martes, 8 de septiembre de 2015

septiembre 08, 2015
BERLÍN, Alemania, 8 de septiembre.- Arabia Saudita prohibió la circulación de la edición de National Geographic "por motivos culturales", anunció Alsaad Omar AlMenhaly, editora de la revista para la región. Esto lo informa Der Spiegel.

A continuación, artículo de Alejandro Ortiz publicado en La Jornada con el título "El Papa y el National Geographic":

La prestigiosa revista de ciencia y medio ambiente National Geographic ha dedicado en su número de agosto de este año su portada y reportaje central al Papa Francisco. No es la primera vez que una revista de renombre hace esto. El Papa ha estado en las portadas, y en sus respectivos reportajes, en las famosas revistas Time, Vanity Fair, Fortune, The New Yorker y en Rolling Stone. Es interesante ver el manejo de “imagen” del Papa Francisco. No cabe duda que para las revistas oficiales de la cultura occidental dominante, el Papa Francisco es un fenómeno religioso digno de tomar en cuenta, y todas coinciden identificándolo como un reformador y no solo como un líder religioso. Esto además de vender, políticamente es muy importante.


Recordemos sus portadas. En la revista Fortune se le nombró como “reformador santo” (Holy reformer), en la de Vanity Fair se destacó su coraje (coraggio) por los cambios que ha empezado hacer en la iglesia; recordemos la portada de la revista Rolling Stones donde aparece el papa Francisco junto con la leyenda “los tiempos están cambiando”.

Está claro, el Papa Francisco para el mundo occidental si no es que para el mundo entero, es un papa reformador, alguien que está haciendo importantes cambios en la iglesia. Alguien sencillo, que vive sencillo y pide una iglesia sencilla al lado de los pobres. De ahí que cobra importancia el subtítulo del reportaje de la revista National Geographic “¿Cambiará el Papa el Vaticano o el Vaticano cambiará al Papa?”. Parece que se trata de un paso más, en la visión sobre el pontífice argentino. Ahora ya aparece en el análisis, el enemigo, que no se trata de los musulmanes, ni de alguna secta fundamentalista, sino de sus propios hermanos católicos. El enemigo está en casa, de ahí que uno pueda comprender también porque no vive ni descansa el Papa en la sede pontificia sino en unos apartamentos externos. Más vale.

El autor del reportaje de la National Geographic, Robert Draper, articulista en GQ y del New York Times entrevistó a varios personajes cercanos al papa y nos va revelando, tal vez sin mucha exactitud teológica o eclesial, ya que el autor no domina estos campos, pero si con mucha secuencia lógica, qué tipo de cambios está implementando el Papa Francisco y como el problema central que tiene, y lo dice varias veces entre líneas, es el grupo de obispos y cardenales, todavía con peso eclesial, conservadores, que no quieren cambio alguno.

No estoy leyendo un libro de algún teólogo de la liberación; estoy leyendo a un articulista de una revista de moda occidental y de un periódico estadounidense famoso que ve al Papa como un actor político muy importante y que alcanza a distinguir otros modelos eclesiales que no coinciden con él viendo en esto un conflicto. Y pues sí. Hay un fuerte conflicto eclesial dentro de la Iglesia. El Papa Francisco ha vuelto a propiciar lo que se ha llamado una “primavera eclesial” ante el “invierno eclesial” propiciado por Juan Pablo II y Benedicto XVI. De estos viejos y fríos tiempos sigue habiendo una cultura católica conservadora, moralista, elitista, racista teológicamente que cree más en los dogmas que en los evangelios. Por eso pide el Papa, constantemente, que oren por él, sabe que sus hermanos conservadores son peligrosos, dobles caras, hipócritas como en tiempos de Jesús y como en tiempos de Jesús no dudarían de hacer algo mayor en la lógica de Anás y Caifás, recuerden el versículo: “es mejor que muera uno a que muera todo el pueblo”.

La esperanza radica en el cambio de la gente, que el pueblo católico no vea solo un “papa latinoamericano” o “argentino” o alguien sencillo, que no se queden solo con la foto, con las portadas sino que empiecen a despertar, a levantarse, a resucitar como quiere el Papa, como lo quiere el propio Jesús de Nazaret, como lo dicen los evangelios. Esta gente que busca desesperadamente una selfie con el papa debe dar un paso más y volverse un ciudadano católico maduro, responsable, lector y estudioso de los evangelios, que no sea católico por tradición sino por convicción, la convicción de que vale pena seguir a Cristo de manera sencilla, crítica y favor de los pobres como lo hace el Papa Francisco. Esta es nuestra esperanza.