viernes, 4 de septiembre de 2015

septiembre 04, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Agua de borrajas. Don Veterino, señor octogenario, casó con Pomponona, mujer frondosa en flor de edad. Ella pensó que la noche nupcial sería de sueño, no de ensueño, de modo que tan pronto llegaron a la habitación se puso su piyama de popelina rosa y se acostó a dormir. ¡Cuán equivocada estaba! Tan pronto la vio en el lecho don Veterino se abalanzó sobre su desposada e hizo cumplidamente en ella obra de varón. Con tal ímpetu y empuje llevó el señor a cabo el acto del connubio que Pomponona quedó exhausta y agotada por los arrestos que su maduro cónyuge mostró. Segunda sorpresa: Mal se había repuesto ella de la fatiga cuando su añoso marido la solicitó de nuevo, y otra vez realizó con gran solvencia y competente habilidad la consabida acción, como si en vez de 80 años tuviera 20, o fuera nativo de Saltillo. Después de esa segunda coición la ahíta novia se quedó dormida, pero fue despertada poco después por su vehemente galán, quien por tercera vez cumplió lo que dice aquel sabroso dicho mexicano: “¡Ay, quién tuviera la dicha del gallo, que nomás se le antoja y se monta a caballo!”. Sin poder contener su estupefacción Pomponona le dijo a don Veterino: “¡Jamás pensé que pudieras hacer esto tres veces seguidas!”. Respondió desconcertado el senil caballero: “Hacer ¿qué?”. ¡Ya se le había olvidado al pobre lo que había hecho! De entrepierna andaba muy bien, pero de memoria muy mal. Y no le doy el pésame: ¿Quién quiere tener retentiva cuando tiene aquella parte activa?... Aviso de ocasión: “Remato enciclopedia. Me acabo de casar, y mi mujer lo sabe todo”. Babalucas fue a cazar patos con un amigo. Disparó éste su escopeta y le acertó a un pato en vuelo. Cayó el ave, y Babalucas le dijo a su amigo: “Pudiste haberte ahorrado el tiro. La pura caída lo habría matado”. Un perro se presentó a pedir trabajo en un centro de cómputo. Lo hizo hablando con absoluta corrección. Exclamó atónito el encargado: “¡Un perro que habla! ¡Debería usted pedir trabajo en un circo!”. “Señor mío -respondió el can muy ofendido-. Soy ingeniero en sistemas computacionales, no cirquero”. Algunos hombres quieren casarse con una mujer virgen solamente para evitarse las comparaciones. En el bar del pequeño pueblo un turista le pidió al cantinero: “Quiero algo muy frío y con mucha ginebra”. El tabernero se vuelve hacia su esposa y le dice: “Pedalina, aquí te buscan”.


Ni fu ni fa. Ni chicha ni limonada. Agua de borrajas. En eso ha venido a terminar el Informe Presidencial, antes la solemnidad más solemne, la ceremonia más ceremoniosa, la liturgia más litúrgica y el más ritualista ritual de la República. Aunque se haga de día, ese informe pasa ahora de noche. La clase política -tan carente de clase- escucha el mensaje que el Presidente lee, pero el resto de los mexicanos ni siquiera lo oye como oír llover: No lo oye. Dos cosas llamaron mi atención del mensaje de Peña Nieto, aunque debo reconocer que mi atención no acudió de buena gana a ese llamado. La primera fue el reconocimiento tácito que hizo del estado de insatisfacción que existe en el País. Tiene razón: Hoy por hoy ese estado es el más importante en todo el territorio nacional. Privan entre los mexicanos los dilemas, las dudas, la frustración, la incertidumbre, la insatisfacción y el pesimismo. (Esos sentimientos se citan por riguroso orden alfabético, para evitar sentimientos). De ahí la segunda cosa que llamó mi atención: La nueva advertencia que hizo Peña Nieto sobre los peligros del populismo, la demagogia y la intolerancia, léase sobre el peligro llamado Andrés Manuel López Obrador. Pienso que es un error esa insistencia del Presidente acerca de AMLO. Antes que causarle demérito lo magnifica. Si se toma en cuenta el bajo índice de popularidad que la imagen presidencial tiene entre la ciudadanía, las repetidas menciones que Peña Nieto hace de López Obrador lo convierten en su mejor propagandista. Si fuera yo asesor del Presidente le recomendaría que no volviera a mentarlo. Como no lo soy, mejor paso a relatar un brevísimo chascarrillo final. ¿Qué les dijo el mayor de los Siete Enanos a sus compañeros cuando Blanca Nieves se fue con el apuesto príncipe? “Ni modo, chicos. Otra vez a los trabajos manuales”. (No le entendí). FIN.