martes, 1 de septiembre de 2015

septiembre 01, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Todos han visto al fantasma, menos yo. ¿A qué se deberá eso? Quizá del mismo modo que algunos no captan los colores yo no capto los fantasmas. A lo mejor una nube de espectros vuela sobre mí y ni siquiera me doy cuenta. Espero que si alguno me saluda al pasar y no le contesto no me lo tome a mal: no es por descortesía; es que no lo veo. Si tropezara con él le diría: "Usted perdone". Pero ¿adónde dirigiría mi disculpa, si lo único que veo es la realidad? Mis amigos y familiares hablan del fantasma, y yo no puedo intervenir en su conversación. Uno de mis hermanos cuenta que lo vio leyendo un libro a la luz de la luna. Incluso alcanzó a leer el título del volumen: "Los náufragos del Liguria", por Emilio Salgari. El título no me dice nada, pero el nombre del autor sí. Recuerdo que la revista "El mensajero del Corazón de Jesús" reseñó la muerte del escritor, quien se suicidó cortándose la yugular con una navaja de afeitar. Justo castigo de Dios fue esa horrenda muerte, decía la publicación, para quien puso tanto veneno en la mente de los niños y los jóvenes con sus libros de imaginación. Yo, lo mismo que el fantasma, leí a Salgari, y no recuerdo haber sufrido los efectos de su veneno. Quedaron sólo en mi memoria frases como: "¡Huyamos hacia los arrecifes!" o: "¡Firme en el timón, Yáñez!", pero no creo que sean venenosas. Un cierto amigo mío también miró al fantasma. Dice que estaba cantando la canción "Toda una vida", un bolero tan popular que al parecer hasta los fantasmas lo conocen. Por él se puede sacar la edad del espectro: debe pasar ya de los 70. Para un fantasma esos no son muchos años. He oído decir que algunos -la Llorona, por ejemplo- tienen ya varios siglos de mostrarse a los humanos. Otros, como el Judío Errante, vagarán por siempre. En sus mansiones los ingleses tienen inventariados fantasmas de dos o tres centurias. Algunos viven dentro de las armaduras, o atrás de los gobelinos que cubren las paredes, y únicamente salen por la noche para asustar a algún turista que alquiló la habitación con ese propósito, el de ser asustado. Los fantasmas ingleses son muy puntuales, lo mismo que los ingleses que no son fantasmas, y nunca faltan a sus obligaciones. Pero volvamos al espectro que no he visto y que todos han mirado ya. No sé si creer lo que alguien me contó de él: lo vio una noche acariciando a una mujer. Y la mujer no era espectral: era de carne y hueso, como lo prueba el hecho de que el fantasma le tocaba los pechos y le ponía luego la mano entre las piernas. Unas noches después quien lo miró haciendo eso lo sorprendió también -es un decir, porque el espectro no se dio por sorprendido- haciéndole el amor a otra mujer, ésta de ojos rasgados y carnosos labios, lo cual le daba un cierto aire a Sophia Loren. El testigo le reprocha al fantasma su afición a las mujeres, pues lleva anillo de casado, y esos devaneos extraconyugales no hablan bien de él. Aun así hay quienes dicen que el fantasma se persigna al empezar sus andanzas nocturnas, y que hace una leve inclinación de cabeza cuando pasa frente a una estampa del Sagrado Corazón. ¿Quién lo entiende? No me parece muy serio un espectro que canta boleros y hace el amor fuera de matrimonio, y que sin embargo conserva ciertas devociones religiosas. Si alguna vez me topo con él le pediré que me explique esa contradicción. Pero será difícil que lo vea. Tratándose de fantasmas, ya lo dije, soy daltónico. En tiempos de la niñez entraba con mis amiguitos en casas abandonadas de tiempo atrás, en ruinas ya. Ellos veían en los aposentos sombras, bultos, llamas que se encendían y apagaban, y yo no veía nada. Oían gemidos, chocar de cadenas, siniestras carcajadas, y yo nada escuchaba. Y sin embargo he tenido siempre buena vista y buen oído. Por eso ahora me preocupa no ver ese fantasma que todos los demás sí ven. La noche de ayer se me fue en blanco tratando de encontrar una explicación a ese fenómeno. Se me ocurrió una teoría, pero la deseché inmediatamente porque me asustó el solo hecho de imaginarla. El fantasma soy yo. FIN.