martes, 25 de agosto de 2015

agosto 25, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Ella tiene 15 años, 19 él. Los dos buscan abrirse paso en el ambiente artístico de la Ciudad de México. La jovencita hace un papel de niña -”Florecita”- en un programa infantil de radio. Por su parte él aspira a ser locutor en la XEQ. Viven cerca uno del otro. Ella ocupa con sus padres, doña Josefa y don Francisco, un par de habitaciones en la antigua vecindad situada en la calle de Bolivia número 67. El muchacho, por su parte, batalla para pagar el alquiler de un cuartucho en una vecindad más vieja todavía, la de Venezuela 75. Se hacen novios; comparten sus sueños. Pasa el tiempo. Un productor ha oído sus voces y los contrata para ir a Nueva York a hacer algo que nunca habían soñado hacer: Ella doblará la voz de Ingrid Bergman en la película “Gaslight”, que en español se llamará “Luz que agoniza”. Él hará la voz de Mickey Rooney en “National Velvet” (“Fuego de juventud”), con Elizabeth Taylor. Aprovechan el escaso tiempo libre para pasear como enamorados por la gran urbe. Para ambos ésa será una experiencia inolvidable. Ahora están de vuelta en México. Cada uno retoma su camino, pero mantienen su noviazgo. Quieren triunfar los dos, y anhelan también casarse, formar una familia. En ese tiempo Jorge Negrete es secretario general de la ANDA, la agrupación que reúne a los actores. Ha sido invitado a ir a San Luis Potosí a participar en los festejos de reinauguración del hermoso Teatro de la Paz, esa preciosa joya de la capital potosina. El charro cantor le pide al muchacho que lo acompañe. Actuará junto con él en la velada principal. “No puedo ir, don Jorge -se disculpa él-. Mi novia y yo hemos sido contratados para actuar juntos en el Teatro ‘Macedonio Alcalá’, de Oaxaca”. 


Al día siguiente el joven actor recibe una llamada telefónica del empresario oaxaqueño. Le dice éste que han surgido dificultades financieras para hacer la contratación original. Le es imposible pagar el sueldo de él y de su novia. Decida cuál de los dos irá. Ella, desde luego, responde sin vacilar. Pero la joven no se anima a ir sola a Oaxaca. Tampoco hay problema: El empresario acepta que el muchacho ponga su boleto a nombre del papá de la chica, para que la acompañe. En seguida el novel artista llama a Jorge Negrete para informarle que sí podrá ir con él a San Luis. Emprenden el viaje. Además de Negrete y su esposa, Gloria Marín, van también Arturo de Córdova, Rodolfo Landa, Arturo Soto Rangel y los cuatro hermanos Soler: Don Fernando, don Andrés, don Domingo y don Julián. Cumplida la participación en los festejos regresan a México, por carretera. Llegan de madrugada -es un domingo- y ven los titulares de los periódicos que acaban de salir: El avión procedente de Oaxaca se ha estrellado en el Popocatépetl. No hay sobrevivientes. Era el avión en que venía la muchacha. Negrete le encarga a su amigo que vaya a recoger los cadáveres de la infortunada joven y de su padre, que han sido llevados ya por los rescatistas a la Ciudad de México, y él encarga las cajas mortuorias para ambos: Blanca la de ella, gris la del señor. En esos ataúdes son llevados los cuerpos a la casa donde espera la esposa y madre de los fallecidos. Ella pone sobre el féretro de su hija un retrato de la muchacha. Cuando horas después el sepelio sale rumbo al panteón Jardín, la señora toma la fotografía de su hija y la pone en manos de quien fue su novio. “Este retrato le corresponde a usted -le dice-. Guárdelo”. José Ángel Espinosa, “Ferrusquilla”, el autor de canciones como “Échame a mí la culpa”, “El tiempo que te quede libre”, “La ley del monte” y otras muy conocidas, conservó siempre esa foto de la que fue su novia de juventud: Blanca Estela Pavón, la inolvidable “Chorreada” de las películas que hizo con Pedro Infante: “Nosotros los pobres”; “Ustedes los ricos”, “Pepe el Toro”. Lo que acabo de contar lo narra Ferrusquilla, gran compositor, notable actor, extraordinario imitador de voces, en el bello libro de recuerdos que es su autobiografía. Pocos días después de publicar la obra me la envió. Le puso esta dedicatoria: “A don Armando Fuentes Aguirre, con toda mi admiración”. FIN.