domingo, 27 de septiembre de 2015

septiembre 27, 2015
FILADELFIA, 27 de septiembre.- Recién llegado a Filadelfia, ayer por la mañana, el papa Francisco se subió al Fiat 500 que lo acompaña en su viaje por Estados Unidos para salir del aeropuerto. Pero en un momento lo hizo frenar para bajarse y besar la frente de un chico con parálisis cerebral, sacándole una sonrisa al pequeño de 10 años.

Francisco al parecer vio a Michael Keating cuando era trasladado fuera del aeropuerto en su conocido Fiat. Pidió detener el vehículo y caminó hacia el niño, puso la mano sobre su cabeza y le dio un beso mientras su madre sollozaba.

Su madre, Kristin Keating, largó en llanto y le agradeció al pontífice, quien la tomó de la mano. Francisco también estrechó la mano del esposo de Kristin, Chuck Keating, director de la banda musical de la escuela secundaria Bishop Shanahan High School en Downingtown. La banda tocó para Francisco mientras él llegaba a Filadelfia para la tercera y última escala de su visita de seis días a Estados Unidos.

"Fue una sensación increíble", dijo Kristin Keating sobre el encuentro con el papa, y agregó que se sintió "completamente bendecida y amada" por el pontífice.



Además de parálisis cerebral, su hijo tiene una profunda discapacidad intelectual, así como problemas de vista y audición, y no puede hacer nada por sí mismo. Se comunica con gemidos y gritos.

Michael, quien se despertó a las 2.15 de la mañana para el viaje a Filadelfia, había estado inquieto a lo largo de la mañana, pero parecía calmado frente al Papa.

"Cuando el papa retiró su mano, tenía una especie de sonrisa en el rostro. Para mí, en ese momento, debe haber sentido esa bendición'', dijo Kristin Keating, profesora de cuarto grado de Elverson.

"Para nosotros fue hermoso -agregó-. Para nosotros significó algo''.

Francisco bendijo después a varios niños discapacitados en una misa en la Basílica de San Pedro y San Pablo.

«“¿Y tú?, ¿qué vas a hacer?”». Papa Francisco utilizó estas palabras del viejo Papa León XIII, dirigidas a una joven, la santa Caterina Drexel, para insistir en la importancia de los laicos en la Iglesia. Bergoglio llegó a Filadelfia, después de los baños de multitudes y las ovaciones en Nueva York. Las medidas de seguridad son imponentes, la ciudad está paralizada. Mientras baja del avión, Francisco es recibido con la música de la película “Rocky”.


La primera cita es en la catedral de la ciudad, en donde se lleva a cabo el Encuentro mundial de las familias, dedicada a los Santos Pedro y Pablo. El Papa celebra una misa con los obispos, el clero y los religiosos de Pennsylvania. Habló sobre los laicos con los clérigos y religiosos. Recordó que Caterina Drexel, «una de las grandes santas que esta Iglesia local ha dado», cuando habló con León XIII escuchó como respuesta una pregunta personal: «“¿Y tú?, ¿qué vas a hacer?”». Estas palabras, dijo Francisco, « cambiaron la vida de Catalina, porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo, ha recibido una misión. Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su Cuerpo, la Iglesia».

Papa Bergoglio subrayó «dos aspectos de estas palabras en el contexto de nuestra misión particular para transmitir la alegría del Evangelio y edificar la Iglesia, ya sea como sacerdotes, diáconos o miembros de institutos de vida consagrada». En primer lugar, esas palabras «fueron dirigidas a una persona joven, a una mujer joven con altos ideales, y cambiaron su vida. Le hicieron pensar en el inmenso trabajo que había que hacer y la llevaron a darse cuenta de que estaba siendo llamada a hacer algo al respecto».

«¡Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas –dijo Francisco– tienen los mismos altos ideales, generosidad de espíritu y amor por Cristo y la Iglesia! ¿Los desafiamos? ¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su cometido? ¿Encontramos el modo de compartir su entusiasmo y sus dones con nuestras comunidades, sobre todo en la práctica de las obras de misericordia y en la preocupación por los demás? ¿Compartimos nuestra propia alegría y entusiasmo en el servicio al Señor?».

Uno de los grandes desafíos para la Iglesia de hoy, continuó, «es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia, y capacitarlos para que puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros, como fermento del Evangelio en nuestro mundo. Esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio, todos los días y en todas las etapas de nuestra vida».

El futuro de la Iglesia, explicó Bergoglio, «en una sociedad que cambia rápidamente, reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho más activa». Esto, indicó, «no significa renunciar a la autoridad espiritual que se nos ha confiado; más bien, significa discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu derrama sobre la Iglesia. De manera particular, significa valorar la inmensa contribución que las mujeres, laicas y religiosas, han hecho y siguen haciendo a la vida de nuestras comunidades». (AP / Andrea Tornielli / Vatican Insider / Repubblica)