lunes, 2 de noviembre de 2015

noviembre 02, 2015
MOSCÚ, Rusia, 2 de noviembre.- La compañía rusa Kogalymavia, operadora del avión Airbus 321 siniestrado el sábado sobre la península del Sinaí, niega rotundamente que la catástrofe en la que perecieron 224 personas fuera el resultado de un fallo técnico o humano. “Excluimos un problema de la nave y un error del piloto o la tripulación”, dijo este lunes Alexandr Smirnov, vicedirector de Kogalymavia en una conferencia prensa en Moscú. “No existe una combinación de fallos de sistemas tal que pudiera causar la destrucción del avión en el aire”, dijo Smirnov. “La única causa explicable puede ser un impacto mecánico sobre la nave”, añadió.

La destrucción del Airbus cuando había alcanzado ya una altitud de 9,000 metros es la hipótesis en la que parece haber más coincidencia entre las fuentes rusas y egipcias. Tras excluir la descompresión de la cabina por sí sola como causa del accidente, el ejecutivo de Kogalymavia Alexandr Smirnov opinó que el avión se hizo “incontrolable” y afirmó que el organismo humano no podría haber soportado “la separación de parte del fuselaje” o la “destrucción” del aparato en vuelo.

Un avión ruso con cadáveres de las víctimas al aterrizar en el aeropuerto de Pulkovo, en San Petersburgo. (AFP)

Citando sus fuentes, la agencia Ria-Nóvosti informó de que no se habían encontrado trazas de explosivos en los restos del fuselaje investigados. Una fuente del equipo que estudia las cajas negras, citada por Reuters, señaló que el análisis preliminar descartaba un impacto externo y corroboraba que no habría habido ninguna llamada de alerta desde el aparato.

“El avión estaba en un estado técnico estupendo”, afirmó Smirnov, que dijo haber efectuado varios vuelos él mismo en ese aparato durante el mes de octubre. Ante la insistencia de los periodistas sobre la posibilidad de un acto terrorista, Smirnov dijo que “no se puede excluir nada” y repitió que “pudo ser cualquier cosa”.

Las autoridades rusas han optado por no descartar ninguna versión y esperar los resultados de las investigaciones, según manifestó Dmitri Peskov, el portavoz del presidente Vladímir Putin.

Refiriéndose a las actividades bélicas en la zona donde cayó el aparato, Putin recomendó al ministro de Transportes, Maxim Sokolov, que actuara con cautela. Sokolov, que dirige la comisión investigadora gubernamental, acababa de llegar de Egipto e informó al presidente de la situación. “Como se sabe, en esa zona se producen de forma periódica enfrentamientos bélicos entre las Fuerzas Armadas de Egipto e insurgentes de diversos grupos terroristas, por eso le ruego que muestre la necesaria cautela al trabajar sobre el terreno”, dijo Putin.

Sokolov confirmó una participación “activa y de envergadura” del Ejército egipcio en apoyo de la misión de rescate e investigadora rusa. El presidente pidió que se hiciera todo lo posible por tener “un cuadro objetivo de lo sucedido, para que sepamos lo que pasó y reaccionemos de la forma correspondiente”, según la página oficial del Kremlin.

Los responsables de aviación civil rusos exhortan a no sacar conclusiones precipitadas hasta que se haya descifrado el contenido de la caja negra, operación que, según las normas internacionales, debe llevarse a cabo bajo la dirección del país donde ha ocurrido el siniestro y con participación de todas las partes implicadas. Además de Rusia, de los fabricantes del aparato y la empresa propietaria (irlandesa) pueden participar en la comisión representantes de Ucrania y de Bielorrusia, porque en el aparato viajaban ciudadanos de esos países.

Con sus declaraciones, los representantes de Kogalymavia han dirigido las sospechas sobre los orígenes de la catástrofe hacia el “impacto” sobre la aeronave, ya que descartaban la mayoría de las hipótesis barajadas por las distintas fuentes: según su versión, no pudo ser la mezcla de combustible, que de haber sido deficiente habría podido dañar los motores, pero no causar explosión.

Tampoco pudo ser el aparato, dijeron, porque éste había pasado las inspecciones correspondientes, incluida una a fondo de sus motores el 26 de octubre en el aeropuerto de Domodédovo de Moscú. Señalaron además los representantes de la compañía que el diario de a bordo del Airbus no contenía ni un sola queja de la tripulación en los últimos cinco viajes, incluido el definitivo.

Esta información sale al paso de las quejas del copiloto a su esposa, antes de emprender el viaje, sobre las supuestas malas condiciones del avión. Tampoco el accidente sufrido por el Airbus en 2001 pudo influir porque el avión había sido reparado, dijeron, bajo la supervisión del fabricante y tenía la garantía de este hasta concluir el periodo de explotación. En cuanto a una posible grieta por el envejecimiento del metal, de haberse producido, hubiera sido un fenómeno paulatino y detectable. Y en lo que se refiere al periodo de explotación, el aparato, de 18 años, estaba a la mitad de su ciclo vital, dijeron. (Pilar Bonet / El País)