domingo, 27 de diciembre de 2015

diciembre 27, 2015
Pedro Echeverría V.

1. En los últimos meses que tanto se ha hablado bien y mal de la cultura y la religión musulmana o islámica, con mi inclinación hacia la historia y la política, me he dedicado a revisar con cierto detalle las religiones cristiana, islámica y judía buscando comparar sus orígenes con la etapa en que han conquistado y mantienen poder. Me he encontrado cosas maravillosas en las tres, sobre todo en los periodos de sus luchas o batallas por establecerse; pero también en las tres he repudiado sus periodos de dominación. Me reconfirma el ideal anarquista de la lucha contra todo poder y gobierno. ¿Es que acaso en la sangre, en el cerebro de todos los seres humanos tenemos grabado, impreso, esculpido el poder: el derecho de propiedad, de competencia, de riqueza, de dominación, de tiranía sobre los demás?

2. ¿Qué terriblemente injusta fue la persecución y asesinatos de cristianos en los primeros 300 años de su historia en Roma hasta que el gobierno de Constantino los reconoció y estableció su poder? ¿No fue acaso condenable la persecución y asesinatos de seguidores del profeta Mahoma en La Meca a principios de los años 600 hasta el regreso a su santuario décadas después? Y ¿Cómo no apoyar a los judíos que durante siglos han reclamado una patria sin poderse establecer de manera definitiva? Pero puta madre, una vez establecidos y después de enseñar sus poderosos negocios, sus enormes poderes, la gran extensión de sus dominios en el papado en Roma e iglesias de todos los países, en los dominios bancarios de los Rothschild, Rockefeller y Goldman Sachs, así como el enorme poder de los imperios árabes, ¿qué queda?

3. He leído, escuchado y visto como las grandes masas de millones de pueblos y de países han seguido con gran pasión y amor a sus líderes y dirigentes de esas tres religiones hacia “la tierra prometida”. Veo aún hoy –a pesar de lo mucho que se conoce del enorme imperio mundial que han establecido- como los fieles siguen con fe y pasión a sus religiones. Pienso a veces que esta conducta o comportamiento nunca cambiará porque no se pueden borrar 10 o 20 siglos que generación tras generación han impuesto una forma de vida. ¿Es como pensó Marx un opio que sólo desaparecerá en el pensamiento del pueblo al surgir otra alternativa de vida más entendible, convincente y más cómoda? Cómoda sí, porque en última instancia las religiones nacieron con el sacrificio, sufrimiento, persecuciones y muertes de minorías.

4. Marx (1818-83) al plantear de entrada su dialéctica siguiendo al filósofo Hegel, en el sentido que todo cambia y nada permanece, negó de entrada la existencia de seres divinos, de pensamientos cerrados o dogmáticos. Consideró que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Su punto de vista es claramente ateo: no existe Dios ni una dimensión humana hacia lo trascendente. La religión al consolar al hombre del sufrimiento que en este mundo le toca vivir, sugiriendo en él que en el otro mundo le corresponderá la justicia y la felicidad plena, le resta capacidad, energía y determinación para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que son las realmente culpables de su sufrimiento. En un mundo igualitario no existirá la religión por que desaparecería la alienación.

5. Marx mismo, a pesar de su claridad dialéctica y materialista, se le quiso comparar con otro dios, sobre todo después de la toma del gobierno ruso por los bolcheviques al terminar la primera guerra y al entrar en profundas dificultades la economía mundial. Los países imperialistas pretendieron que otras religiones –en los países que dominaban- se enfrentaran a Marx y a sus seguidores extendiendo calumnias contra él diciendo que era dios, que El capital (libro escrito por él) era la biblia, que los partidos comunistas eran la iglesias y que Lenin, Stalin, Trotsky y Mao, sus apóstoles. Hay que decir que a pesar de la dialéctica marxista que no dejaba ídolo con cabeza, hubo seguidores de Marx que planteaban con dogmatismo su pensamiento y que siguieron como un dogma el marxismo sin una posición crítica y reflexiva.

6. Si al marxismo en un momento se le vio como una religión fue por lo sacrificado de muchos de sus seguidores que luchando por una sociedad sin explotación y opresión –como los cristianos, musulmanes y judíos cuando luchaban por su territorio- caían abatidos por las balas de las clases dominantes. Además –desafortunadamente- muchos seguidores repetían y defendían los pensamientos como si fueran dogmas y no guías para la reflexión y la acción. Incluso después del triunfo en la URSS y China se elaboraron “manuales marxistas” (mucha propaganda) que parecían catecismos repetidores de dogmas irreflexivos. ¿En cuántos partidos-iglesia se registraron expulsiones por mala interpretación del marxismo y por violar normas que no se apegaban a los principios”? Así surgió el marxismo crítico que ya desde antes lo era.

7. Las críticas que se hacen actualmente contra las religiones no son contra sus dioses: Cristo, Alá, Mahoma, Shadai, los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob y sus principios religiosos, o contra sus libros sagrados (Biblia, Talmud, Corán), sino contra la historia ya muy larga de dominación. Cuando se leen historias del Vaticano, los comportamientos de Cardenales y Papas, las alianzas que han realizado con las clases dominantes y los negocios a su alrededor; cuando se conoce que el mundo es dominado por unos 500 multimillonarios judíos que controlan la economía del universo y que en los territorios del Islam siguen dominando dictadores imperiales, no se sabe si son las religiones con sus doctrinas a favor de los pobres y miserables, o son clubes dominados por poderes imperiales que no deberían existir. (26/XII/15)