viernes, 27 de noviembre de 2015

noviembre 27, 2015
PARÍS, Francia, 27 de noviembre.- Tenía que hablar a todos y dirigirse al mundo. François  Hollande encontró las palabras el viernes durante el homenaje nacional a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre. Frente a las familias y los heridos, a pesar de que su discurso de un cuarto de hora tuvo algunos acentos bélicos, el jefe de Estado hizo hincapié en la calma, la confianza y la tolerancia. Sobre la unidad del país, pese a discordias entre las fuerzas políticas, que debe prevalecer después de los ataques terroristas. "La libertad no pide ser vengada, pide ser servida", insistió ante el Palacio Nacional de los Inválidos donde cerca de 2,000 personas se reunieron, envueltas en abrigos blancos o negros para resistir la heladez. Los que cayeron 13 de noviembre encarnaban nuestros valores. Nuestro deber es más que nunca hacerlos vivir. No cederemos ni al miedo ni al odio. Y si la ira se apodera de nosotros, la pondremos al servicio de nuestra determinación".

François Hollande en Les Invalides en el homenaje a las víctimas del 13 de noviembre. (Foto Marc Chaumeil para Libération)

El primer garante de la unidad nacional llamó de nuevo a respetar al otro. "¿Qué quieren los terroristas? Dividirnos, oponernos, lanzarnos el uno contra el otro: les aseguro, van a fracasar", prometió, al tiempo que juró destruir al grupo terrorista Estado Islámico, organización que reivindica los atentados, pero que Hollande nunca cita como tal. Para él, los ataques del 13 de noviembre son "un acto de guerra organizado desde lejos y cometido por una horda de asesinos [...] en nombre de una causa loca y de un dios traicionado." Los terroristas "rinden culto a la muerte, pero nosotros tenemos el amor, el amor a la vida. [...] Ellos querían sepultar esta alegría con el fragor de sus bombas. Nosotros vamos a multiplicar las canciones", aseguró Hollande después de dos homenajes musicales. Los tres cantantes Yael Naim, Camelia Jordana y Nolwenn Leroy interpretamos Quand on a que l'amour de Jacques Brel y la soprano Nathalie Dessay cantó Perlimpinpin de Barbara, que ordena "combatir solamente con el fuego de la ternura." (Ver Hommage national: pourquoi avoir choisi la chanson de Barbara Perlimpinpin? )

En su discurso ante el Congreso, reunido en Versalles tres días después de los ataques terroristas, François Hollande no mencionó al Islam y el islamismo. Esta vez, él dice "el enemigo", como para descartar amalgamas: "El enemigo es el fanatismo que quiere someter al hombre a un orden inhumano. Es el oscurantismo, es decir, un Islam desviado que reniega del mensaje de su libro sagrado. a ese enemigo lo venceremos juntos con nuestras fuerzas, las de la República".

En medio del discurso presidencial, una niña con sombrero de pompón deja a las familias y corre a refugiarse del frío cerca de los agentes. Como todos, escuchó durante once largos minutos los nombres de las víctimas desgranadas una por una por por una voz masculina y una voz femenina antes de que el Jefe de Estado tome la palabra. "Después de enterrar a nuestros muertos hay que atender a los vivos", dice el Presidente, a la cabeza de un país herido. En la cima del podio, media docena de periodistas de Charlie Hebdo hombro con hombro.

Después de la respuesta militar, de seguridad, política y diplomática que lo ocupa desde la última quincena, François Hollande trata de perfilar una generación segada "en esta noche donde el otoño no parec terminar." Él quiere la Francia más universal y más inclusiva posible, citando los cincuenta comunas en Francia y 17 países extranjeros afectados por el luto y recordando los oficios de unos y otros: "Los caídos el 13 de noviembre eran la Francia, toda la Francia".

Sin dar la vuelta a la página de luto, el Jefe de Estado trata de mirar hacia el futuro: "Quiero decirles que tengo confianza en la próxima generación", insiste. "El ataque del 13 de noviembre será recordado como una terrible introducción a la dureza del mundo, pero también como una invitación a inventar un nuevo compromiso", estima François Hollande, quien concluyó: "A pesar de las lágrimas, esta generación se ha convertido en el rostro de Francia". (Laure Bretton / Libération)