miércoles, 11 de noviembre de 2015

noviembre 11, 2015
MÉRIDA, Yucatán, 11 de noviembre.- El cronista Gonzalo Navarrete Muñoz encabezó la noche de este miércoles una tertulia en la cual abundó respecto a las leyendas urbanas tras los nombres de algunas de las esquinas más conocidas de esta ciudad.

La conferencia estuvo a cargo del cronista Gonzalo Navarrete (foto: JMRM)

El evento, celebrado en el Centro Cultural José Martí, registró un lleno total, el cual fue atribuido por el orador al poder de convocatoria de las redes sociales, destacando la presencia de una audiencia conformada en su mayoría por jóvenes.

El Degollado (67 x 60). Esta esquina fue bautizada, explicó el orador, por una historia de pasión.

"El amor para que sea amor no debe realizarse", dijo Navarrete, procediendo a narrar cómo un trabajador se enamoró total y absolutamente de una muchacha de Campeche, quien rápidamente se volvió la mujer de sus sueños a pesar de que él nunca le confesó sus sentimientos y se limitaba a "acecharla".

Supo que era pretendida por un abogado, alguien con un estatus social superior al de él, con quien se iba a casar y "la fortuna" le dio la oportunidad de atenderlo en una barbería, momento que aprovechó para cortarle la yugular, matándolo, y suicidarse.

La Zacatecana (71 x 78). El cronista recapituló la anécdota de una mujer que atendía una fonda y, aunque cocinaba bien, tenía un carácter de los mil demonios y maltrataba a sus clientes.

Como maldición por tratar de mala manera a un indígena, tuvo un hijo que nació con la cabeza "tirada" y una deformidad "monstruosa" tras un embarazo de 15 meses. Ésta es una de varias leyendas, detalló, que incorpora la reivindicación (venganza) del pueblo maya por los agravios en su contra.

La Tucha (57 x 66). Allí se encontraba la casa de un noble hidalgo, cuya hija respondió groseramente a una mujer indígena que le ofreció un juguete de regalo, tras lo cual la ofendida hizo unos garabatos en el suelo, maldiciéndola.

Al día siguiente de la ofensa, la pequeña desapareció y, aunque la buscaron por todos lados, no lograron dar con su paradero. Al mismo tiempo, en el techo de la casa apareció una fea mona (tucha).

Días después volvieron a ver a la niña, visiblemente desaseada, pidiendo ir a ver a la mujer indígena para agradecelre la lección.

Otra versión de la historia, dijo Navarrete, dice que "La Tucha" era el apodo de una bailarina cubana.

Ave de oro (57 x 50). Relato sobre cómo un fraile franciscano, conocido por su bondad, entregó a un hombre, quien acudió verlo desesperado por problemas económicos, un ave que, al retirarse y abrir su mano, se había convertido en oro y piedras preciosas.

Este tipo de relatos milagrosos, dijo el cronista, son comunes en toda América.

Navarrete también hizo mención de la aparición de la "Virgen del Rayo" que presuntamente fue vista en las escaleras de la casa de un señor de apellido Quijano.

El Tropezón (53 x 40). La señorita Yolanda Escaroz fue enamorada por un soldado y quedó embarazada, lo cual dio pie a un drama familiar. La familia acudió al sacerdote, quien en misa dijo que cualquiera puede dar "un tropezón".

La expresión se volvió motivo de burlas, dando su nombre a la esquina.

Las quince letras (47 x 76). Los muchachos que iban a estudiar a Europa, recordó Navarrete, traían consigo enfermedades como sífilis y lepra. Un joven que regresó con el segundo mal no quiso casarse con su enamorada, a pesar de que ésta quería cuidarlo, y se fue a las afueras de la ciudad a morir.

La tienda Las quince letras se llamó así por un verso francés que leían los amantes. (N. de la R., en la esquina de la 74 x 67 hay una cantina que también se llama "Las quince letras").

Aquí te espero (81 x 72). Dos enamorados se casaron y pusieron una tienda. Al morir el hombre, su viuda abrió una tienda con ese nombre.

La flor de mayo (75 x 68). Una viuda abrió una panuchería muy famosa en el rumbo de La Ermita y San Sebastián. A su paso, el general Salvador Alvarado y sus tropas se detuvieron a comer panuchos y tomar chocolate.

Agradecido, el general le aseguró que todos los gobernantes de la Revolución cenarían ahí, costumbre que, dijo el cronista, duró hasta los tiempos de Carlos Loret de Mola.

Navarrete también hizo mención de cómo Wenceslao Moguel sobrevivió "de milagro", tras ser cubierto con la sotana del Santiaguito de Halachó, a siete balazos y recibió una ayuda económica el resto de su vida de Hugo Molina Font, ya que formaron parte del batallón que luchó contra Alvarado a su llegada.

El Negrito. En la época del henequén, un negro vino a trabajar a la ciudad y se enamoró de una mujer, quien tras 3 años de vivir juntos sin compromiso lo abandonó. Tras esta decepción, "El Negrito" pasaba los días sentado por la Calle Ancha del Bazar, donde vendió verduras el resto de su vida.

Sin referencia a una esquina específica, Navarrete habló sobre la creencia de los pixanes (espíritus) que regresan a la tierra en noviembre y las supersticiones en torno a ellos. Aparte mencionó a los aluxes, dando como ejemplo el colapso del escenario para el concierto de Elton John, organizado por Jorge Esma Bazán, en Chichén Itzá.

El cronista lamentó que su colega Jorge Álvarez Rendón no pudiera acudir al evento, citando problemas de salud como la causa de su ausencia. (JMRM)