domingo, 1 de noviembre de 2015

noviembre 01, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


El náufrago. El ministro de Economía le dijo al Presidente: “La crisis se está poniendo cada vez más dura, señor. Sabemos de dos mujeres que llevan ya dos años ejerciendo la prostitución, y las dos siguen siendo señoritas”… Se escogió el jurado que decidiría sobre la acusación de que era objeto cierto tipo, y el jurado quedó integrado solamente por mujeres. El juez le preguntó al acusado: “Cómo se declara usted: ¿culpable o inocente?”. Respondió con prontitud el individuo: “Culpable, su señoría. Ya puede usted dictarme la sentencia”. El abogado defensor del hombre le preguntó en voz baja, sorprendido: “¿Qué diablos hace usted? ¿Por qué se declara culpable? ¡El juicio apenas va a empezar!”.”Mire, abogado —respondió el individuo—. Si nunca he podido convencer de nada a mi mujer, menos aún voy a poder convencer a doce mujeres juntas”…  Doña Macalota, la suspicaz esposa de don Chinguetas, le contó a una amiga: “El nuevo hobbie de mi marido es la fotografía. Pero quién sabe qué clase de fotos estará tomando, que tiene que revelarlas en un cuarto oscuro”… La novia de Afrodisio cumplió años, y el salaz galán le regaló una cama de agua. Le explicó a la sorprendida muchacha: “Me dijiste que te comprara algo que los dos pudiéramos disfrutar”… En la oficina un empleado le dijo a su compañero: “Te veo muy triste, Martiriano. ¿Qué te sucede?”. Respondió el lacerado: “Tengo muchos problemas en mi casa”. “No te mortifiques —trató de consolarlo el otro—. A la salida del trabajo nos iremos a ahogar tus penas”. “De nada servirá intentar eso —replicó don Martiriano con un hondo suspiro—. Mi mujer Jodoncia sabe nadar muy bien”… Una amiga le preguntó a Afrodisio: “¿Qué prefieres en las mujeres: muslos gruesos o muslos delgados?”. Respondió el libidinoso tipo: “Si quieres que te diga la verdad, prefiero lo intermedio”… Babalucas, el tonto mayor de la comarca, les contó a sus amigos una desagradable experiencia. “Se me quedaron adentro las llaves del coche. Para colmo mi esposa estaba dentro, y tuve que quebrar un vidrio rápidamente para poder sacarla”...
Otro de Babalucas. Fue a escuchar la conferencia de un astrónomo, y dijo el conferenciante: “La luz del Sol llega a la Tierra a una velocidad de 186 mil millas por segundo”. “¡Qué chiste! —le dijo burlonamente Babalucas a su vecino de asiento—. ¡Viene de bajadita!”… Lord Feebledick regresó a su casa después de la cacería de la zorra. James, el mayordomo, le informó: “Su esposa, lady Loosebloomers, está en la cama con laringitis”. “Bloody be —maldijo con enojo el lord—. ¡Ahora con un griego!”... Una señora que iba con 12 niños por la calle se atravesó de una acera a otra en el momento en que los automóviles tenían el paso. “¡Oiga, señora! —la amonestó un oficial de tránsito—. ¿No sabe cuándo detenerse?”. Respondió la mujer con gesto agrio: “No todos los niños son míos”… Uglicia, mujer más fea que un coche por abajo, le dijo al policía de la esquina: “Un hombre me viene siguiendo. Creo que está borracho”. El gendarme la vio de arriba abajo y luego comentó: “Debe de estarlo”... La niñita está conversando con su mamá. Le preguntó: “Mami: cuando un hombre y una mujer se casan, ¿qué se dicen?”. Contestó la señora: “Prometen amarse, respetarse, ser buenos el uno con el otro...”. La niña la interrumpió. “Entonces tú y mi papi no siempre están casados, ¿verdad?”… El náufrago había estado cuarenta años en una diminuta isla desierta perdida en el Pacífico. Ya daba por muertas sus esperanzas de regresar a la civilización cuando un día vio con júbilo que un barco se acercaba. Del navío se desprendió una lancha en que la que venía un marino. Llegó el marinero a la playa y le entregó al náufrago un grueso paquete de periódicos. Le informó al náufrago: “Dice el capitán que los lea, y que luego nos diga si todavía quiere que lo rescatemos”… Dulciflor, muchacha ingenua sin ciencia de la vida, contrajo matrimonio con Libidiano, sujeto que tenía mala fama por su propensión a las cosas de la concupiscencia carnal. Cuando la pareja regresó de su viaje de bodas la mamá de Dulciflor le preguntó con inquietud a su hija: “¿Cómo te fue en la luna de miel?”. Respondió la muchacha: “Bien, en lo que cabe”. “¡Mano Poderosa! —exclamó preocupada la señora—. ¡Espero que en lo que no cabe no haya pasado nada!”. (No le entendí)… FIN.