinera en Houston. La primera de cinco que pretende instalar en Estados Unidos. La gasolina mexicana tuvo mucho éxito: según el reporte oficial, las ventas duplicaron la expectativa.

Hay otra gasolina que, sin querer, México está regalando en Estados Unidos. Es gasolina para el precandidato republicano a la presidencia de ese país, Donald Trump.

La semana pasada el embajador de nuestro país en Washington acudió al prestigiado Centro Woodrow Wilson a presentar su nuevo libro: A world of three cultures: honor, achievement and joy (Un mundo de tres culturas: honor, logro y alegría).

En el acto, declaró que quiere ayudar a tres millones de mexicanos que tienen residencia en Estados Unidos para que mejoren aún más su condición migratoria y obtengan la naturalización, y con ello la doble nacionalidad. Y que para eso, buscará gestionarles créditos ante instituciones bancarias.


Dijo que como la naturalización cuesta mil dólares por persona, “estoy hablando con la comunidad financiera internacional” para que otorgue créditos en módicas mensualidades de 50 dólares. Para conseguir su objetivo, el embajador estaría “levantando” un monto crediticio de entre 3 mil 500 y 5 mil millones de dólares (la cifra es equivalente a todo el presupuesto que destinará el gobierno al campo mexicano en 2016).

La revelación desató la expectativa. A pesar de la falta de detalles en el planteamiento, los medios de comunicación estadounidenses, cada vez con más hispanos en sus audiencias, la expusieron con relevancia.

El planteamiento del embajador Basáñez tiene toda la lógica económica: alguien requiere dinero de golpe, no lo tiene, pero puede pagar a plazo con una tasa de interés, pues se lo prestan y punto. Ese ha sido por siglos el negocio bancario.

Pero como lo delineó un embajador, el asunto deja de ser un común arreglo entre particulares y se vuelve una política de Estado para incidir en la ciudadanía de otro, con todo
lo que ello implica. Y al expresarse en un momento político en el que la migración es tema caliente, se vuelve gasolina para ideologías nacionalistas como la de Trump.

La sorpresa va más allá: fuentes de la Cancillería me revelaron que en la Secretaría de Relaciones Exteriores recibieron la declaración del titular de la embajada más importante con el mismo asombro que los reporteros: no sabían nada, no autorizaron tal esquema, no habían trabajado ningún documento, no hubo ninguna coordinación para hacer un adelanto ni un anuncio, ni siquiera han estudiado el tema.

Lo que preocupa es que el asunto exhibe no sólo una perspicaz idea casi irrealizable, sino una descoordinación intergubernamental y una grave falta de entendimiento de la dinámica política de la nación más estratégica para México.

historiasreportero@gmail.com