miércoles, 30 de septiembre de 2015

septiembre 30, 2015
O de la decadencia de Occidente


CIUDAD DEL VATICANO, 30 de septiembre.- A poco menos de un año de ser nombrado prefecto de la Congregación para el Culto Divino por Papa Francisco, el cardenal africano Robert Sarah ha publicado -además del volumen adelantado por La Repubblica sobre los temas del Sínodo (que empieza el 4 de octubre)- junto con otros 10 cardenales el libro "Dios o nada. Conversaciones sobre la fe con Nicolas Diat" (Ed. Cantagalli). El texto se ha interpretado como una declaración contra el cambio que estaría promoviendo el Santo Padre y en contra de las corrientes de cambio de la doctrina y de la pastoral matrimonial que tienen al cardenal Walter Kasper como su exponente más destacado.

Eminencia, ¿es así?

"Por supuesto que no. No es un libro de polémica sino una defensa serena, sincera y firme del Evangelio. Me han ofendido injusta y profundamente al decir que me opongo al Papa. Pero es ridículo creer que el Papa se opondría al Evangelio. Hablar de una oposición de varios cardenales al Papa es sólo una manera de meter cizaña en la jerarquía eclesiástica y una manera de destruir la Iglesia. Aunque sin embargo, la verdad es que los cardenales necesitan al Papa y el Papa a su vez necesita a los cardenales".

El libro ha sido elogiado por Benedicto XVI, quien habló de "su valiente respuesta a los problemas de la teoría del género" que "pone en claro en un mundo obnubilado una cuestión antropológica fundamental". ¿Considera que esta sintonía está en conflicto con el magisterio de Francisco?

"Benedicto XVI me escribió una carta que me conmovió, diciéndome también que el libro lo ha ayudado espiritualmente. Y el Cardenal Ratzinger nunca ha entrado en batalla sin fundamento. Y lo mismo ocurre en la actualidad. Simplemente escribe con claridad de pensamiento acerca de los problemas actuales. Y analiza los problemas de hogaño a la luz del Evangelio y de la revelación divina ".

Recientemente usted, junto con los presidentes de las conferencias episcopales del continente, ha estado en Accra para preparar el próximo Sínodo. ¿Es verdad que todos ustedes se pusieron de acuerdo para oponerse a "la estrategia del enemigo del género humano" sobre el divorcio y uniones homosexuales?

"Estuve en Accra para preparar el Sínodo. Junto con los obispos y cardenales coincidimos en la defensa de los valores fundamentales de la familia y del matrimonio. Queremos luchar contra el colonialismo ideológico occidental que quiere destruir la doctrina católica, y por lo tanto a la revelación divina, sobre el matrimonio entre hombre y mujer, y la apertura de los cónyuges a la vida. Tenemos la intención de defender a la familia, su riqueza para toda la sociedad. Es en la familia donde todos aprenden principalmente a crecer, amar y servir a los demás con humildad y generosidad."

¿Por qué las uniones homosexuales son un problema para la Iglesia?

"No son un problema sólo para la Iglesia, sino para la humanidad. Se trata de un retroceso en la cultura y la civilización. Ninguna cultura no occidental va en la dirección de la aprobación de las uniones homosexuales. En la cultura africana, nadie las mira con ojos favorables. Porque es una unión no abierta a la vida. Las uniones homosexuales son totalmente contrarias al plan de Dios, Quien creó al hombre y a la mujer para que se complementen mutuamente. Y de esta unión nacen la familia y el futuro de la sociedad. Una unión homosexual no tiene futuro, no da vida. Repito: no es un problema de la Iglesia, sino humano".

¿No considera posible una vía por la cual las parejas separadas, después de un período de discernimiento y guiados por un sacerdote y después de un camino de penitencia, puedan acceder a una nueva unión bendita por la Iglesia?

"Si queremos traicionar el Evangelio, que dice que el hombre no puede dividir lo que Dios ha unido, podemos hacerlo. Pero nadie en la Iglesia puede traicionar el Evangelio. Desde hace dos mil años es así y no se puede cambiar hoy el pensamiento de Dios sobre la familia. Y entre otras cosas, las dificultades de las familias no son sólo de hoy. Toda la historia humana conoce estas dificultades, pero la Iglesia nunca aceptará dos matrimonios válidos. Sería una decisión que no respeta la Revelación. Es una rebelión contra Dios. Si aceptamos las nuevas uniones me pregunto por qué debemos llamarnos cristianos. En África hay una tradición, que cuando se casan, los cónyuges comen cada uno la mitad de una fruta, que se llama "kola". Entonces, quien celebra el matrimonio les pide devolver el fruto y los cónyuges responden que no pueden. ¿Por qué? Porque el matrimonio es único y definitivo. Y aun si se separan, sigue siendo un matrimonio. Tanto es así que si una mujer deja a un hombre y se une a otro, al morir es el primer marido quien la entierra. Y viceversa, es la primera esposa la que regresa a lavar el cuerpo de su marido muerto".(Paolo Rodari / La Repubblica)