martes, 15 de septiembre de 2015

septiembre 15, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

¿Usted cree, señor, que pueda yo salir de la cárcel algún día? Ya llevo aquí 5 años, fíjese. Y quién sabe cuántos más tenga que estar, pues el juez ni siquiera me ha dictado sentencia todavía. Sé que soy una criminal, me lo han dicho muchas veces, pero ¿a poco voy a pudrirme aquí toda la vida por lo que hice? Le juro, señor, que no soy mala. Soy pen..., eso sí -perdone la palabra-; y por eso me pasa lo que me pasa, pero mala no soy. Hasta mis compañeras dicen que soy buena, que no merezco estar aquí, que desde cuándo debería estar libre y en mi casa. Ya ni me acuerdo de mi casa. Sólo la puedo recordar en sueños. Dormida me veo en ella, en el cuarto que compartía con mis dos hermanas. También las miro a ellas y a mi madre. Pero despierta sus caras se me olvidan. Mi mamá ya se murió, y mis hermanas nunca vienen a verme. Papá no tengo. No lo tuve nunca. Mis hermanas tampoco tuvieron padre. La gente decía cosas y se reía de nosotras porque no nos parecemos nada. Mi hermana mayor es blanca, por eso mi mamá le puso así: Blanca. Luego sigo yo, que soy morena, y al último está Silvia, que es prietita también, aunque no tanto como yo. A mí en el barrio me decían “La Negra”. No las he vuelto a ver. A mis hermanas, digo. Quién sabe dónde andarán. De seguro ya tienen hijos, aunque no tengan marido, como mi mamá. Y yo aquí, que ni siquiera he conocido hombre. Soy señorita ¿puede usted creerlo? Ahora es aquí donde se ríen de mí por eso, porque tengo ya 30 años y sigo siendo señorita. 25 tenía cuando cometí el delito. ¿Usted cree, señor, que me dejarán salir alguna vez? Me porto bien aquí adentro, y lo mismo me portaría bien afuera. No volvería a hacer lo que hice. Soy tonta pero no tanto. Y mala no soy, se lo repito. 


Mire: En mi celda tengo estampitas de la Virgen de Guadalupe, de San Juditas y una que me regaló el padre que a veces viene y que se llama el Buen Pastor. La estampita, digo, no vaya usted a creer que el padre. Discúlpeme, por favor. Si me río no es por faltarle al respeto al padre, y menos a usted, que se ha molestado en venir hasta acá a verme. Aquí una casi no se ríe ¿sabe? Si te ríes no falta alguna que diga que te estás riendo de ella, y te la hace de bronca. Yo con nadie me meto. Si puedo ayudar ayudo. Que una me quiere contar sus cosas, la oigo. Que otra me pide un consejo, se lo doy. Que ésta se enfermó, la cuido. Que aquélla llora, la consuelo. Por eso dicen que soy buena. Me porto bien, señor, y así me portaría afuera, por ésta. Volvería a trabajar. Quizá ya no de criada, pues estas cosas se saben, y después de haber hecho lo que hice a lo mejor ya ninguna señora me tendría confianza. Pero trabajaría de lo que fuera; me ganaría la vida honradamente, se lo juro. A veces pienso que ya nadie me ocuparía, por lo que soy, por lo que hice. Entonces me digo que quizá lo que me conviene es seguir en la prisión toda la vida. Que me siga olvidando el juez; que ya no se molesten en venir las personas como usted -perdóneme que se lo diga-, que tienen buenas intenciones, y te dicen que te van a ayudar, pero saliendo de aquí ya no se vuelven a acordar de ti. En la cárcel por lo menos no me muero de hambre. Pero la verdad es que sí quiero salir. Me gustaría pasear por las calles; ver niños; regresar al parque a donde me llevaba mi mamá. No puedo estar aquí toda la vida. Y todo por unos zapatos. Los vi en el aparador de la tienda y me gustaron. Esa noche iba a salir con un muchacho que quería que yo fuera su novia. Pregunté cuánto costaban, y me lo dijeron. No podía pagarlos; me faltaban 20 pesos. Entonces me los probé, y en un descuido de la vendedora puse en la caja los que traía y me salí llevando puestos los otros. El policía me detuvo, y aquí estoy. De eso hace ya 5 años, y todavía me tienen encerrada, sin saber cuántos años más pasaré aquí. Se me hace mucho por un par de zapatos ¿no le parece? Bueno, señor, lo estoy aburriendo con mis cosas. Ya hasta está viendo su reloj. Perdone que lo haya entretenido tanto. Pero me dicen que usted defiende los derechos humanos, y a lo mejor yo tengo alguno. Por eso me atreví a solicitar su presencia. ¿Usted cree que pueda yo salir de la cárcel algún día?... FIN.