jueves, 26 de noviembre de 2015

noviembre 26, 2015
NAIROBI, Kenia, 26 de noviembre.- El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, repudiado durante años como sospechoso de crímenes contra la humanidad, se ha convertido tras el archivo de su caso en anfitrión de grandes líderes internacionales: hace cuatro meses agasajó a Barack Obama y ahora recibe al papa Francisco.

El diciembre del pasado año, la Corte Penal Internacional (CPI) dio carpetazo a su acusación como supuesto responsable de la muerte de miles de personas en la ola de violencia que vivió Kenia tras las elecciones de 2007.

La Fiscalía se quedó sin testigos y le resultó imposible mantener los cargos que, no obstante, aún pesan sobre el vicepresidente del país, William Ruto.

Algunos de los testigos que debían ser interrogados por el fiscal durante el juicio desaparecieron -sin que nada se sepa de ellos-, otros cambiaron repentinamente de idea, se desdijeron de anteriores declaraciones y rechazaron la comparecencia cuando la vista oral parecía inminente.

Francisco en la Universidad de Nairobi: "En esta Universidad se forjan las mentes y los corazones de las generaciones más jóvenes en los grandes valores de la tradición africana, la sabiduría y la verdad de la palabra de Dios y el idealismo desinteresado de la juventud, con el compromiso de formar una sociedad cada vez más justa, inclusiva y respetuosa de la dignidad humana". Concluyó con un "Dios los bendiga! ¡Dios bendiga a Kenia!". Sentado, el Presidente.

Mientras duró la investigación, Kenyatta promovió el adiós de su país al Estatuto de Roma -tratado fundacional de la CPI- y promovió un movimiento similar entre los líderes africanos que no quieren seguir sometidos a lo que consideran una justicia racista y colonial.

Sin embargo, este rechazo a la jurisdicción internacional no representa un obstáculo real para los líderes mundiales, que ahora vuelven a mirar hacia el país con mayor proyección de África del este. Enterrada la imputación, resurge la amistad.

El primero en celebrar este giro fue Barack Obama, que a las pocas semanas del archivo de la causa confirmó su asistencia a la Cumbre Mundial de Emprendedores celebrada en Nairobi el pasado mes de julio.

El presidente de EEUU, ávido de recuperar el terreno perdido frente a China en esta zona del continente, posó satisfecho con su homólogo keniano pero evitó al vicepresidente, aunque no siempre con suerte.

Poco tiempo después de esta simbólica visita, se anunció el primer viaje a África del papa Francisco, con parada en Kenia, Uganda y la República Centroafricana. Su primer anfitrión será Uhuru Kenyatta, quien le recibirá nada más pisar tierra.

En Nairobi, donde la mayoría de la población es de confesión protestante, la visita ha despertado más expectación política que religiosa.

Al igual que ocurrió con Obama, los kenianos también interpretan su visita como una oportunidad para mediar con sus propios líderes.

Según una encuesta publicada por el diario local Standard dos días antes de su llegada, el 75% de los ciudadanos espera que el pontífice ponga paz a las disputas entre Gobierno y oposición y suavice los enfrentamientos tribales.

Y después del papa, podría formalizarse la visita del primer ministro británico, David Cameron, a quien Uhuru, hijo del expresidente Jomo Kenyatta, artífice de la independencia keniana del Reino Unido, ya ha invitado formalmente para un encuentro en los primeros meses de 2016.

La última vez que se vieron fue hace dos años en Londres, durante una conferencia internacional sobre el conflicto de Somalia.

Por entonces, el mandatario keniano estaba imputado y los líderes occidentales se esforzaban por mantener la distancia. La disolución de su caso resolvió el conflicto de apariencia y convirtió el recelo en esperanza de cercanía. (Javier Marín / EFE / Repubblica)