miércoles, 7 de octubre de 2015

octubre 07, 2015
Carlos Loret de Mola Álvarez / Historias de reportero

Según los peritajes técnicos que acompañan a la averiguación previa, y que sirvieron al juez para consignar a una veintena de funcionarios de la Comisión Nacional de Seguridad, antes de fugarse del penal del Altiplano, en Almoloya, Joaquín El Chapo Guzmán conversó con uno de sus abogados sobre una “mano de chango”.

Así se conoce comúnmente a las máquinas retroexcavadoras que, como su nombre lo marca, sirven para realizar excavaciones a gran escala. El tema de la plática fue denunciado por la PGR después de la fuga, a partir del análisis de las horas de videograbaciones al líder del Cártel de Sinaloa durante su casi año y medio en la cárcel.


¿Qué hacía el capo hablando de ese tema con su abogado? ¿A nadie llamó la atención que “el señor de los túneles”, como algunos le dicen, abordara el asunto con su contacto con el exterior? ¿A ninguno interesó leer los recados que escribía El Chapo a sus representantes legales incluso en las superficies de los escritorios de los locutorios donde se reunía con ellos, y que quedaron registrados en el material videográfico?


En Almoloya había personal de la Policía Federal monitoreándolo, se sabe que la señal de audio y video llegaba también al cuartel central de esta corporación en la ciudad de México y, además, dos elementos del Cisen, instalados en un cubículo de la prisión, tenían como única misión supervisar cada uno de sus dichos y movimientos.

La revisión preliminar de los videos del Cefereso número 1 ha hecho pensar a los investigadores y al juez de la causa que la evasión del reo más importante de México la noche del 11 de julio de este año fue previsible.

Al parecer a nadie le alarmó tampoco que se escucharan vibraciones y ruidos de construcción día y noche dentro de las celdas, que miembros del Cártel de Sinaloa se hayan fugado un año antes de una prisión de ese estado usando un túnel ni que los sistemas de vigilancia del Altiplano se desconectaron argumentando el curiosamente coincidente inicio de obras de la Comisión Nacional del Agua en los alrededores. Tampoco que se reuniera casi a diario, según testimonio ante el Ministerio Público de los criminales que eran sus vecinos de pasillo de reclusión, con el encargado de las “obras de remodelación” del Centro Federal de Readaptación Social número 1.

Ya sin contar los avisos que recibieron en febrero el director del penal y en marzo el personal del Cisen de que el capo tenía planes de fuga y que quería comprar los planos de Almoloya, que son idénticos a los de las prisiones de la misma categoría en Tamaulipas y Nayarit.

Las autoridades han recibido declaraciones en el sentido de que también Miguel Ángel Treviño Morales, el líder zeta apodado Z-40, ha intentado escapar del Altiplano, que igualmente ha buscado comprar los planos y que habría diseñado fugarse simulando un operativo de las autoridades.

SACIAMORBOS. Si tenía tantas “coincidencias” que la vinculaban al capo y su fuga, ¿quién la impulsó para que fuera jefa de penales federales y por qué?

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